Venancio Pérez García nació en la localidad vizcaina de Sestao el 22 de abril de 1921. Sufrió una dura infancia, ya que su padre falleció cuando solamente contaba con seis años de edad.
Este sestaotarra, de la mejor cantera del Athletic de todos los tiempos, ingresó en la fábrica Earle para buscarse un porvenir. En su año de actividad profesional se llegó a cortar la primera falange de su dedo indice, en la mano derecha.
Estamos ante un deportista atípico en sus comienzos. Cuando hizo su período de mili en Vitoria toda su experiencia anterior se podía resumir así: unos cuantos partidillos de amigos en las calles, utilizando alpargatas en lugar de las botas reglamentarias.
Un buen día, para tener derecho al doble rancho y ser rebajado de los sevicios más molestos, Venancio, ni corto ni perezoso, se apuntó a la convocatoria de deportistas voluntarios. De ese modo coincidió con Martín, el mismo que llegaría a ser un fenomenal delantero centro en el F.C. Barcelona, y con el que se enfrentó en más de una ocasión en su época de "león".
Así las cosas, fue el servicio militar quien catapultó al de Sestao hacia el balompié, provocando lo que algunos expertos han definido como una explosión tardía. Pudo fichar por el Erandio en cuanto quedó libre de obligaciones castrenses, en 1944, a los 23 años de edad. Sus progresos eran ya tan meteóricos que por fuerza debía llamr la atención del Athletic Club. Estaba recuperando a marchas forzadas el tiempo perdido para la práctica del llamado deporte rey.
Dotado de una notable polivalencia, Venancio era capaz de jugar en cualquier puesto, excepción hecha del portero, sobre un terreno de juego. Si el entrenador le ponía de interior, le daba exactamente igual actuar en la banda derecha o en la izquierda.
En algunos partidos llegaría a ocupar la posición de delantero centro. Al final de su carrera futbolística hasta actuó de defensa central, por decisión de Fernando Daucik.
Su cesión al Barakaldo resultó de lo más polémica, ciertamente mayor de lo que se podía esperar. La afición de "La Catedral" se encontraba dividida con el sestaotarra que ahora nos ocupa. Estaba el sector que habia sabido apreciar sus goles, y luego el que solía expresar su enojo a base de gritos por los fallos de quien había alcanzado algo tarde la categoría de "león".
Tras un partido contra el Alcoyano, Venancio se reafirmó en la idea de que estaba capacitando para jugar junto a los "Cuatro Mosqueteros", como él mismo solía llamar a Iriondo, Zarra, Panizo y "Piru" Gainza. Así entró a formar parte de la gran historia rojiblanca y de la mítica delantera.
Durante sus años de permanencia al Club de los "leones" de San Mamés ganaría cuatro copas en total (las de 1945, 50, 55 y 56) y una liga (1956), el año de su retirada del fútbol activo. A lo largo de este tiempo participó en 167 partidos de liga, en 37 de copa y en 45 encuentros de carácter amistoso.
Su debut con la selección absoluta estatal tuvo lugar en Dublín. Siempre a las órdenes de Pedro Escartín, coincidió en el combinado hispano con hombres de la calidad del azulgrana Kubala.
Señalemos que su consagración como jugador de élite había surgido como un cohete, en el transcurso de la temporada 1948-49. Fue cuando ya definitivamente pasó del Barakaldo al Athletic de jugar en segunda división a primera como "león" y pronto a la internacionalidad absoluta.
Siempre supo compaginar la prática deportiva con su trabajo en Altos Hornos de Vizcaya. Con toda lógica, una vez retirado dedicaría sus energías laborales al negocio del hierro a tenor de la experiencia adquirida en la siderurgia.
Su último contacto con el Club sería ya como miembro de la Junta Directiva en la etapa del presidente Oraá.
Falleció el 28 de noviembre de 1994, en San Sebastián, víctima de una dolorosa enfermedad. Cientos de personas se darían obligada cita al día siguiente en la iglesia parroquial de Las Mercedes del barrio de Las Arenas (Getxo), donde vivía. Zarra, Iriondo y Gainza, los entonces tres supervivientes de la legendaria delantera, mostraron en publico su dolor, una profunda consternación, por el compañero deportivo desaparecido, por el amigo en suma. El Athletic estuvo muy bien representado en las honras fúnebres, con su presidente a la cabeza, José Mª Arrate, los miembros de la Junta Directiva, varios ex-mandatarios rojiblancos, jugadores en activo y diversos miembros del cuerpo técnico.
(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)