Artículo publicado por Nagore Marcos en el diario Deia el 04/10/2018
Los Igartua y los Kasanova Pla viven el encuentro entre Athletic y Real Sociedad divididos por sus equipos, con un miembro en cada bando
Nadie es perfecto”, dice Amaya mientras mira a su marido. Están felizmente casados y tienen dos hijos, pero hay un problema. Oskar tiene un defecto que su mujer no termina de digerir: es del Athletic. Pero del Athletic de toda la vida. Y, claro, a un día del derbi de la temporada en San Mamés esa pasión por el club vizcaino es una tara que a Amaya le chirría demasiado. Porque ella es de Donostia y fiel seguidora de la Real Sociedad. Tanto que estuvo varios años abonada y, aunque ahora reside en Bilbao, no duda en cruzar la A-8 cada vez que puede para disfrutar del ambiente de Anoeta. Así que en el salón de este matrimonio tan solo hay un color en común, el blanco. El resto es un constante tira y afloja entre el rojo y el azul. Por eso, si las calles bilbainas desprenden un olor especial en la semana del derbi, este partido es mucho más especial para esta familia. “Al principio sí que teníamos más piques entre nosotros pero al final llevamos ya un montón de años juntos y es una cosa que ya está superada”, explica Oskar. Este rojiblanco heredó el carné de su abuelo, que ya era socio en aquellos años en los que el fútbol se veía de pie y el club te iba hasta la puerta de casa a cobrar el abono, y aunque reconoce que “nunca he tenido animadversión contra la Real”, su mujer sí que “tuvo que aguantar mucho en Ingenieros porque había mucho fanfarrón”.
“Me decía que iba a acabar siendo del Athletic, pero no”, bromea Amaya, quien asegura que en la universidad sí que tuvo que soportar burlas “como que si os vamos a ganar, que si os vamos a quitar a no sé quién...”;pero tras tantos años viviendo en el centro de Bilbao, ha aprendido a resistir en territorio enemigo: “Qué voy a hacer si no”, se resigna. Así pues, este matrimonio es el ejemplo perfecto de convivencia;aunque las espadas se ponen en alto cuando se les pregunta por las preferencias de sus dos hijos. “No hay hostilidades”, afirma Oskar. Porque su hija Naia posa con la camiseta rojiblanca mientras que su hijo Iñigo parece tener más preferencias txuri-urdines;aunque Amaya se resigna: “Viviendo en Bilbao es más fácil que sean del Athletic, llevo años mentalizándome, pero intentaré que sean de los dos equipos”.
Y justo es eso mismo lo que intentó Ernesto Igartua. Fiel seguidor de la Real Sociedad, hizo las maletas para trasladarse de Oñati a Deusto “por una bilbaina” y ahí, en el barrio tomatero gestaron a su hijo Ander. Y entonces, cuando Ernesto habla de su primogénito, vuelve a sonar la frase: “Nadie es perfecto”.
Porque este seguidor txuri-urdin tenía la esperanza de que su hijo abrazara también al equipo de sus amores, pero cómo iba a hacerlo si desde su habitación, nada más despertar, podía ver San Mamés. Con todo, Ander no se quita el estigma que deja tener un padre txuri-urdin: “Mis amigos me vacilan con que soy de la Real Sociedad porque como mi aita lo es...”. Y eso que lo dice con la camiseta del Athletic puesta, tras haber sido socio rojiblanco durante varias temporadas y después de haber militado en las categorías inferiores del club de Ibaigane. Padre e hijo son unos apasionados del fútbol: “A mi mujer la tenemos harta”, reconoce Ernesto;por eso viven los derbis con un entusiasmo único: “El ambiente de estos partidos siempre es especial y eso que, en mi caso, siempre he tenido a gente del Athletic alrededor. Siempre digo que llevo 30 años jugando fuera, como visitante, y da para mucho”, explica el progenitor. Así pues, los vaciles entre los Igartua se multiplican en la semana del derbi en La Catedral porque, como explica el propio Ernesto, “a mí no me gusta perder”. Con todo, el txuri-urdin dice “llevar bien” ser de la Real en territorio hostil y que se le caen los anillos por ir “cuatro o cinco veces al año a San Mamés a ver al Athletic” sencillamente porque le gusta el fútbol.
LA BOLILLA
Las tensiones entre padre e hijo aumentan cuando se les pregunta por el resultado de mañana. Y es que mientras que Ander firma un 2-1 a favor del Athletic, Ernesto quiere hacer sangre con un 1-3: “Va a ser un partido bonito y Bautista meterá unos cuantos goles porque ya que en Bilbao no tienen delantero centro... Hay que meter un poco de salsilla”, bromea. El de Oñati asegura que no tiene mal perder porque “llevo toda la vida aguantando vaciles por ser de la Real” y que, en caso de que su equipo pierda, no va a tener “ningún problema en salir el sábado con la camiseta txuri-urdin porque así la gente respeta más y no se meten tanto conmigo”. En el mismo bando, pero en Ledesma, Amaya tuerce el morro cuando se le cuestiona por un marcador: “No lo veo claro porque la Real está fatal”. Sin embargo, su marido Oskar, ataviado con la rojiblanca, sonríe: “Yo estoy muy contento con el Athletic, parece algo diferente al año pasado. Ante el Madrid y el Barcelona hemos plantado cara, el equipo demuestra mucha actitud y me gusta mucho el nuevo portero”.