viernes, 20 de mayo de 2016

Guerrero, el mito que dijo 'agur' hace hoy diez años

Artículo publicado por Juanma Mallo en el diario El Correo el 20/05/2016

Hace hoy una década, contra el Barça, el mito rojiblanco vivió su último partido en el Athletic, en un duelo en el que nadie esperaba que supusiera el punto y final de su carrera: el portugalujo anunció su marcha dos meses después

Nadie lo esperaba. Ni mucho menos. Era un partido intrascendente, ante un Barça cargado de suplentes y meritorios, ya campeón de la Liga y de la Champions League. Ninguno de los espectadores que estaban en la grada, ni siquiera el protagonista de esta historia, sabía que vivía un momento histórico, un duelo que pasaría a la posteridad. Ganó el Athletic, 3-1, pero eso no es lo importante. ¡Qué va! Ese duelo, del que hoy se cumplen diez años, se convirtió en una fecha fundamental de la centenaria historia rojiblanca por una noticia que se conoció algo menos de dos meses después, el 11 de julio de 2006. En la mañana de esa jornada de verano, Julen Guerrero (Portugalete, ahora 42 años, entonces 32) se sentó en la sala de prensa de Ibaigane para anunciar que se retiraba. Que lo dejaba. Había energía, pero mejor apartarse. No pudo reprimir la emoción. Entre lágrimas, se despidió, tras 24 años. «Es el momento. Creo que le va a venir bien al Athletic y que vamos a salir mejor», confesó. De esta manera, aquel duelo frente al conjunto de Frank Rijkaard, disputado el 20 de mayo de 2006 a las 9 de la noche, se disfrazó del último jugado por el mito rojiblanco, un chaval que irrumpió en el primer equipo con una fuerza descomunal en 1992, de la mano de Jupp Heynckes. Con tanta destreza, que solo cinco meses más tarde ya lucía la camiseta de 'La Roja'.

Pero miremos una década atrás. Javier Clemente, técnico de aquel Athletic que padeció para salvarse -todavía quedaba un agudo sufrimiento la siguiente temporada-, le colocó en el césped en el minuto 58, en sustitución de Tiko. Poco más de media hora, la final de una carrera deportiva que acumuló 430 encuentros en el cuadro vizcaíno, con 116 dianas anotadas. Nadie lo sabía. Él tampoco. Pero hace diez años, el ídolo, ese joven que desataba el delirio allí por donde pasaba -mi compañero Jon Agiriano le calificó en su adiós en julio de 2006 como «el novio ideal y el yerno que toda madre desea para su hija»-, siempre con un punto de timidez, atento, abandonaba el balón, su vida. 'La Perla', así se le llamaba al portugalujo, rechazó poderosas ofertas para quedarse en Bilbao, corazón rojiblanco, afrontó aquel 20 de mayo su último partido con esa camiseta que, durante la fase final de su carrera, portó cada vez menos. A pesar de que le quedaba una temporada de contrato, que en aquella despedida, rodeado por sus compañeros -acudieron con la ropa de entrenamiento, directamente desde Lezama, en el autobús del equipo, después de que Félix Sarriugarte, el técnico, les adelantase lo que iba a ocurrir-, afirmó que aún disfrutaba de «fuerzas» para continuar, decidió dejarlo.

Su protagonismo, ese carácter de indiscutible que le habían concedido casi todos los entrenadores, había descendido en las últimas cuatro campañas en el Athletic. Pasó de promediar 31,5 duelos en sus primeros diez ejercicios, a poco más de 14 en ese crepúsculo. No contaba con unas condiciones físicas espectaculares, no era un atleta, ni mucho menos, pero disfrutaba de otras características excelentes: tenía clase, una capacidad innata para leer el juego y, sobre todo, para conocer dónde iba a ir el balón en el área. Parecía que dibujaba en su mente la trayectoria de la pelota antes de que ocurriera, y allí se desplazaba para sumar un tanto a la cuenta del Athletic.

Fuente: Canal YouTube TVAthleticClub



Se ganó a la hinchada, se convirtió en ese ídolo que espoleaba a la grada de San Mamés -una estrella pop-, incluso en aquella época en la que no disfrutaba de minutos, que estaba condenado al banquillo. Siempre un grito: «¡Julen, Julen!». Era el modo que tenía la afición de agradecer a este futbolista todo lo que había dado al Athletic; por ejemplo, esas 28 dianas que anotó en los primeros 73 duelos a las órdenes de Heynckes. Siempre indiscutible, el espejo: el antecesor de los Messi, Cristiano y compañía; los niños querían su camiseta con el '8', era el dorsal deseado. El ídolo.

Le tentaron muchos. Pero José María Arrate le renovó por diez temporadas (hasta 2007), y le convirtió en capitán, con solo 21 años, lo que provocó ciertos reparos en la plantilla, que se siente agraviada. Y él tampoco gozaba de la fortaleza de carácter para tomar el timón del grupo. Aún así, su rendimiento se mantuvo, e incluso gozó de una papel principal en la clasificación para la Liga de Campeones, con 15 dianas en el ejercicio 1996-97. Continuó varios cursos a un notable nivel, con esa melena rubia al viento, hasta que se produjo ese doloroso bajón. Después de cuatro campañas duras, aquel 20 de mayo de 2006 disputó su último encuentro.

Pero nadie lo sabía. Sí se conocía que era la despedida de Felipe Guréndez, que se marchó después de diez temporadas como rojiblanco. Y anotó el vitoriano una diana de bella factura, mientras el público se entretenía en pedir la dimisión de Fernando Lamikiz. Había sido una campaña dura, demasiado complicada, y la grada dictó sentencia en aquel duelo, ajena a que vivía un instante histórico: el inesperado último partido de 'La Perla', de Julen Guerrero, el último mito rojiblanco. Hoy se cumplen diez años.