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sábado, 14 de septiembre de 2013

"¡Mourinho, que tú eres el segundo!"

Artículo publicado por Unai Larrea* en el diario Deia el 14/09/2013

El volcánico Luis Fernández, entrenador del Centenario, y el mediático linier Rafa Guerrero, hincha del Athletic desde crío, intercambian para 'Un siglo y 90 minutos' una batería de anécdotas


El popular exlinier leonés Rafa Guerrero, que confesó que su equipo era el Athletic tras retirarse, junto a Luis Fernández, que dirigió al equipo el año del Centenario. (U.L.)

Para cuando Luis Fernández llega del txoko, con el retraso habitual en todo aquel que pasa por el txoko antes de una cita, Rafa Guerrero ya se ha sacado como cinco docenas de fotos en el antepalco de San Mamés. Ha llegado por carretera, desde León, al volante de un BMW, en compañía de su pareja y de uno de sus hijos. La cámara de fotos echa humo: con el león disecado, junto al busto de Pichichi, sentado en los banquillos, sobre la cal de la banda que tantas veces recorrió de punta a punta... Hace ya unos años que Guerrero, castellano de pura cepa, salió del armario. Mientras fue juez de línea, jamás confesó su amor por el Athletic, que era de sobra conocido en petit comité. "¡Cómo iba a reconocerlo! Si lo hacía, me quedaba sin poder arbitrar en San Mamés, y eso para mí habría sido lo último", dice, momento en que el técnico tarifeño, ahora una estrella del espectro radiofónico francés, se incorpora a la charla "Es que no ser del Athletic es muy difícil", sentencia. Primera carcajada.

Es 12 de abril de 2013 y a San Mamés le quedan cinco partidos de vida: cuatro de Liga y el último contra la selección de Bizkaia. Sopla una ligera brisa que confiere un toque melancólico al encuentro. Fernández y Guerrero toman asiento, obedientes, y guardan silencio cuando el realizador se dispone a hacer la claqueta. En cuanto esta suena, clap, dos volcanes dialécticos entran en erupción de forma simultánea. Y este es el resultado.

Luis Fernández. Bueno, Rafa. Buen sitio San Mamés, ¿eh?

Rafa Guerrero. Fíjate, Luis: ser del Athletic y no poder decirlo por tu condición de árbitro, por el qué dirán, por miedo a que nunca te mandaran aquí a arbitrar... Escucha: Iribar, Sáez, Etxeberria, Beitia, Aranguren, Gisasola, Igartua, Larrauri, Betzuen, Ortuondo, Argoitia, Clemente, Arieta... El Athletic para mí es un sentimiento desde crío.

L. F. Pero, Rafa: tú me recitas la alineación de carrerilla y dices que eres del Athletic, pero muchas veces, cuando yo te tenía en la banda, no he sentido ese sentimiento, ¿eh?. Nos levantabas siempre la bandera. "¡Fuera de juego!".

R. G. ¿Tú sabes que yo lloré en San Mamés en pleno partido?

L. F. Sí, en tu primer partido después de aquel Zaragoza-Barça y el "No me jodas, Rafa", ¿no?

R. G. Correcto.

L. F. Cuando entraste al campo y te fuiste a aquella banda, todo el mundo se levantó para aplaudirte. Y yo pensando: "Todavía el partido no ha empezado y todo el mundo está aplaudiendo a un árbitro".

R. G. ¡A un linier! ¡Ni siquiera al árbitro, a un linier! Normalmente te insultan, pero allí era todo lo contrario. Era un Athletic-Logroñés. Yo había declarado que el fútbol no merecía la pena después de todo aquello.

L. F. Lo pasaste mal.

R. G. Muy mal. ¿A quién había matado yo?

L. F. A nadie.

R. G. Me había equivocado, sí, pero no podía estar escondido, como estuve una semana, ni ver a un hijo venir a casa llorando porque en el colegio le decían que su padre era un ladrón....

L. F. Y siendo de León, ¿cómo eres del Athletic?

R. G. En Castilla hubo un gran éxodo porque el trabajo estaba aquí, en Altos Hornos, en Bizkaia, y la gente de Castilla necesitaba salir a trabajar. Y en los veranos, siempre veías coches con matrícula BI, y venían los niños con los que antes jugabas en el colegio y que ahora se habían ido. Un día, un vecino, el padre de un amigo, vino de Bilbao, y en lugar de traerme un juguete me trajo un traje del Athletic, y pocos tenían entonces un traje porque eran momentos difíciles.

L. F. Y cuando te dan el traje del Athletic...

R. G. Uffff. Ese traje... Me iba a acostar, o hacía los deberes, y lo ponía en una silla y me pasaba horas mirándolo.

L. F. ¿Te das cuenta de un detalle? Es el destino. En tu peor momento, regresas en San Mamés.

R. G. ¡Claro! Y me vino todo eso a la cabeza: la camiseta, las medias, la infancia... Por eso me emocioné aquel día, por eso se me escapó una lágrima. Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, incluso retirarme aquel mismo día.

L. F. Fue una de las muchísimas veces que yo entendí por qué a San Mamés se le dice La Catedral: aquí hay un conocimiento del fútbol, un sentir, un conocer el juego, apoyar, presionar... Porque esta es una afición fuerte, ¿eh? Cuando entrabas a este campo te daban ganas de responder a esta afición, de que la afición estuviera contenta con tu trabajo. Fuerte pero cariñosa. Nada más llegar, mi familia y yo muy pronto nos sentimos integrados y queridos.

R. G. Eso es una suerte, porque como árbitro nunca te integras en ningún sitio, y casi siempre huyes de todos: no tienes una afición, no tienes a nadie. Y aquí, en La Catedral, en este campo, lo que yo sentí cuando dije que pensaba en dejar el arbitraje, y cuando salto al campo y todo el mundo canta: "Rafa no te vayas, Rafa quédate"... A mí se me cayeron las lágrimas. No había empezado el partido y se me caían las lágrimas. La única vez en mi vida, en 16 años en Primera División, me pasó aquí, en este campo que yo soñaba de pequeño y que era lo máximo. Y ahí me di cuenta de que esto no es solo un campo de fútbol. Es algo más.

L. F. Es diferente.

R. G. Yo vi aplaudir a Raúl en este campo, con un 0-5. Y esas cosa se te quedan.

L. F. Es una afición que conoce el fútbol, que lo vive.

R. G. Y un mes después de aquello, yo vuelvo con un Athletic-Sevilla. Marqué una falta que no era, y me dijiste: "Rafa, no me jodas". Y yo me quedé tan parado... que sonreí. Y dije: "Este es un tío cojonudo". Me dejaste helado, y me dije: "No le pito una falta más".

L. F. Aquí hemos ganado muchos partidos porque la afición te lleva. Aquí, cuando vienen el Madrid o el Barça... Escucha: cuando llego a Bilbao, el primer año tenemos un partido aquí contra el Barça de Ronaldo, Figo, Guardiola... Que ves a esa afición que les espera con ganas... Y esa noche, cuando tú ves el campo lleno, el campo con lluvia...

R. G. Es que aquí, si no hay lluvia no empieza el partido.

L. F. La lluvia siempre ayuda. Cuando tú empiezas a poner un poco de ritmo, a atacar, a presionar, todo eso ayuda. Le estás diciendo a ese Barcelona: "Si queréis ganar aquí, vais a tener que sudar". Y empezamos perdiendo 0-1, empató José Mari, y luego la falta de Julen, que marca ese segundo gol...

R. G. No se te olvidará nunca.

L. F. Al final del partido tuve un pequeño problemilla con Mourinho.

R. G. ¿Qué pasó con Mourinho?

L. F. Mourinho estaba de segundo, y Robson era el número uno, pero Mourinho se levantaba, y pedía falta, y gritaba... Estaba entrando un poco demasiado en juego, y yo estaba en el banquillo, lo tenía al lado, y lo veía más a él que a Robson.

R. G. "Estaba entrando un poco demasiado en juego". ¡Qué bueno!

L. F. Y en ese momento me levanté y le dije a Mourinho: "¡Hombre, que tú eres el número dos! ¡El número uno es Robson! Déjale a él, no te pongas aquí, déjanos a nosotros...". Fue una noche... Al ganarle al Barça, en mi primer año, me digo: el año que viene, el año del Centenario, y en ese año del Centenario le tenemos que traer algo a la afición. Trajimos a los jugadores que necesitábamos, hicimos una buena plantilla. Y ese año hay un partido, el último, contra el Zaragoza, que si ganamos somos segundos y jugamos la Champions. Tú no te puedes imaginar lo que fue en toda la ciudad, en el campo...

L. F. Otro momento importante para mí fue cuando me fui de Bilbao y volví con el Espanyol. Mi primer partido fue contra el Athletic, aquí. Y aquel recibimiento, cuando tú sales y la gente se levanta... Eso también marca.

R. G. ¡Hombre! Es que tú y yo, sin ser vascos, hemos llevado el sentimiento dentro. ¡Te lo hacen llevar!

L. F. Te lo meten bien dentro.

R. G. Aquí se respira el fútbol: el olor a hierba cortada, el resbalón, volver a la carga, la grada entregada... Además, si estaba un poco tranquila, ya te encargabas tú de agitarla...

L. F. Se le empuja, se le pide...

R. G. Yo te decía: "¡Luis, por favor!'. Y tú hacías así (Guerrero muestra las palmas de la mano a la altura de los hombros) y ya está. Tenías que hacerlo. Yo lo entendía. Por cierto, has hablado del partido del Zaragoza. Sacaste una ikurriña, y aquello fue ya el éxtasis.

L. F. Tenía ganas de hacer algo. Y cogí una bandera, que era la ikurriña, y empecé a darle unos pases, y todo el público: "Olé, olé, olé".

R. G. Los pases los das bien.

L. F. Después, algunos me dijeron: "¿Tú sabes que esa noche tú tenías la ikurriña, y la ikurriña para nosotros es algo que vale, que tiene mucho valor? Te lo perdonamos porque tú tenías ganas de hacer sentir que una filosofía como la del Athletic, cien años, consiguiera acabar segundo de la Liga, y llegar a la Liga de Campeones, en una Liga muy competitiva". Barça, Valencia, Madrid, Sevilla... Ellos tenían el presupuesto muy alto, y el Athletic tenía sus límites. Y con sus límites, lo logramos. Nunca olvidaré esa noche.

R. G. Yo tengo una anécdota curiosa: estuve arbitrando un Athletic-Sevilla... y lo hice en Anoeta.

L. F. ¡Claro! ¡Si estaba yo! El 0-0.

R. G. Yo me disgusté: que me toque el Athletic y se juegue en Anoeta... ¡No lo puedo soportar! Eso sí, lleno el campo.

L. F. ¡Lleno, lleno, lleno! Había una apuesta, porque Anoeta no se llenaba nunca. Y entonces, cuando pasó aquello, dijimos que nosotros les íbamos a enseñar cómo se llena un campo, y toda la afición fue a Anoeta. Campo lleno, domingo por la tarde, buena temperatura... y 0-0. ¿Te acuerdas de ese partido?

L. F. Yo te voy a decir una cosa: Zidane y Deschamps, que vinieron aquí con la Juventus en Liga de Campeones, cuando me hablan de San Mamés, lo hacen con mucho respeto. "Me gusta jugar en San Mamés porque hay ambiente de fútbol. Jugar ahí es un placer", te dicen.

R. G. O sea, que no es que lo digamos tú y yo, Luis y Rafa.

L. F. Te lo dicen los demás. Zidane me dijo a mí: "¿Jugar en San Mamés? Un placer". Karembeu y Boghossian: "Joder, qué ambiente, este es un ambiente de fútbol". Francia jugó aquí el Mundial de 1982 contra Inglaterra. Y aquí traje yo a Platini a jugar un amistoso conmigo, contra los veteranos del Athletic campeón de Liga. La única vez que yo jugué aquí.

R. G. ¿Y Platini estaba contento?

L. F. Le gustó mucho. Si tú le preguntas lo que es la filosofía del Athletic, le encanta.

* Unai Larrea es periodista y director de Un siglo y 90 minutos, documental que recoge la historia del campo de San Mamés y que DEIA pondrá a la venta el próximo domingo, 15 de septiembre, en formato DVD.