Artículo publicado por Arkaitz Aramendia en el diario Deia el 18/05/2017
El Athletic, destinado a ser el último rival del Atlético en el Calderón, ya cerró el Metropolitano en mayo de 1966
Atlético de Madrid y Athletic parecen destinados a mantener su legendaria unión hasta el fin de los días. Solo así puede entenderse que el conjunto bilbaino, además de figurar el domingo como último oponente de los colchoneros en el Vicente Calderón fuera también el último rival de los madrileños en el antiguo Metropolitano, que cerró sus puertas en 1966, hace ya más de medio siglo. El transcurrir de los acontecimientos ha querido que algo similar a lo ocurrido entonces se repita dentro de tres días, cuando el Atlético vuelva a despedirse de un estadio que pasará a ser historia al término de la temporada en beneficio de un nuevo coliseo, el Wanda Metropolitano, que tiene prevista su inauguración en septiembre.
El del domingo, no obstante, no será el último encuentro que albergue el Calderón, que será sede de la final de Copa que enfrentará a Barcelona y Alavés el próximo día 27. Los pupilos de Ernesto Valverde, por tanto, dejarán su huella en el feudo madrileño en el penúltimo encuentro oficial que se dispute en un estadio que, eso sí, no volverá a pisar el Atlético en competición oficial. Tampoco lo hicieron los locales, con el ilustre Metropolitano como hogar, después del envite copero que les midió con el Athletic el 7 de mayo de 1966, cuando los hombres dirigidos por Piru Gainza clausuraron el campo, que había sido inaugurado en 1923. Tamaño honor correspondió a los leones, que pasaron a la historia como último equipo visitante en el choque de ida de los cuartos de final de Copa, partido en el que los colchoneros se impusieron por 1-0 con gol del hondureño Cardona en el minuto 43.
En las gradas, a diferencia de lo que ocurrirá este domingo, nadie sabía que aquel iba a ser el último encuentro que albergaría un estadio que acompañó al Atlético durante 43 años de su vida. Pero así fue, porque en la vuelta, con la liga ya finalizada, los bilbainos lograron voltear la eliminatoria al vencer por 2-0 en San Mamés con tantos de Koldo Agirre y Ormaza. Así se fraguó el para muchos inesperado adiós del Metropolitano, abocado a despedirse del fútbol debido a la eliminación del Atlético en una cita a doble partido en la que los colchoneros mordieron el polvo pese a la victoria lograda por la mínima en la ida. “Jugar allí significaba enfrentarse a grandes jugadores en medio de un gran ambiente”, recuerda para DEIA José Mari Argoitia (Galdakao, 1940), que conoció de primera mano un campo que le trae “buenos recuerdos”.
“Siempre había mucha gente y eran partidos bonitos”, agrega el exjugador del Athletic, que fue titular en la última noche del Metropolitano, en la que el cuadro vizcaino salió de inicio con un once formado por: Iribar, Zorriketa, Etxeberria, Orue, Larrauri, Uriarte, Arieta II, Koldo Agirre, Ormaza, Argoitia y Lavin. Fueron los elegidos para saltar al césped a las 20.45 horas de un sábado que resultaría histórico a la postre, dada la relevancia del Metropolitano, que acababa de ver cómo el Atlético se proclamaba campeón de liga. Los terrenos, sin embargo, estaban vendidos para entonces y únicamente faltaba poner el punto final al recorrido de un estadio que daba sus últimos coletazos. Seguiría con vida mientras los colchoneros, con Domingo Balmanya en el banquillo continuaran en pie en una Copa en la que el Athletic se convirtió en histórico verdugo de los madrileños.
LLENO EN EL ADIÓS
Ajenos a ello, aún, llenaron las gradas los aficionados locales, que veían cómo avanzaban a gran velocidad las obras de un nuevo campo, junto al río, que se llamaría Estadio del Manzanares. Sería el escenario que relevaría en sus funciones al Metropolitano, que recibió la última visita en vida de los rojiblancos haciendo gala de su singularidad, pero también de su antigüedad. Para la década de los sesenta, no en vano, el estadio había quedado envejecido en comparación con otros recintos deportivos de primera talla como el Santiago Bernabéu, el Camp Nou, Mestalla o San Mamés.
Fue en La Catedral, sin ir más lejos, donde se certificó la defunción del Metropolitano con motivo de la eliminación copera del Atlético el 14 de mayo de 1966, aunque en el partido de ida disputado siete días antes nada resultó especial, ni distinto a lo habitual. Fue el partido número 515 que disputaron los madrileños como locales en aquel estadio, en el que el conjunto colchonero marcó 1.496 goles y se convirtió en un equipo campeón. Las lágrimas como consecuencia del cierre del campo llegarían después, sin que el balón rodara sobre un césped que quedó huérfano de fútbol hace 51 años. “Estuve en aquel encuentro y el domingo quizás pueda ver también el partido en el Calderón. Voy mañana a Madrid y quizás pueda quedarme para verlo”, apunta Argoitia.
A la espera de que el hogar actual del Atlético pase también a formar parte del pasado, los veteranos aficionados colchoneros recuerdan cómo tras quedar apeados de la Copa a manos de los leones en 1966, las máquinas solo tardaron cuatro días en entrar en el Metropolitano para convertir en escombros el que fuera catalogado como mejor campo a nivel estatal.
Unido a la imborrable huella del Metropolitano asoma el Athletic, el último oponente en rendirle visita antes del nacimiento del Vicente Calderón, que abrió sus puertas el 2 de octubre de 1966 y que, como sucedió con su predecesor, también reservará un lugar sumamente especial al club bilbaino, destinado a dejar de nuevo su sello el domingo en una cita cargada de emoción para una afición que se mudará de campo como hicieran los leones en septiembre de 2013. Entonces, el conjunto bilbaino, un ilustre conocido en las despedidas del Atlético de Madrid, abandonó la antigua Catedral para instalarse en el nuevo San Mamés, campo en el que los colchoneros, curiosamente, asoman como mejor visitante hasta la fecha con cuatro victorias y un empate en cinco partidos.