Ángel Duo Ahedo, CEO & Founder de Elastoquim
Ángel Duo Ahedo nació en Bilbao en el año 1962. Se crió, junto a sus otros tres hermanos, María Pilar, Ernesto y Roberto en Ciudad Jardín. Inició sus estudios en las escuelas de Tívoli, de allí pasó al Colegio Trueba y terminó la secundaria a unos cuantos kilómetros de Bilbao, interno en el Colegio Adventista de Sagunto. Este internado, reconoce, “me sirvió para formarme como persona”.
miércoles, 2 de febrero de 2022
“Llevo el Botxo en el corazón”
Artículo publicado por Tomás Ondarra en el número de Febrero de 2022 del periodico Bilbao
Recuerda una vida muy familiar, creció rodeado del ambiente de la Iglesia Adventista en Huertas de la Villa a donde sus padres le llevaron siendo un niño y no olvida las excursiones al monte los domingos, los partidos de fútbol en la plaza Moraza y en la Salve, y sus sesiones de patinaje en el Museo. “Enfrente de la puerta de Tívoli estaba la papelería de Martina donde comprábamos los cuadernos, bolígrafos y poco más. Todavía recuerdo los olores y cuando vuelvo a Bilbao, siguen siendo los mismos”.
Los domingos disfrutaba en la plaza Nueva cambiando cromos acompañado de su padre Ángel, su objetivo era completar primero la página de su Athletic.
En 1984 se casó con Gema. Abandonaron Bilbao para instalarse en Leioa. Tres años después su empresa de materias primas para la industria le ofreció un puesto como jefe de ventas en la oficina central de Barcelona. Tras cuatro años en la ciudad Condal, en 1991 se trasladó a Elche para fundar su propia empresa, Elastoquim, desde donde suministra en España y Portugal peróxidos orgánicos, sistemas de poliuretano, pastas colorantes… entre otros productos.
Cuando vuelve a Bilbao le gusta alojarse en el hotel Conde Duque, que le recuerda al barrio donde vivía su abuela, correr por el Campo Volantín, Arenal, puente del Arenal y muelle de Ripa hasta el Guggenheim y luego tomar unos pintxos con algún amigo en Ledesma o en Pozas.
Ángel tampoco perdona el café con leche en Urrestarazu con su bollo de mantequilla, el pastel de arroz o un buen milhojas.
“Esa idea del Bilbao enorme, eje del planeta, orgulloso de sus constumbres, pero a la vez, pequeño y manejable, el Botxo, me fascina. Aunque lleves mucho tiempo fuera y hayas echado raíces en otro lugar, al volver, sigue siendo tu Bilbao. Lo básico sigue ahí pero la evolución de la ciudad ha sido impresionante. Cuando hablo con gente de cualquier lugar que ha visitado Bilbao, hablan maravillas así que, si estábamos orgullosos cuando era gris y “feo”, ahora, mucho más. Cuando yo salí de Bilbao los foráneos se podían contar con los dedos de las manos y ahora es un porcentaje alto de la población, pero lo que percibo es que la ciudad los ha asimilado y son unos bilbainos más. Esto habla mucho y bien del carácter del bilbaino. Cuando alguien me pregunta donde vivo, obviamente digo que en Elche, pero seguido va “pero soy de Bilbao. ¡¡Ahivalahostia!!”.
Otra de sus pasiones es el Athletic. “En Bilbao hemos mamado todos el fútbol y el bacalao no solo se come sino que se celebra y se grita. Cuando el Athletic marca no son goles, son bacalaos. Recuerdo que me emocionaba cuando pasaba por mi barrio el camión de patatas Iribar y mi madre me quitaba la radio de debajo de la almohada porque me dormía escuchando el partido, o las noticias de nuestro equipo. Recuerdo lo que lloré el día de la final de la UEFA contra la Juventus y lo que celebramos las ligas y copas con Javi Clemente”.
En la temporada 98-99 fui a Turín para ver el partido con la Juve. “Empate a uno con gol de Julen y partidazo. Los italianos en la grada estaban impresionados. Fui al hotel de concentración y Luis Fernández me firmó la camiseta del centenario”.
Sus dos hijas Eider e Iraia aman la tierra de su padre, Ángel siempre les transmitió su pasión. “Mi padre, cuando va a Bilbao, se coloca la txapela aunque sea verano y en Elche, cada día ve el Teleberri”.
Reconoce que la vuelta no es sencilla pero “los bilbainos en la diáspora llevamos el botxo en el corazón y, donde estemos, somos de Bilbao. ¡¡Ahivalahostia!!