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sábado, 14 de agosto de 2010

Historias de la Copa (1903)

(Artículo publicado por Jon Agiriano en el diario El Correo, 21 de abril de 2009)

La arenga de Astorquia

De la primera gran figura del Athletic, Juanito Astorquia, la información que ha quedado es muy escasa; apenas un puñado de detalles biográficos que no alcanzan, desde luego, para hacer justicia a un personaje fundamental en la historia del club. Se sabe que aprendió a jugar al fútbol en Manchester y que, ya en Inglaterra, destacó por su habilidad y dominio del balón. Tanto es así que, en el 'college' católico donde estudió inglés, lamentaron amargamente su regreso a Bilbao. Perdían a una de sus estrellas. Se sabe también que Astorquia fue una pieza clave para impulsar el fútbol en la capital vizcaína. Su entusiasmo contagioso prendió entre sus amigos y compañeros de tertulia en el Café García, Alejandro Acha, los hermanos Iraolagoitia, Luis Márquez, Enrique Goiri y Eduardo Montejo. Juntos comenzaron a jugar en la campa de Lamiako y juntos participaron en la creación del Athletic. Aparte de ser uno de los 33 padres fundadores del club, Astorquia fue el primer capitán del equipo y su presidente en 1903, año en el que el Bilbao pasó a formar parte del Athletic. Murió joven, en 1905, a los 33 años, sin llegar siquiera a sospechar la dimensión que iba a adquirir aquel club recién nacido.

Aparte de lo dicho, hay otra tipo de información añadida respecto a Juanito Astorquia que puede extraerse sin riesgo de equívoco observando simplemente algunas de las pocas fotografías que se conservan del Bizcaya y del Athletic. En ellas aparece siempre, con el pelotón en las manos o hundido entre sus piernas, un tipo de miradora retadora y ceño fruncido. Basta un simple vistazo para reconocerle como el jefe de la banda. Los demás miembros del 'team' posan sonrientes, serios, despistados o expectantes, a la espera de que el fotógrafo, tras meter la cabeza en el capuchón, active su cámara y suelte la humarada de magnesio. Astorquia, en cambio, ofrece una imagen imponente. Parece que te va a saltar al cuello. Viéndole, sus rivales sólo podían extraer una impresión: la de peligro inminente.

Una alineación de la temporada 1902-03. Juanito Astorquia, como siempre, posa con el balón
El liderazgo de Juanito Astorquia fue clave para que el Athletic lograse en 1903 su primer título oficial reconocido: la Copa del Rey. El organizador del torneo volvió a ser Carlos Padrós, que había quedado encantado con la experiencia del año anterior. Esta vez, sin embargo, las gestiones del futuro presidente madridista para encontrar equipos no tuvieron tanto éxito. La mayoría de los clubes a los que se cursó invitación declinó la propuesta. Llegaron negativas desde Vigo, Huelva, Salamanca, San Sebastián y, lo que es más sorprendente, también desde Barcelona. El subcampeón de la Copa de la Coronación no quiso intentar la revancha ante los vizcaínos.

Un triangular

De este modo, la primera Copa del Rey acabó siendo un triangular que enfrentó al Madrid FC, al Español de Barcelona y al Athletic Club. La competición se inició el 6 de abril con una clara victoria del Madrid sobre el Español (4-1). Al día siguiente, el Athletic entró en liza y goleó sin problemas al equipo catalán (4-0). Los bilbaínos, blanquiazules entonces, estaban de nuevo en la final. Y de nuevo, como el año anterior, llegaban al partido decisivo en el Hipódromo de Madrid sin tiempo para descansar, al contrario que su rival. La final desbordó todas las previsiones de asistencia: más de 5.000 espectadores. El fútbol comenzaba a convertirse en un deporte popular. Por el Athletic se alinearon Alejandro Acha de portero; Luis Silva y Amado Arana de defensas; Goiri, Cockram y Ansoleaga en el centro del campo; y Alejandro de la Sota, Montejo, Astorquia, Cazeaux y Evans en la delantera.

Eran un buen equipo, pero cuando comenzó el partido parecían tenerlo todo en contra. No sólo se trataba de que jugaran en territorio enemigo y arrastraran un mayor cansancio. Por si esto fuera poco, el sorteo de campos benefició al Madrid y los bilbaínos tuvieron que jugar la primera parte con un fuerte viento en contra. Los madrileños se aprovecharon de la circunstancia y con goles del marqués de Valdeterrazo y de Neyra en los minutos 15 y 40 parecieron decantar la final. Es lo que pensaba el público, que en el descanso se puso a celebrar el título de antemano e hizo rechifla de los jugadores del Athletic; una actitud que provocó algunas peleas en la grada y acabó de encorajinar a un hombre al que los goles en la portería de su amigo Alejandro Acha le habían sentado como dos puñales clavados en la espalda: Juanito Astorquia.

El grito de guerra

Como capitán -entonces no había entrenador-, el delantero bilbaíno se sintió en la obligación de dar un paso al frente. Aquello no podía seguir así. Antes de comenzar la segunda parte, reunió a los jugadores en torno a él y les lanzó una arenga de rey espartano. Su contenido exacto se desconoce, pero cuentan las crónicas que la terminó con un grito de guerra: «Por el Athletic y por Bilbao». Su mensaje surtió efecto. Y no importó que el viento amainara y el Madrid se beneficiara de ello. Los jugadores del Athletic combatieron en todas las trincheras del campo como si les fuera la vida en ello y remontaron con goles de Cazeux, Montejo y Alejandro de la Sota. Este último, futuro presidente del Athletic entre 1911 y 1917, culminó en el minuto 80 una bella jugada de Walter Evans, el 'wing' izquierdo del Athletic, quizá su futbolista de más talento. De la Sota entraba desde atrás, atento a las diabluras del inglés, y recibió un balón tan perfecto que sólo tuvo que empujarlo con el pecho a la red. «Lo metí con el corazón», dijo años después, recordando aquel gol histórico.