Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 01//10/2017
En 2018, el Athletic cumplirá 120 años. La historia del club rojiblanco está repleta de fantásticos momentos, pero también de dificultades. Afortunadamente, han sido muchos más los primeros, lo que, sin embargo, no es óbice para que con cierta periodicidad aparezcan los segundos.
El momento que está atravesando el equipo es incómodo. Son ya cinco duelos seguidos sin lograr la victoria, lo que quedaría probablemente en una mera anécdota si, a pesar de no ganar, transmitiese otro tipo de sensaciones. Desafortunadamente, parece que cada encuentro empieza a pesar más y más a los jugadores. Da la sensación de que comenzamos a vivir con urgencias y que cada partido es más una amenaza que una oportunidad.
Para afrontar estas situaciones entiendo que lo primero que hay que hacer es reconocerlas, asumirlas y responsabilizarse. Reconocerlas es aceptar que éstas operan en el entorno. Asumirlas es hacerlas propias. Y responsabilizarse implica, entre otras cosas, saber responder ante ellas con la suficiente habilidad. Y responsabilizarse sobre todo en ser solidarios en busca del equilibrio, en tener las líneas juntas, tanto en ataque como en defensa. En ser agresivos en los marcajes y en el desarrollo del juego. En dar ayuda y apoyo al compañero. En la actitud para la finalización... Son pilares sobre los que construirse dentro y fuera como hábito en el día a día, y no como elemento puntual de la competición.
En estos momentos hay cosas más importantes que jugar bonito. Recuperar los valores principales de lo que significa competir en la élite en un deporte colectivo te da la fuerza como grupo para, independientemente de si juegas mejor o peor, puedes sacar los partidos adelante. Probablemente, es lo que más necesita el equipo en estos momentos.
La grave lesión de Iker Muniain ha sido un golpe duro para todos. Siendo la referencia del grupo, el navarro estaba en un gran momento, posiblemente en el mejor. Muniain y Athletic tienen similitudes. Iker levantándose nuevamente ante la adversidad de una grave lesión para volver con más fuerza, y el Athletic haciendo lo propio en un periodo de dudas para recuperar su juego. Ambos caminan juntos.
Caer en el fatalismo ahora, desde luego, no es una opción. La grandeza de este club sobre todo se muestra en estas situaciones: la pasión con la que todos le arropamos y defendemos, independientemente del momento en el que se encuentre.
¡Aurrera!