Artículo publicado por Aitor Martínez en el diario Deia el 05/06/2014
Alain Arroyo, autor del último gol del viejo San Mamés, rememora para DEIA el histórico partido que hoy hace un año enfrentó al Athletic y la selección de Bizkaia. "Mis amigos me llamaban y me repetían: ¡La que has liado!"
Dicen que las casualidades no existen. ¿O sí? "Tal vez sí", responde Alain Arroyo (Bilbao, 1982). Su nombre, que quizá puede pasar desapercibido para la mayoría de los mortales, estuvo en boca de muchos hace exactamente un año. Suyo fue el último gol del viejo San Mamés en una fecha histórica, el 5 de junio de 2013, día en el que el Athletic y la selección de Bizkaia disputaron el último encuentro de un campo que ya ha pasado a mejor vida. Bajo el arco, sobre el verde césped que muchos seguidores guardan en sus hogares como un recuerdo imborrable, Arroyo aprovechó un asistencia de Unai Medina desde el costado derecho para batir, con un derechazo ajustado al palo, a Raúl Fernández. Aquel fue el primer y último tanto de una noche para la historia.
Pero como recuerda el propio futbolista, actualmente en las filas del Oviedo, "pude no haber estado allí". "La verdad es que no esperaba estar en ese partido -se sincera-. Fue un poco por casualidad. Se lesionó un jugador del Guadalajara (Alex García, ahora en el Sestao River) y me llamaron a última hora. Las cosas que se dan así por casualidad muchas veces suponen un motivo de alegría, y más para mí, que siempre he sido socio del Athletic. De esa forma me dieron la oportunidad de disfrutar del último partido en San Mamés, en el que además pude hacer gol".
Una llamada de última hora le permitió formar parte del espectáculo. Ser uno más de la histórica cita. "Estábamos en Córdoba, donde el día anterior habíamos certificado la permanencia del Mirandés en Segunda A. Había tres compañeros preseleccionados y yo lo daba por imposible. Ya pensaba que me iba a tocar verles desde la grada", explica mientras su cara dibuja una sonrisa enorme. "No me lo esperaba, la verdad", repite. "Además creo que esa noche ni me había acostado, pues estábamos celebrando la permanencia. Fue una doble alegría la de aquel fin de semana".
A eso se refiere Arroyo cuando habla de las casualidades, de que existen. De otro modo, su historia personal, grabada a fuego en la historia del ya derruido campo, hubiese sido bien distinta. Aunque los ecos de aquel gol apenas resuenan en el botxo, que aguarda con ansia la finalización de las obras del nuevo San Mamés y, con ello, la llegada de la Champions League, 16 años después, a Bilbao. "Ya nadie se acuerda de aquello. El tiempo pasa muy rápido y eso queda muy lejos ya", asegura entre risas. "Eso sí, los diez días posteriores al partido la gente si lo tuvo presente. Luego la chispa se fue apagando y fueron mis amigos y mi familia quienes más me lo recordaban".
Su teléfono no paró de sonar durante una semana. Todo eran felicitaciones: "¡La que has liado!, me repetía la cuadrilla". Pero casi tan rápido como le llegó el reconocimiento, este se esfumó. "La que sí me lo recuerda es mi mujer, que aprovechó que mi cumpleaños era al poco tiempo para regalarme una foto enmarcada de la celebración. Ella estaba con mi hijo recién nacido en la grada. También tenemos esa foto bien guardada", explica.
Recuerdo imborrable
Ese instante, y los anteriores, en los que su mente, y también la de Mikel Rico, dibujaron el gol, permanecen estancos en su memoria. "Rico empezó la jugada, abrió a banda, donde recibió Unai, que se pegó una carrera de la leche. Fue Rico quien me animó a llegar al área para rematar. Será que confiaba en mí", se ríe. "Centró Unai para Urko Vera, que iba al primer palo a rematar, pero la dejó pasar y tuve la fortuna de meter yo el gol", cuenta. En un encuentro de pocas ocasiones, como así recuerda Alain Arroyo, por su cabeza en ningún momento pasó la opción de hacer un gol: "¡Para nada! Creo que solo fui consciente de lo que había conseguido cuando quedaban pocos minutos para el final. Herrerín me tranquilizó, me aseguró que no le iban a meter ningún gol. No me quedaba otra que confiar. Los peores minutos fueron cuando empezaron a entrar Julen, Dani... San Mamés pedía que metiesen ellos, pero ya les metí yo caña a mis compañeros para que no fuera así. Pensé para mis adentros: Oye, que Julen ha hecho historia en San Mamés y yo también quiero".
Afortunadamente para Arroyo no hubo más tantos. Su gol quedará para la posteridad. Su nombre se ha hecho un hueco en la historia del viejo San Mamés y, por ende, del Athletic, el club de sus amores. El que ha mamado desde la cuna, por el que sufre como un aficionado más y, el que, de casualidad le permitió marcar el último gol en la historia de la ya derruida Catedral. "Igual dentro de unos años sale mi nombre en el Trivial cuando pregunten por el autor del último tanto en San Mamés. Si es así, echaremos unas risas. Pero bueno, ahora lo tengo como una anécdota que quedará grabada de por vida".
Con especial recuerdo guarda para sus adentros los minutos finales de aquel partido en el que el Athletic y la selección de Bizkaia despidieron para siempre el viejo campo. "Ver salir a todos aquellos jugadores me puso los pelos de punta. Creo que nos pilló a todos por sorpresa", confiesa Alain Arroyo. "Pero lo peor -prosigue- fue cuando entró Iribar al campo. No tuve ninguna ocasión, pero de haberla tenido no habría sabido qué hacer. Si tirarla fuera o qué. No quería que me pasasen el balón".
El atacante era un mar de dudas, aunque ello no le impidió disfrutar de la fiesta en la que se habían convertido los últimos minutos, cuando Iribar, Guerrero, Orbaiz, Dani o Andrinua hicieron acto de presencia. "Me hizo muchísima ilusión, aunque yo no sabía muy bien qué pintaba allí entre tanta estrella. Igual con quien más ilusión me hizo compartir el verde fue con Julen Guerrero, pues cuando yo empezaba a tomarme más en serio lo del fútbol coincidió con su época dorada. Tengo una foto con él después del partido enmarcada en casa". Un recuerdo imborrable tras una histórica casualidad. "Me quedo con el gol porque estaba mi familia en el campo", expone sin objeción alguna Alain Arroyo. El último goleador en el viejo San Mamés.