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lunes, 28 de febrero de 2011
martes, 22 de febrero de 2011
Un escudo del Athletic Club en una iglesia de Trujillo (Caceres)
Antes que nada vamos a situarnos, nos encontramos en Trujillo (Caceres), y ahora vamos a centrarnos en uno de sus monumentos, la Iglesia de Santa María la Mayor.
La iglesia de Santa María la Mayor fue un edificio tardorrománico del siglo XIII del que se conservas escasos vestigios originales, pues fue reconstruida y ampliada en el siglo XVI en estilo gótico.
Actualmente es una extraordinariamente valiosa iglesia gótica de tres naves y cabecera poligonal, abovedada con crucería compleja.
La iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo tiene dos campanarios. Una de ella es la llamada Torre Nueva, erigida en el siglo XVI y rematada en el XVIII. Sin embargo, la más conocido es la otra torre, que algunos llaman "Torre Julia" porque algunos supusieron que se edificó en un solar ocupado por un monumento romano dedicado a Julio César.
Esta torre fue el campanario tardorrománico de la primera campaña del siglo XIII. Lo que vemos ahora es una reconstrucción realizada en en el siglo XX siguiendo fielmente su fisionomía en base a fotos antiguas y grabados de la época, pues lamentablemente la primitiva hubo de ser derribada en 1871.
El caso es que tan bello campanario sufrió diversos daños estructurales durante los terremotos de 1521 y 1755 y amenazaba con desplomarse sobre las viviendas cercanas, por lo que se decidió suprimirla.
En 1972, durante la reconstrucción de la Torre Julia de la iglesia de Santa María la Mayor, de Trujillo, Cáceres, el cantero Antonio Serván se tomó la licencia de tallar el escudo del Athletic de Bilbao, su club de fútbol favorito, en uno de sus capiteles. Este hecho desató una polémica que a punto estuvo de llevar a la cárcel al forofo cantero.
Al parecer, tanto el director técnico de la obra como el arquitecto, también seguidor del club bilbaíno, habían dado su visto bueno a esta iniciativa. La única condición que le pusieron al cantero era que no repitiese los motivos heráldicos de los 52 capiteles de la torre, como era tradición en el Románico. El resultado es que los turistas conocen mucho mejor la historia de la torre y se molestan en buscar el escudo, siendo visita inexcusable, sobre todo para los aficionados vizcaínos.
(Fuente: coscorronderazon.blogspot.com y www.arteguias.com)
La iglesia de Santa María la Mayor fue un edificio tardorrománico del siglo XIII del que se conservas escasos vestigios originales, pues fue reconstruida y ampliada en el siglo XVI en estilo gótico.
Actualmente es una extraordinariamente valiosa iglesia gótica de tres naves y cabecera poligonal, abovedada con crucería compleja.
La iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo tiene dos campanarios. Una de ella es la llamada Torre Nueva, erigida en el siglo XVI y rematada en el XVIII. Sin embargo, la más conocido es la otra torre, que algunos llaman "Torre Julia" porque algunos supusieron que se edificó en un solar ocupado por un monumento romano dedicado a Julio César.
Esta torre fue el campanario tardorrománico de la primera campaña del siglo XIII. Lo que vemos ahora es una reconstrucción realizada en en el siglo XX siguiendo fielmente su fisionomía en base a fotos antiguas y grabados de la época, pues lamentablemente la primitiva hubo de ser derribada en 1871.
El caso es que tan bello campanario sufrió diversos daños estructurales durante los terremotos de 1521 y 1755 y amenazaba con desplomarse sobre las viviendas cercanas, por lo que se decidió suprimirla.
En 1972, durante la reconstrucción de la Torre Julia de la iglesia de Santa María la Mayor, de Trujillo, Cáceres, el cantero Antonio Serván se tomó la licencia de tallar el escudo del Athletic de Bilbao, su club de fútbol favorito, en uno de sus capiteles. Este hecho desató una polémica que a punto estuvo de llevar a la cárcel al forofo cantero.
Al parecer, tanto el director técnico de la obra como el arquitecto, también seguidor del club bilbaíno, habían dado su visto bueno a esta iniciativa. La única condición que le pusieron al cantero era que no repitiese los motivos heráldicos de los 52 capiteles de la torre, como era tradición en el Románico. El resultado es que los turistas conocen mucho mejor la historia de la torre y se molestan en buscar el escudo, siendo visita inexcusable, sobre todo para los aficionados vizcaínos.
(Fuente: coscorronderazon.blogspot.com y www.arteguias.com)
Athletic CLUB de Bilbao, que quede claro...
El vídeo esta en euskera pero se entiende perfectamente. Al peque le intenta comer la oreja pero Ander lo tiene muy claro.
lunes, 21 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
Puro orgullo bilbaíno
Artículo publicado en el número 21 de la revista Athletic Club
(Abril 2009)
Javi Salgado, jugador de baloncesto
No se entiende Athletic sin Bilbao ni Bilbao sin Athletic. Ése es el resumen de lo que para cualquier bilbaíno significan las palabreas Athletic Club de Bilbao y para mí tienen, quizás, una mayor relevancia.
Creo sentir lo mismo con la camiseta del Iurbentia Bilbao Basket que los Yeste, Iraola o Llorente con la del Athletic.
Representar a tu ciudad al más alto nivel, en Europa en nuestro caso, te llena de orgullo e inunda de responsabilidad. Desde la capitanía del Bilbao Basket recibo el calor de una afición en muchos casos común y que debe repartir su corazón... como lo hacen muchos de mis amigos y yo mismo. Por ello, nuestro txoko sigue siendo nuestro templo del fútbol, en mi caso cuando me lo permiten mis obligaciones.
Y como recuerdo imborrable me quedará el 23 de mayo de 2004. Ese día toda la afición rojiblanca nos aplaudió desde el centro del campo de San Mamés con motivo de nuestro ascenso a la ACB.
Un homenaje que el Athletic nos ofreció y en el que desde la grada lo disfrutaba mi Aita, socio desde hace más de 20 años del Athletic y, por supuesto del Bilbao Basket. Quizás algún día podamos devolverle el homenaje.
(Abril 2009)
Javi Salgado, jugador de baloncesto
No se entiende Athletic sin Bilbao ni Bilbao sin Athletic. Ése es el resumen de lo que para cualquier bilbaíno significan las palabreas Athletic Club de Bilbao y para mí tienen, quizás, una mayor relevancia.
Creo sentir lo mismo con la camiseta del Iurbentia Bilbao Basket que los Yeste, Iraola o Llorente con la del Athletic.
Representar a tu ciudad al más alto nivel, en Europa en nuestro caso, te llena de orgullo e inunda de responsabilidad. Desde la capitanía del Bilbao Basket recibo el calor de una afición en muchos casos común y que debe repartir su corazón... como lo hacen muchos de mis amigos y yo mismo. Por ello, nuestro txoko sigue siendo nuestro templo del fútbol, en mi caso cuando me lo permiten mis obligaciones.
Y como recuerdo imborrable me quedará el 23 de mayo de 2004. Ese día toda la afición rojiblanca nos aplaudió desde el centro del campo de San Mamés con motivo de nuestro ascenso a la ACB.
Un homenaje que el Athletic nos ofreció y en el que desde la grada lo disfrutaba mi Aita, socio desde hace más de 20 años del Athletic y, por supuesto del Bilbao Basket. Quizás algún día podamos devolverle el homenaje.
miércoles, 16 de febrero de 2011
Guerra y éxodo
Fragmento de El otro árbol de Guernica de Luis de Castresana
...Un domingo vinieron Begoña y Monsieur Bogaerts a visitar a Santi y le trajeron dulces y un libro. Al marchar, Monsieur Bogaerts le preguntó si necesitaba algo. Santi siempre le había respondido que no porque realmente nunca le habia hecho falta nada, pero aquel domingo, mientras paseaba por el patio y veía a los españoles asomados a las ventanas del dormitorio y de la sala de la planta baja, Santi le confesó a Monsieur Bogaerts que le gustaría que le comprara una cosa.
-Muy bien -dijo el hombre-, ¿de qué se trata, Santi?
-Pues quisiera... quisiera una camiseta del Athletic de Bilbao.
Monsieur Bogaerts no sabía qué era el "Athletic de Bilbao". Santi le explicó que era el equipo de fútbol de Bilbao, el mejor de Españe, que en todo el país conociían el "Alirón, Alirón, el Atleti es campeón" y que a sus jugadores les llamaban "los leones de San Mamés".
-De acuerdo. Mañana mismo te compraré la camiseta -prometió el señor Bogaerts- y haré que te la manden en seguida. ¿Cuáles son los colores?
-Rojo y blanco -informó Santi-; rojo y blanco en grandes líneas verticales.
El martes por la mañana trajeron al "Fleury" un paquete para Santi, un paquete que le dieron cuando salía del comedor. Lo llevó al dormitorio y lo abrió: era la camiseta del Athletic de Bilbao. Por la tarde, después de clase, jugaron al fútbol. Como siempre, Raymond y Santi se encargaron de elegir los equipos. Lo hacían así: se separaban unos pasos, mirándose, y caminaban poniendo un pie delante del otro; el primero que pisaba con su pie el pie del contrario era el que empezaba a escoger jugadores.
Le tocó elegir a Santi y señaló a Manolín, que además de baracaldés era un jugador imponente y regateaba muy bien y era un gran extremo izquierda, aunque a veces pegaba punterazos y tiraba el balón al otro lado de la tapia. Raymon escogió a Josechu que era buen defensa. Así fueron escogiendo de uno en uno hasta completar los dos equipos. En el de Santi eran seis españoles y cinco belgas y en el de Raymond cuatro españoles -Josechu, Eugenio, Andrés y Javier Aguirre Albizu- y los demás belgas.
Cuando iban a empezar a jugar, Santi dijo que un momento. Subió al dormitorio, se puso la camiseta del Athletic de Bilbao, bajó y dijo que bueno, que podian empezar. Al principio ni Josechu ni Javier ni Andrés ni el conde dijeron nada; y jugaron. Al cabo de unos minutos Santi se quitó la camiseta y le dijo a Manolín:
-Póntela un rato, si quieres.
Manolín se la puso y unos minutos más tarde se la quitó y se la cedió a Fermín Careaga, que jugaba con el en la línea delantera. De pronto Javier gritó:
-Parad el juego.
Pararon el juego y Javier explicó:
-Yo no juego contra el Athletic de Bilbao.
-Me da no se que jugar contra el Atleti -confesó Eugenio-. Si mi equipo llevara la camiseta del Arenas, bueno, porque además no sería la primera vez que el Arenas le gana al Atleti. Pero yo tampoco quiero jugar con los belgas contra el Atleti.
Lo mismo dijeron Josechu y Andrés. Los cuatro deseaban pasarse al equipo de Santi porque era como si fuese el de San Mamés y porque tambíen ellos querían ponerse un rato la camiseta rojiblanca. Los dos capitanes decidieron cambiar impresiones.
-Te cambio a los cuatro españoles por cuatro belgas de mi equipo -propuso Santi-. ¿Va?
-Cómo cuatro españoles. Sólo hay tres -se extrañó Raymond.
-Cuatro -repitió Santi-. Andrés también es español.
-¿Que Andrés es español? -preguntó Raymond.
-Pues claro -dijo Santi. Y preguntó a Andrés:
-¿Tú qué eres, Andrés?
-Español. Si ellos pasan paso yo también, ¿verdad?
Se veía que tenía miedo de que Raymond y los demás belgas dijeran que no, que él no era español, que eso era una tontería. Había llegado el momento de la gran prueba; lo sabía. Quedó impaciente, expectante.
-Te advierto que no ha sido cosa de uno ni de dos. Le hemos hecho español entre todos -dijo Santi.
-Bueno -otorgó Raymond-, Andrés es español.
Y Andrés suspiró.
A Raymond no le interesaba el cambio porque Josechu y Andrés eran buenos defensas, Javier tiraba muy bien los "penaltis" y Eugenio daba unos cabezazos de miedo. Pero se conformó.
-Si ellos quieren cambiar de equipo...
Ellos querían. Pasaron al equipo de Santi. En el "Atletic de Bilbao" eran ahora diez españoles y un belga, que se llamaba Jacques. Santi le miró y comentó:
-Yo creo que deberíamos ser todos españoles. En el Atleti siempre ha jugado gente de casa.
Le explicó a Raymond que en el equipo bilbaíno no alineaban nunca a jugadores de fuera, porque Vizcaya daba buenos futbolistas y se bastaba con los que salían de su propia cantera. Raymond aceptó.
-Bueno...
Jacques salió un poco enfadado, aunque en el fondo no le acababa de gustar la idea de jugar él solo en un equipo de españoles. Hacía falta buscar un nuevo jugador español y sólo quedaban tres chicos fuera, que eran muy pequeños. Santi llamo a dos de ellos -el tercero, Valentín, estaba en la enfermería con anginas- y preguntó:
¿Quién de vosotros sabe jugar bien al fútbol?
Los dos aseguraron que ellos jugaban muy bien; pero Eusebio era demasiado pequeño y estaba un poco pachucho, así que Santi alineó al otro, que se llamaba Fermín y era de Bilbao. Para no armarse líos entre el Fermín bilbaíno y el Fermín baracaldés les llamaban a ambos por el nombre y el apellido.
Eran ahora once españoles contra once belgas y los once españoles se fueron vistiendo por turnos la camiseta del "Athletic de Bilbao" y jugarón como verdaderos leones, con unos pases largos y una combatividad que daba gloría verlos. Se entendían muy bien entre sí, diciendose en español "a Javier, a Javier que está solo", o "Aprovecha", "Pasa, tú" o "A mí a mí" y se animaban con grandes voces gritando: "Aupa" y "Que somos del Atleti que no se diga"; y ganaron por cinco a dos.
Luego se sentaron todos los vizcaínos bajo el roble, olvidados de sus viejas rencillas, y comentaron las incidencias del partido. Todos estaban orgullosos de haber llevado la camiseta del "Athletic de Bilbao". Porque pensaban, vagamente, que aquella camiseta les representaba a todos y era de todos: de Josechu, que era de Pedernales; y de Javier Aguirre Albizu, de Tomás y de Fermín que eran de Bilbao; y de Eugenio que era de Las Arenas; y de Julián que era de Lequeitio y era un portero que ni Zamora; y de José Luis, que era de Sestao; y de Andrés, de Manolín, de Fermín Careaga y de Santi. Y aunque en sus pueblos todos ellos hubieran querido llevar la camiseta de su equipo local, y no otra, allí, en el "Fleury", se sentian totalmente identificados y unidos con la del "Athletic de Bilbao", que era el equipo grande que mejor simbolizaba y encarnaba a toda la provincia...
Fragmento de El otro árbol de Guernica de Luis de Castresana
...Un domingo vinieron Begoña y Monsieur Bogaerts a visitar a Santi y le trajeron dulces y un libro. Al marchar, Monsieur Bogaerts le preguntó si necesitaba algo. Santi siempre le había respondido que no porque realmente nunca le habia hecho falta nada, pero aquel domingo, mientras paseaba por el patio y veía a los españoles asomados a las ventanas del dormitorio y de la sala de la planta baja, Santi le confesó a Monsieur Bogaerts que le gustaría que le comprara una cosa.
-Muy bien -dijo el hombre-, ¿de qué se trata, Santi?
-Pues quisiera... quisiera una camiseta del Athletic de Bilbao.
Monsieur Bogaerts no sabía qué era el "Athletic de Bilbao". Santi le explicó que era el equipo de fútbol de Bilbao, el mejor de Españe, que en todo el país conociían el "Alirón, Alirón, el Atleti es campeón" y que a sus jugadores les llamaban "los leones de San Mamés".
-De acuerdo. Mañana mismo te compraré la camiseta -prometió el señor Bogaerts- y haré que te la manden en seguida. ¿Cuáles son los colores?
-Rojo y blanco -informó Santi-; rojo y blanco en grandes líneas verticales.
El martes por la mañana trajeron al "Fleury" un paquete para Santi, un paquete que le dieron cuando salía del comedor. Lo llevó al dormitorio y lo abrió: era la camiseta del Athletic de Bilbao. Por la tarde, después de clase, jugaron al fútbol. Como siempre, Raymond y Santi se encargaron de elegir los equipos. Lo hacían así: se separaban unos pasos, mirándose, y caminaban poniendo un pie delante del otro; el primero que pisaba con su pie el pie del contrario era el que empezaba a escoger jugadores.
Le tocó elegir a Santi y señaló a Manolín, que además de baracaldés era un jugador imponente y regateaba muy bien y era un gran extremo izquierda, aunque a veces pegaba punterazos y tiraba el balón al otro lado de la tapia. Raymon escogió a Josechu que era buen defensa. Así fueron escogiendo de uno en uno hasta completar los dos equipos. En el de Santi eran seis españoles y cinco belgas y en el de Raymond cuatro españoles -Josechu, Eugenio, Andrés y Javier Aguirre Albizu- y los demás belgas.
Cuando iban a empezar a jugar, Santi dijo que un momento. Subió al dormitorio, se puso la camiseta del Athletic de Bilbao, bajó y dijo que bueno, que podian empezar. Al principio ni Josechu ni Javier ni Andrés ni el conde dijeron nada; y jugaron. Al cabo de unos minutos Santi se quitó la camiseta y le dijo a Manolín:
-Póntela un rato, si quieres.
Manolín se la puso y unos minutos más tarde se la quitó y se la cedió a Fermín Careaga, que jugaba con el en la línea delantera. De pronto Javier gritó:
-Parad el juego.
Pararon el juego y Javier explicó:
-Yo no juego contra el Athletic de Bilbao.
-Me da no se que jugar contra el Atleti -confesó Eugenio-. Si mi equipo llevara la camiseta del Arenas, bueno, porque además no sería la primera vez que el Arenas le gana al Atleti. Pero yo tampoco quiero jugar con los belgas contra el Atleti.
Lo mismo dijeron Josechu y Andrés. Los cuatro deseaban pasarse al equipo de Santi porque era como si fuese el de San Mamés y porque tambíen ellos querían ponerse un rato la camiseta rojiblanca. Los dos capitanes decidieron cambiar impresiones.
-Te cambio a los cuatro españoles por cuatro belgas de mi equipo -propuso Santi-. ¿Va?
-Cómo cuatro españoles. Sólo hay tres -se extrañó Raymond.
-Cuatro -repitió Santi-. Andrés también es español.
-¿Que Andrés es español? -preguntó Raymond.
-Pues claro -dijo Santi. Y preguntó a Andrés:
-¿Tú qué eres, Andrés?
-Español. Si ellos pasan paso yo también, ¿verdad?
Se veía que tenía miedo de que Raymond y los demás belgas dijeran que no, que él no era español, que eso era una tontería. Había llegado el momento de la gran prueba; lo sabía. Quedó impaciente, expectante.
-Te advierto que no ha sido cosa de uno ni de dos. Le hemos hecho español entre todos -dijo Santi.
-Bueno -otorgó Raymond-, Andrés es español.
Y Andrés suspiró.
A Raymond no le interesaba el cambio porque Josechu y Andrés eran buenos defensas, Javier tiraba muy bien los "penaltis" y Eugenio daba unos cabezazos de miedo. Pero se conformó.
-Si ellos quieren cambiar de equipo...
Ellos querían. Pasaron al equipo de Santi. En el "Atletic de Bilbao" eran ahora diez españoles y un belga, que se llamaba Jacques. Santi le miró y comentó:
-Yo creo que deberíamos ser todos españoles. En el Atleti siempre ha jugado gente de casa.
Le explicó a Raymond que en el equipo bilbaíno no alineaban nunca a jugadores de fuera, porque Vizcaya daba buenos futbolistas y se bastaba con los que salían de su propia cantera. Raymond aceptó.
-Bueno...
Jacques salió un poco enfadado, aunque en el fondo no le acababa de gustar la idea de jugar él solo en un equipo de españoles. Hacía falta buscar un nuevo jugador español y sólo quedaban tres chicos fuera, que eran muy pequeños. Santi llamo a dos de ellos -el tercero, Valentín, estaba en la enfermería con anginas- y preguntó:
¿Quién de vosotros sabe jugar bien al fútbol?
Los dos aseguraron que ellos jugaban muy bien; pero Eusebio era demasiado pequeño y estaba un poco pachucho, así que Santi alineó al otro, que se llamaba Fermín y era de Bilbao. Para no armarse líos entre el Fermín bilbaíno y el Fermín baracaldés les llamaban a ambos por el nombre y el apellido.
Eran ahora once españoles contra once belgas y los once españoles se fueron vistiendo por turnos la camiseta del "Athletic de Bilbao" y jugarón como verdaderos leones, con unos pases largos y una combatividad que daba gloría verlos. Se entendían muy bien entre sí, diciendose en español "a Javier, a Javier que está solo", o "Aprovecha", "Pasa, tú" o "A mí a mí" y se animaban con grandes voces gritando: "Aupa" y "Que somos del Atleti que no se diga"; y ganaron por cinco a dos.
Luego se sentaron todos los vizcaínos bajo el roble, olvidados de sus viejas rencillas, y comentaron las incidencias del partido. Todos estaban orgullosos de haber llevado la camiseta del "Athletic de Bilbao". Porque pensaban, vagamente, que aquella camiseta les representaba a todos y era de todos: de Josechu, que era de Pedernales; y de Javier Aguirre Albizu, de Tomás y de Fermín que eran de Bilbao; y de Eugenio que era de Las Arenas; y de Julián que era de Lequeitio y era un portero que ni Zamora; y de José Luis, que era de Sestao; y de Andrés, de Manolín, de Fermín Careaga y de Santi. Y aunque en sus pueblos todos ellos hubieran querido llevar la camiseta de su equipo local, y no otra, allí, en el "Fleury", se sentian totalmente identificados y unidos con la del "Athletic de Bilbao", que era el equipo grande que mejor simbolizaba y encarnaba a toda la provincia...
Fragmento de El otro árbol de Guernica de Luis de Castresana
martes, 15 de febrero de 2011
Esto es el Athletic...
Quizá no sea hoy, ni mañana, pero el futbol tiene los días contados. Hablo del de verdad. El del origen incierto, que creció en unas islas del norte para convertirse en deporte y en Rey. Ése, está en vías de extinción. Porque el fútbol, nacido plural, es ahora un asunto individual. Siempre he sostenido que uno de los graves errores de sus dirigentes fue intentar que se pareciera a otros. Todo por la pasta. Y les dio por seguir la máxima de "un jugador, una camiseta". Como si para vestirla no fuera necesario luchar. De ahí que muchos añoremos los tiempos en los que un equipo saltaba al campo con los números justos. Del uno al once. Punto. El jugador que se incorporaba, sabía que el suyo era dorsal con valor de suplente. Conseguir un número y hacerlo propio era un reto, no un regalo. Ahora en cambio, parece que estemos en el bingo. Quizá lo vean baladí, pero ahí arrancó parte del problema. Creer que antes de llegar ya estás de vuelta. No hace mucho, un futbolista podía ser resolutivo, jugador de segundas partes o titular según campo. Pero, si quería estar entre el once cantado por la afición, debía aportar un plus. Ahora en cambio, cada uno tiene su camiseta. Con sus seguidores, su contrato y su merchandising. Un número y siglas. Donde importa más la espalda, que el pecho. El nombre, que el escudo. Y luego están los medios de "incomunicación", que acentúan el error.
Ya no es que solo se hable de fútbol y no de otros deportes. Ni siquiera importa que los medios se centren en dos equipos y ninguneen al resto. Lo grave, es que tan solo se ocupan y preocupan de un puñado de futbolistas. Poco importa que ese día jueguen otros, tan dignos y respetables, una copa o media liga. Las portadas se llenarán con las ocurrencias de los galácticos y los informativos abrirán con sus gracietas. Eso, cuando no es noticia el corte de pelo del guapo delantero o la nueva espinillera del intocable medio punta. Mientras escribo esto, han arrancado el informativo de la noche con los abdominales de Cristiano en vez de hacerlo con el Sevilla, que ayer se jugó la vida en Europa. Y de esos polvos, son estos lodos. Siendo cuestión de debate el ánimo de un crack, no debería extrañarnos que meterle la pierna sea motivo de excomunión. Si por algunos fuera, una falta a Cristiano, Messi o a la estrella de turno merecería cadena perpetua, cuando no la horca. Por eso, lo de Amorebieta con Iniesta no fue una roja más. Fernando ve más tarjetas que un cajero. Deberá meditar sobre ello. Quizá solo necesite contar hasta diez antes de sacar a pasear la bota. De ello dependerá que sea el central por el que apostamos o el macarra que aborrecemos. Pero, más allá, existe un poso. Y está sucio. Es el que hace que una falta, fea o menos fea, se convierta en un asunto de Estado si la víctima es un vellocino de oro. Siempre sucedió. La lesión de Maradona a pies de Goiko se repite en televisión más que los Simpson. Curioso que nunca veamos la imagen completa. No hace falta acudir al NODO, está en internet. Minutos antes, Schuster le arrea la del pulpo al de Alonsotegi. Pero oiga, de eso nada. Como tampoco le recordarán los Manolos de la Cuatro, las Manolas de la Sexta o los fulanos del resto de canales, incluidos los cercanos, que un tal Julio Alberto le partió la pierna a Urkiaga en aquellos mismos años. Pero claro, Santi no era Dios, solo un siervo de San Mames. Y aquella cadencia puntual hacia el astro, ahora es ley. De tanto hablar sobre lo que cuesta un crack y su importancia, algunos se han creído que hay que jugar contra él sin marcharle la camiseta. No sea que se enfade y se lleve el balón. Otro ejemplo: la entrada de Xavi a Susaeta la noche del 5 de Enero. Susa acabó lesionado, pero el engominado árbitro estaba más preocupado por el estado del catalán que por otra cosa. Significativo. Llegados a este punto bueno será puntualizar, visto que hay mucho tuercebotas que ve lo que no es, que San Mames pita a Iniesta porque no le perdona su presunta exageración ante la entrada de Amorebieta. Justa o injusta, es la sentencia de La Catedral. La misma que aplaudió a Xavi la noche de Reyes pese a que el Athletic estaba, en ese momento, eliminado. Más allá de lo grande que es como jugador, su actitud, igual que la de Pujol, tanto en la final de Valencia como ese día, fue señorial. Y el que no entienda esto, es que no sabe de fútbol.
Porque el fútbol, es la magia del Barça, el palmarés del Madrid, el endiablado driblar de Messi, la rabona de Romario, el baile de Zidane, la electricidad de Cruiff y su naranja mecánica, la zurda divina de Maradona, el jogo bonito de Brasil y Pele, el Ajax de Van Basten o el Milan de Arrigo Sacchi. De hecho, también nosotros tuvimos la puntería de Zarra, la omnipresencia de Iribar, las zurdas de Rojo y Argote, la habilidad de Uriarte, las bicicletas de Sarabia…y así hasta el infinito. Pero el fútbol es mucho más. Es una canción que se canta en Anfield, un defensa contundente, el catenaccio, el gol injusto en el último minuto, el "patadón palante", el linier cegato, el penalti fallado, una carrera por la banda, el aplauso tras la derrota y hasta la liturgia del bocata. De ahí que el fútbol le deba mucho al Athletic. Porque le recuerda lo que le hizo grande y distinto. Aquello que le convirtió en algo más que un juego: Una filosofía de vida. La que nos recuerda que somos terrenales. Y que somos tribu. Un ejemplo: en la final de Valencia, mientras ellos coreaban el nombre de Messi, nosotros gritábamos Athletic. Y eso que en la última década hemos dependido en exceso de ciertos delanteros. Aun así, encumbramos a la categoría de Lehendakari a un jugador cenicienta que está viviendo un cuento que ya creía acabado. Porque el fútbol también es eso. Segundas partes y segundas oportunidades. El orgullo de ser, no por ganar sino por luchar. El último refugio de las utopías y de los sueños imposibles. El perfecto escenario para la épica. Donde el "somos" eclipsa el "soy". Que nadie se engañe. Hay caminos más cómodos y que dan más alegrías. Pero, a veces, el recorrido es más interesante que el destino. Por eso nos calificaron en su día como un caso único en el futbol mundial. Por eso en Bilbao solo hay un equipo. Por eso somos todos uno. Y por eso me emociono aun hoy, a mis 44 años, al escribir estas líneas. Porque somos leales al viejo futbol. Mientras otros hacen historia, el Athletic hace leyenda. No lo digo yo. Guardiola, que más allá del estilo del Barça ha logrado recuperar el valor del compromiso y el respeto por lo propio, no se cansa de alabarnos. Antes, ya vimos llorar a Juanito ante un San Mames que le aplaudía, pese a ser jugador non grato. Y no hace mucho hemos escuchado Michel afirmar que no eres futbolista si no has jugado en la Catedral. Porque ellos lo saben. Hay fútbol más allá del verde. Siempre digo que el día que la afición del Athletic haga la ola en San Mames me borro de socio. En el campo se juegan tres puntos. Fuera de él, mucho más. Por eso, no seremos el equipo del tiqui-taca, ni del tic-tac. Pero somos el Athletic. Somos el fútbol. Y merecemos respeto. Porque sin nosotros, se moriría. Ahora, que sigan hablando en los medios los ignorantes habituales de los intocables y sus ombligos. Que les rían las gracias y les doren la píldora. Puede que este deporte se juegue con los pies, pero está cada día más manoseado. Nosotros a lo nuestro. Somos el último reducto de lo que fue y de lo que debe ser. Por eso, digamos con orgullo, allá donde vayamos y en el idioma primigenio del futbol, "We are the Athletic, we are the football".
Jon Uriarte (Subdirector de "Protagonistas fin de semana" de Ramón García en Punto Radio)
Ya no es que solo se hable de fútbol y no de otros deportes. Ni siquiera importa que los medios se centren en dos equipos y ninguneen al resto. Lo grave, es que tan solo se ocupan y preocupan de un puñado de futbolistas. Poco importa que ese día jueguen otros, tan dignos y respetables, una copa o media liga. Las portadas se llenarán con las ocurrencias de los galácticos y los informativos abrirán con sus gracietas. Eso, cuando no es noticia el corte de pelo del guapo delantero o la nueva espinillera del intocable medio punta. Mientras escribo esto, han arrancado el informativo de la noche con los abdominales de Cristiano en vez de hacerlo con el Sevilla, que ayer se jugó la vida en Europa. Y de esos polvos, son estos lodos. Siendo cuestión de debate el ánimo de un crack, no debería extrañarnos que meterle la pierna sea motivo de excomunión. Si por algunos fuera, una falta a Cristiano, Messi o a la estrella de turno merecería cadena perpetua, cuando no la horca. Por eso, lo de Amorebieta con Iniesta no fue una roja más. Fernando ve más tarjetas que un cajero. Deberá meditar sobre ello. Quizá solo necesite contar hasta diez antes de sacar a pasear la bota. De ello dependerá que sea el central por el que apostamos o el macarra que aborrecemos. Pero, más allá, existe un poso. Y está sucio. Es el que hace que una falta, fea o menos fea, se convierta en un asunto de Estado si la víctima es un vellocino de oro. Siempre sucedió. La lesión de Maradona a pies de Goiko se repite en televisión más que los Simpson. Curioso que nunca veamos la imagen completa. No hace falta acudir al NODO, está en internet. Minutos antes, Schuster le arrea la del pulpo al de Alonsotegi. Pero oiga, de eso nada. Como tampoco le recordarán los Manolos de la Cuatro, las Manolas de la Sexta o los fulanos del resto de canales, incluidos los cercanos, que un tal Julio Alberto le partió la pierna a Urkiaga en aquellos mismos años. Pero claro, Santi no era Dios, solo un siervo de San Mames. Y aquella cadencia puntual hacia el astro, ahora es ley. De tanto hablar sobre lo que cuesta un crack y su importancia, algunos se han creído que hay que jugar contra él sin marcharle la camiseta. No sea que se enfade y se lleve el balón. Otro ejemplo: la entrada de Xavi a Susaeta la noche del 5 de Enero. Susa acabó lesionado, pero el engominado árbitro estaba más preocupado por el estado del catalán que por otra cosa. Significativo. Llegados a este punto bueno será puntualizar, visto que hay mucho tuercebotas que ve lo que no es, que San Mames pita a Iniesta porque no le perdona su presunta exageración ante la entrada de Amorebieta. Justa o injusta, es la sentencia de La Catedral. La misma que aplaudió a Xavi la noche de Reyes pese a que el Athletic estaba, en ese momento, eliminado. Más allá de lo grande que es como jugador, su actitud, igual que la de Pujol, tanto en la final de Valencia como ese día, fue señorial. Y el que no entienda esto, es que no sabe de fútbol.
Porque el fútbol, es la magia del Barça, el palmarés del Madrid, el endiablado driblar de Messi, la rabona de Romario, el baile de Zidane, la electricidad de Cruiff y su naranja mecánica, la zurda divina de Maradona, el jogo bonito de Brasil y Pele, el Ajax de Van Basten o el Milan de Arrigo Sacchi. De hecho, también nosotros tuvimos la puntería de Zarra, la omnipresencia de Iribar, las zurdas de Rojo y Argote, la habilidad de Uriarte, las bicicletas de Sarabia…y así hasta el infinito. Pero el fútbol es mucho más. Es una canción que se canta en Anfield, un defensa contundente, el catenaccio, el gol injusto en el último minuto, el "patadón palante", el linier cegato, el penalti fallado, una carrera por la banda, el aplauso tras la derrota y hasta la liturgia del bocata. De ahí que el fútbol le deba mucho al Athletic. Porque le recuerda lo que le hizo grande y distinto. Aquello que le convirtió en algo más que un juego: Una filosofía de vida. La que nos recuerda que somos terrenales. Y que somos tribu. Un ejemplo: en la final de Valencia, mientras ellos coreaban el nombre de Messi, nosotros gritábamos Athletic. Y eso que en la última década hemos dependido en exceso de ciertos delanteros. Aun así, encumbramos a la categoría de Lehendakari a un jugador cenicienta que está viviendo un cuento que ya creía acabado. Porque el fútbol también es eso. Segundas partes y segundas oportunidades. El orgullo de ser, no por ganar sino por luchar. El último refugio de las utopías y de los sueños imposibles. El perfecto escenario para la épica. Donde el "somos" eclipsa el "soy". Que nadie se engañe. Hay caminos más cómodos y que dan más alegrías. Pero, a veces, el recorrido es más interesante que el destino. Por eso nos calificaron en su día como un caso único en el futbol mundial. Por eso en Bilbao solo hay un equipo. Por eso somos todos uno. Y por eso me emociono aun hoy, a mis 44 años, al escribir estas líneas. Porque somos leales al viejo futbol. Mientras otros hacen historia, el Athletic hace leyenda. No lo digo yo. Guardiola, que más allá del estilo del Barça ha logrado recuperar el valor del compromiso y el respeto por lo propio, no se cansa de alabarnos. Antes, ya vimos llorar a Juanito ante un San Mames que le aplaudía, pese a ser jugador non grato. Y no hace mucho hemos escuchado Michel afirmar que no eres futbolista si no has jugado en la Catedral. Porque ellos lo saben. Hay fútbol más allá del verde. Siempre digo que el día que la afición del Athletic haga la ola en San Mames me borro de socio. En el campo se juegan tres puntos. Fuera de él, mucho más. Por eso, no seremos el equipo del tiqui-taca, ni del tic-tac. Pero somos el Athletic. Somos el fútbol. Y merecemos respeto. Porque sin nosotros, se moriría. Ahora, que sigan hablando en los medios los ignorantes habituales de los intocables y sus ombligos. Que les rían las gracias y les doren la píldora. Puede que este deporte se juegue con los pies, pero está cada día más manoseado. Nosotros a lo nuestro. Somos el último reducto de lo que fue y de lo que debe ser. Por eso, digamos con orgullo, allá donde vayamos y en el idioma primigenio del futbol, "We are the Athletic, we are the football".
Jon Uriarte (Subdirector de "Protagonistas fin de semana" de Ramón García en Punto Radio)
lunes, 7 de febrero de 2011
miércoles, 2 de febrero de 2011
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