Artículo publicado en fifa.com el 08/03/2020
Es la segunda máxima goleadora histórica del Athletic Club. Ha ganado 3 ligas y sueña con conquistar la Copa. Destaca la gran labor del club para fomentar el fútbol femenino en la ciudad
Cuando a los tres años en su fiesta de cumpleaños prefirió patear los globos a abrir los regalos, su padre ya se dio cuenta. A la niña había que regalarle un balón. Y aunque a él, que jugó al balonmano, aquel deporte no le llamaba la atención no le importó volcarse con la pasión de hija.
Hoy, Érika Vázquez es una de las capitanas del Athletic Club cuyo escudo ha defendido las últimas 15 temporadas. Con tres títulos de liga, es la segunda máxima goleadora del histórico equipo vasco (260 goles), por detrás de un tal Telmo Zarra (335 goles). Para los despistados, el mítico jugador español fue el máximo anotador de la historia de la Primera División española durante más de 60 años.
“Nah, ya me lo he pensado y no tengo intención de romperle el récord”, dice pícara y estalla en una carcajada. La delantera contagia su alegría e ilusión por un deporte que ha visto crecer de manera exponencial en los últimos años.
La importancia de la formación
“Quien hubiera nacido diez años más tarde para disfrutar de lo que se viene”, suspira quien todavía se sorprende al ser profesional y no tener que compaginar entrenamientos matinales con un trabajo a tiempo parcial por las tardes para sobrevivir económicamente.
“Jamás había pensado que podía ser futbolista profesional. Crecí pensando que tendría que vivir de mis estudios y mi trabajo. De hecho, al principio trabajaba en el club, y le daba mucha importancia al trabajo. No tenía referentes y ni me planteaba la posibilidad de vivir del fútbol, me parecía irreal. Ahora es distinto, las niñas ya pueden crecer pensando en ser futbolistas”, señala.
Pero deja un valioso consejo a esta nuevas generaciones, tan aplicable a chicas como a chicos: “Que no dejen de formarse. Nosotras todavía no ganamos tanto como los chicos para retirarnos a los 40 y poder vivir de lo ahorrado. Todavía no estamos ahí. Y a los chicos, les recuerdo que no todos van a llegar a profesionales, y deben aprovechar el tiempo y seguir estudiando también, porque además, nunca sabes si se te puede cruzar una mala lesión”.
La goleadora se ha aplicado el cuento. Además de licenciada en Educación Física, ha completado los tres cursos de entrenadora y ahora estudia inglés y hace un curso de scouting.
El ejemplo del Athletic Club
Érika llegó al club bilbaíno procedente de un modesto equipo de Pamplona hace 15 años y desde entonces ha vivido en primera persona el crecimiento y consolidación del proyecto femenino. Hoy en día, FC Barcelona y Atlético de Madrid, han restado protagonismo en cuanto a títulos a las Leonas, pero el equipo sigue siendo un referente.
“El Athletic apostó muy pronto por la sección femenina, y ha ido avanzando, tal vez con pasos cortos, pero firmes. Cada vez que se implantaba una mejora, ya no había vuelta atrás. Nunca se le han quitado recursos al femenino para cubrir carencias en el masculino o juveniles. Aquí se ha invertido en cantera, se ha cuidado mucho esa base que es lo que nos sustenta”, explica. “Siempre nos han tratado igual que a los chicos, con los mejores servicios médicos, las mejores instalaciones, siempre hemos jugado en campos de hierba natural, nos han buscado los mejores horarios. Son cosas que se deben valorar”.
El club apuesta por una política de igualdad real que ha calado en la sociedad. A Érika todavía le choca que la reconozcan por la calle, que las esperen tras los partidos para pedirles autógrafos o ver a niños con la camiseta rojiblanca y su nombre impreso en la espalda. Son señales de que la sociedad está cambiando y que la igualdad futbolística ha calado en la ciudad. Y el club ha hecho una gran labor en ese proceso de normalización.
Se pudo comprobar en el mismísimo San Mamés. El impresionante estadio abrió sus puertas en enero de 2019 para la disputa de un partido de cuartos de final de la Copa de la Reina y 48.121 espectadores llenaron la Catedral en una jornada histórica.
“Uf, fue increíble”, recuerda, pero enseguida llama a la calma. “Nuestra realidad todavía no es esa. Llenas San Mamés un día que se dan muchas circunstancias. No llenaríamos todos los domingos. Lo que queremos es llenar Lezama todas las semanas, que el Barcelona llene el Estado Johann Cruyff. Yo no me quejo, porque nuestra afición siempre responde. Pero ojo. Esos partidos históricos son necesarios. Nos ponen en el foco, nos impulsan e ilusionan con el largo plazo. Y claro, nos emocionan mucho”.
A sus 37, luego de haber vivido el sueño de jugar un Mundial, el de Canadá 2015, todavía le queda cuerda y mucha ilusión: “Siempre he jugado al fútbol por hobby. Creo que eso es lo que me ha mantenido la ilusión. Juego porque me gusta, no porque tenga que hacerlo. Además, me han respetado las lesiones y tengo facilidad para recupera el tono físico”.
Confía en que la liga española se consolide como referente mundial, disfruta viendo cómo las jóvenes vienen pisando fuerte y sueña, sigue soñando: “Me hace mucha ilusión la Copa. A un partido puede pasar cualquier cosa”, sonríe.