Translate

lunes, 19 de agosto de 2013

Cien años y tan vivo

Artículo publicado por Arkaitz Aramendia en el diario Deia el 19/08/13

El viejo San Mamés, reducido ya a la mínima expresión, cumple el miércoles cien años desde su primera cita con el Athletic. Su huella, eterna, continúa siendo resaltada por el mundo del fútbol



Pasado mañana, miércoles 21 de agosto de 2013, será una fecha especial. Haga calor o frío, luzca el sol o manden las nubes, el día traerá consigo el recuerdo de una cita histórica, mágica, tornada en leyenda de cuya existencia muchos han leído y oído hablar, pero que nadie alcanza a recordar. Por lo menos, no con la clarividencia que requiere la ocasión. Y es que en 48 horas, mientras agoniza, el viejo San Mamés podrá decir que por fin es centenario, que se habrá cumplido un siglo desde que albergó su primer partido.

Fue el 21 de agosto de 1913 un día que pasaría directamente a la historia por su significado futbolístico en Bilbao. San Mamés, entonces intacto y presto para la ocasión, asomó al mundo, cobró vida. Y lo hizo con el famoso partido que enfrentó, enmarcado dentro de un triangular veraniego, al Athletic y al Racing de Irún, invitado para la ocasión por su condición de campeón de ese año. El envite, que comenzó a las 17:15 horas y significó el primer lleno de San Mamés con 7.000 personas siguiendo el duelo en directo, terminó con empate a uno. Rafael Moreno Aranzadi, Pichichi, según narra la leyenda, fue el primer goleador del recién estrenado campo, aunque no faltaron las voces que adjudicaron dicho honor a Seve Zuazo, el delantero del equipo. Sea como fuere, con Pichichi como oficioso primer goleador de aquel encuentro que servía para inaugurar San Mamés, el nuevo hogar rojiblanco iniciaba un largo e imparable camino hacia su particular y brillante destino.

En la Gaceta del Norte, el prestigioso cronista José María Mateos elogiaba el aura de aquel imberbe San Mamés, tras la disputa de la final del citado triangular que el Athletic perdió (0-1) ante el Sheperd's Bush inglés, afirmando que "estupendo es poco y maravilloso no me parece bastante; colosalísimo puede acercarse más al juicio sobre el campo que ayer inauguró el Athletic".

Una serie de elogios que con en el transcurrir de los años se han ido reproduciendo en boca de distintas personalidades y figuras del mundo del fútbol, aunque la vieja Catedral, en su primera etapa, fuese "distinta" y "especial" para muchos de los que tuvieron la fortuna de conocerla. "San Mamés era aquel de madera; el nuevo resultó más árido y frío. Ya no era lo mismo", reflexionaba para este periódico el escritor Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923), preso de la nostalgia que acostumbran a provocar los recuerdos de épocas pasadas.

Son puntos de vista, recuerdos, basados en vivencias que sirven para reflejar el tremendo impacto que ha tenido a lo largo de sus cien años de historia el aclamado coliseo rojiblanco. "Algo más que un campo de fútbol", advertían ya los presentes cuando San Mamés apenas había cumplido sus primeros años de vida. Unos primeros compases respirando fútbol y dando cobijo a la afición rojiblanca, que comenzaron a marcar a fuego la identidad, el poso, de un campo "diferente".

Un símbolo

"Hablo como socio cuando digo que San Mamés ha sido un icono de Bilbao y Bizkaia. Recuerdo cuando los lunes te preguntaban si habías ido al fútbol el domingo y la respuesta era: No, fui a San Mamés", apuntaba José Luis Bilbao, días antes de que el campo echara el cierre el pasado mes de junio. Y es que el adiós del viejo hogar rojiblanco, entendido como el final de un cuento en el que el fútbol asomaba como un elemento de segundo orden, provocó mil y una reacciones presididas por la añoranza. Uno de los protagonistas que mejor define el impacto futbolístico y social de tamaño escenario ha sido José Ángel Iribar, símbolo también del Athletic. "He hecho unos 400 partidos en San Mamés entre jugador y entrenador. Eso marca quieras o no, por lo que para mí ha sido como mi otra casa o mi casa, porque al final no sé dónde he estado más tiempo", manifestaba el guardameta más laureado de cuantos tuvieron la oportunidad de pisar el verde de La Catedral. Un campo en el que, con el ya troceado arco luciendo en las alturas desde 1953, fueron muchas las estrellas que dejaron su impronta.

Entre otros, jugadores de la talla de Amancio Amaro y Emilio Butragueño disfrutaron de la magia de un campo "que sabía a fútbol". Ambos, en una entrevista concedida a este periódico el pasado mes de mayo, confesaban que junto con el resto de compañeros del Real Madrid venían "encantados" a Bilbao, toda vez que, aquel apreciado campo inaugurado en 1913, "era especial por el ambiente que se generaba en él". "San Mamés ha sido un templo del fútbol y cuando se va algo así hay una parte de nosotros que se va con ello", resaltaba Amancio, consciente del poso que ha dejado entre los propios futbolistas un campo con semejante significado. No en vano, después de haber sostenido sobre su césped las botas de otros ilustres futbolistas como Di Stéfano, Puskas, Maradona, Johan Cruyff, Kubala, Lothar Matthäus, Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Panenka o, ya en su etapa final, las de Romario, Ronaldo, Zidane, Rivaldo, Ronaldinho, Messi y Cristiano Ronaldo, la ya casi desaparecida Catedral emerge y emergerá de por vida como un campo sumamente atractivo para quienes sobre su verde se fajaron.

Vicente del Bosque, con DEIA como receptor de sus impresiones, lo reconocía: "Siempre había y hay un punto a favor del juego del equipo de casa, pero ha sido un campo grande, en el que se ha podido jugar y la gente del Athletic siempre ha reconocido a los que han jugado bien al fútbol, sean del propio equipo o del rival. Por ello, no fue un campo especialmente incómodo, al contrario, fue un campo agradable para jugar, aunque cuando el Athletic presionaba y empezaba a poner centro desde las bandas...".

Otros, como el exentrenador rojiblanco José Manuel Esnal Mané, confesaban que "la primera vez que fui a San Mamés me sentía en el cielo". La sensación, imborrable pasen los años que pasen, también alcanzó a Joaquín Caparrós, quien siempre ha tenido palabras de elogio y cariño para con un campo que "era colorido, garra, afición y, en definitiva, el fútbol más puro, ya que como decimos en Andalucía, ese campo ha tenido duende, ha sido especial".

Paso al futuro

Inolvidable, mágico, fabuloso, encantador...Muchos han sido los adjetivos que, ya fuese en los años 20, 30, 50, 70 o en las últimas décadas, han definido a La Catedral. "El Wembley vasco", fue también denominado por su condición de sede de los partidos de la selección de Euskadi, amén de servir de escenario en numerosos actos y conciertos para el recuerdo.

En definitiva, un campo de fútbol que fue más allá del fútbol y que aglutinó todos los ingredientes necesarios para hacer de cada partido, cada cita, una experiencia única. Así fue, desde aquel memorable 21 de agosto de 1913, como el viejo San Mamés creció y creció hasta convertirse en uno de los recintos deportivos más respetados por su idiosincrasia. Ese ADN, que también acompaña al Athletic y se espera que no haga sino trasladarse unos metros para llenar de magia el nuevo campo, que aspirará desde el próximo mes de septiembre a protagonizar otro siglo de fuertes y mágicas emociones.