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sábado, 26 de mayo de 2012

No nos chupamos el dedo

Articulo publicado por Jon Uriarte en el diario El Correo el 26/05/12

Lo de echar el alquitrán en la A-1 justo cuando miles de aficionados van a recorrerla camino a la final no es cosa nueva para los aficionados rojiblancos


"¡Cómo sois los del Athletic!". Quien me lo soltó lo hizo con intenciones críticas. No entendía que fueramos 50.000 seguidores, de los cuales, la inmensa mayoría iban sin entrada. Como en los viejos tiempos. Como siempre. Por eso mostré orgullo ante la sentencia de mi interlocutor. Y acto seguido, le expliqué por qué lo hacemos. No se trata de fútbol. De hecho, en el artículo de hoy, no voy a mencionar el partido de ayer. Eso, es cosa de mis compañeros de deportes, que se han pasado hasta las tantas tecleando sus crónicas. Lo mío, éste sábado, es otra cosa. Hablarles del previo. De los días que precedieron a la final de Copa. Mucho hablar de la pitada, mucho pedir respeto, mucho ondear los valores democráticos y resulta que algunos, y algunas que todos sabemos, se han pasado por el forro el respeto al ciudadano. A ese y esa que, por cierto, pagan los sueldos a todos ellos y a todas ellas, religiosamente a fin de mes. Políticos, jueces, responsables públicos… Una tropa que volvió a mostrar lo que son, mucho antes de que pitara el árbitro.

Para empezar, lo kafkiano de permitir una manifestación falangista ese día. No perderé más tiempo en este sucio asunto. Después, el arrebato trabajador que les ha pegado en Fomento para abordar las obras de la A-1, justo el jueves y el viernes."Hacían falta", dirá alguno. "Es casualidad que se juegue la Copa", dirá otra. Y se quedarán tan anchos. Un servidor anda flojo de memoria en asuntos importantes. Pero en lo frugal, o al menos en lo aparentemente banal, soy un crack. Y es que, a veces, te lo ponen fácil. Resulta imposible no recordar estos días, que la genialidad de asfaltar la A-1 el día de la final y la jornada previa, sabiendo que saldrán centenares de autobuses y miles de coches y motos, nos es muy familiar. Porque también pasó en 2009, camino de Valencia.

Por entonces no viajaba mucho a la capital del Turia y creí a quienes nos dijeron que fue una casualidad. Pero la autovía Madrid-Bilbao la frecuento tanto que hasta me saluda el toro de Osborne. Y he de decir que, últimamente, el asunto de las obras había mejorado. De hecho, el miércoles tuve que desplazarme al Botxo y llegué, sin apenas problemas, en tres horas y 45 minutos. Cierto que recorridos 160 kilómetros solo estaba habilitado un carril y que llegando a Burgos la cosa no mejora, pero resultó llevadero. No fue una excepción. Lleva la A-1 dos meses que no es el infierno que era. Pero hete aquí que les da por echar el alquitrán justo cuando miles de aficionados van a recorrerla camino a la final. Y uno vuelve a recordar lo de 2009 y se le pone la vena del cuello como a un cantaor de jondo. "Dependen de la climatología", dirá un tercero. Perfecto. Que alguien me explique qué problema hay en esperar al lunes. ¿Torpeza o mala baba? Fíjense que yo creía que era lo primero. Pero también creí ver al ratoncito Pérez de niño. Inocente que es uno. Sobre todo, por lo que vino después.

Estaba un servidor esperando a familiares y amigos en Madrid, cuando comenzaron a llegarme llamadas encendidas. Unos, estaban en un control policial a 70 kilómetros de la villa regida por Doña Botella, en un punto kilométrico correspondiente al macro reino de Doña Aguirre. Ya saben, aquello de "abran el maletero, los papeles por favor…". Y lo mejor, la pregunta añadida: "¿a dónde e dirigen?". Que dan ganas de decir: "a una boda, agente, pero es que nos gusta ir vestidos del Athletic". Ojo, entre la Benemérita hay de todo, como en botica. Me contaban unos aficionados txirenes, que se han desplazado con unas vespas tuneadas, que no solo les trataron con deferencia sino que, además, les empujaron para arrancar una de las motos.

Pero eso no exime a Interior de lo que en general ha sucedido. Curioso que se dediquen a multar a todo aquél que porte bandera, bufanda o pañuelo en las ventanas. De 40 a 80 euros de multa, dependiendo de si es una cosa u otra. No digo yo que no sea una correcta aplicación de la ley, pero da que pensar. Luego que nadie diga en los medios, sean periodistas, contertulios o directamente políticos, que es hermoso ver llegar a los aficionados desde diferentes regiones cual 'serpiente multicolor'. Hipocresía y de la cara, visto el precio de la mordida. Pero no acaba aquí la cosa. El viernes continuaban los controles y, en esta ocasión, doy fe, paraban a la afición al grito y orden de "¡papeles del seguro!". Y la surrealista "Muéstreme las bombillas de recambio!". Encantadores. Y la hucha seguía engordando. Y la cola seguía creciendo. Y el cabreo…imagínenselo.

Lo peor, es que no es novedad. Recuerdo las largas colas por controles antes y, sobre todo, después de las finales contra el Betis en el 77, Barcelona en el 84 y Atlético en el 85. Hay cosas que no cambian. Y no son fruto de la casualidad. Damas y caballeros, nos podrán chulear, cobrar 200 euros por una entrada y multar con 80 euros. Incluso podrán azuzar el fuego para que un pitido se convierta en el protagonista de un encuentro de fútbol. Pero no nos van a quitar la dignidad. Somos mejores que ustedes. Porque, a pesar de que les importáramos menos que unos inodoros, que nos prohibieran abrir nuestra Athletic Hiria hasta el viernes y que nos han buscado las coquillas, hemos ido en masa. No por ustedes. Sino porque sabemos que en Madrid también hay buena gente. La mayoría, por cierto. Pero estamos, siempre lo diré, bajo la conjura de los necios. Y lo son tanto, que no entienden la suerte que tienen. Se llama Athletic. Y por él, iremos siempre a donde sea. Incluido al fin del Mundo. Otra cosa, es que no veamos lo evidente. Que quede muy claro: no nos chupamos el dedo.