Artículo publicado en el número 54 de la revista Athletic Club (Junio 2017)
En un deporte tan globalizado como el fútbol, la singularidad que mantiene el Athletic Club con su identidad y su filosofía le convierten en un club único. Una especificidad que se irradia a todos los ámbitos del Club: también los athleticzales son especiales, convirtiéndose en infinidad de ocasiones en verdaderos difusores y embajadores de esa idiosincrasia. El Athletic Club de Ilóm es un ejemplo.
En su creación jugó un papel determinante José María Ortiz, un vecino de Rekaldeberri que, por motivos laborales, cambió su residencia a Zizur Nagusia y al que el trabajo le llevó a desplazarse a Guatemala para participar en la construcción de la Central Hidroeléctrica de Xacbal Delta. Ubicada en el departamento de Quiché, en el municipio de Chajul, está situada a 135 kilómetros al noreste de la capital, una de las zonas más humildes del país. La población es en su mayoría indígena y descendientes directos de los antiguos Mayas y la población más importante es Nebaj (70.000 habitantes), situada a unos 50 km de Ilóm. Las carreteras son meras pistas sin asfaltar y la orografía de la región es muy abrupta. José María Ortiz aporta algún dato más de la zona: “Ilóm, con unos 900 habitantes, forma parte de la región Ixil. Tiene idioma propio, el maya ixil, y fue una zona muy castigada en la guerra civil que terminó en el año 1996. La Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, pertenece a esas comunidades”.
A pesar de las precariedades, la electricidad ha llegado a algunos hogares por medio de grupos electrógenos y baterías; junto a ellos llegaban los primeros televisores que recibían la señal a través de antenas parabólicas. Como no podía ser de otro modo, el contenido estrella era el fútbol. “Me llamó la atención la repercusión que tenía el fútbol internacional, las ligas europeas, y sobre todo el Real Madrid y el Barcelona. Es curioso, pero parece que no existen más equipos en el mundo”, señala Ortiz como recuerdo de sus primeros días en la zona. Tras dar a conocer la peculiar filosofía del Athletic Club en todas las conversaciones futbolísticas, llevó a varios trabajadores nativos de la zona a solicitar la colaboración de este ingeniero bilbaino para formar un equipo de fútbol en su aldea y poder competir contra pueblos cercanos de la zona. “Nada profesional, ni federado, simplemente se trataba de fútbol aficionado puro y duro. Dentro de la Responsabilidad Social de la empresa, se han destinado numerosos recursos para la formación, aprendizaje de oficios o la alfabetización, pero uno de los males endémicos de las comunidades autóctonas de la zona es
el alcoholismo, con lo que minimizarlo a través del deporte, me pareció una buena iniciativa que decidí apoyar a nivel personal”, indica el ingeniero.
Ajeno a la elección de los equipajes, la sorpresa de José María Ortiz fue mayúscula cuando le enseñaron que a las camisetas le habían colocado el escudo del Athletic. “Me comentaron entonces, que lo hicieron por simpatía y agradecimiento y que deseaban defender mis colores”. Inicialmente llamaron al equipo ‘Athletic Club de Bilbao’, “pero les corregí explicando que lo habitual era denominarlo Athletic Club de Ilóm. Bien entendido que el escudo sigue siendo el nuestro con el puente de San Antón y el Árbol de Gernika, incluidos”.
En su primera participación en el campeonato, “no nos creamos que se trata de algo federado” recalca Ortiz, el equipo ganó todos los encuentros de la primera vuelta, salvo un partido al que no pudieron acudir por falta de transporte; “única derrota y multa de 200 quetzales, 25 euros aproximadamente”. A pesar de que la segunda vuelta fue más irregular, se terminó en segunda posición clasificándose para la fase final. “Se pasaron las semifinales a doble partido, con sufrimiento, y se perdió en la final con el apretado resultado de 3-2”.
A la hora de elaborar este reportaje el equipo participa en otro campeonato que lidera con una ventaja de tres puntos. En cuanto al futuro, José María Ortiz, reconoce que las condiciones para que esta aventura perdure en el tiempo dependerá de los propios habitantes de la zona. “El proyecto de la Central Hidroeléctrica está prácticamente finalizado. Sin embargo, los futbolistas me han prometido que seguirán luchando por ese escudo. A nivel personal, esta aventura me ha servido para encontrarme más cerca de casa, a pesar de encontrarme en una zona olvidada del mundo”, concluye Ortiz