sábado, 2 de mayo de 2015

Agur, sir Andoni Iraola

Articulo publicado por Jon Uriarte en la sección 'El Piscolabis' de el diario El Correo (02/05/2015)

Jon Uriarte
Uno de los grandes capitanes del Athletic se va. Y con él se lleva días de fino fútbol. Pero sobre todo, su maleta cargada con unos valores que ya no se estilan

Uno nace donde le toca y muere donde se tercia. Pero algunos, pocos, pueden elegir dónde vivir. Iraola lo hizo. Y ese lugar se llama Athletic. Porque su ubicación va más allá de Bilbao o de Bizkaia. Está empadronado en un Club. Ese, en el que encaja como un guante. Están hechos el uno para el otro. Por eso su marcha nos duele. Pero se entiende. No quiere morir como jugador en su amado San Mamés, cuando aún le queda fútbol en las piernas. Detalle de tipo grande. Y dice mucho de él. Me recuerda a lo hecho por el mítico Txetxu Rojo, que también se fue antes de que le invitaran a irse. Cuestión de estilo. Por eso estas líneas. Vista la reacción de la afición resulta obligado hablar de él en este botxero rincón. Al fin y al cabo, Iraola es el ejemplo de que uno de Bilbao nace donde le da la gana. Incluido cierto lugar llamado Usurbil.

Las profundas razones de este adiós, unilateral y meditado, las sabe él y quizá sus cercanos. Pero a nadie se le escapa que ha tenido que ser duro vivir los días grises en que la cabeza decía una cosa y el cuerpo otra. Porque querer no siempre es poder. Y un hombre honesto no acostumbra a vivir en las medias tintas. Iraola no sabe engañar. Empezando por sí mismo. Lo ha demostrado durante 16 años en Lezama y lo hemos visto a lo largo de las 12 temporadas en el primer equipo. Quiso Caparrós, y muchos de dentro y fuera de aquél banquillo, que metiera más la pierna. Todo, por aquello de que si vienen balón y rival solo debe pasar uno. Pero Andoni dijo no. Lo hizo a su manera. En el verde. Porque era como pedir a Robin Hood que robara a los pobres. Una cosa es ser ladrón de balones y otra quitarlo sin flecha fina y con violencia. Jokin lo entendió. Había otras botas para tal menester. Incluso en el Athletic. Pero no las de Iraola. Las suyas guardan manos disfrazadas de pies. Y nos han dado alegrías. A veces en forma de gol. Casi todas de pase. Pero nos quedamos con otras. Con las de fantasía.

Magia

"Será un partido que me apetecerá ver dentro de 15 años". Es una de las frases que dejó en la atmósfera de la sala de prensa de Lezama, para que la respiren las próximas generaciones. Y se entiende. Porque la eliminatoria frente Manchester United ya es leyenda. Pero parecen demasiados años. Un servidor la ve cuando le entra morriña de noches con glamour. En los medios serios de las islas que hablan la lengua inglesa del balón llevan toda la semana recordando cierta jugada de aquél partido. Sobre todo en Inglaterra. Hablamos del casi gol. La del baile de salón sobre la alfombra de césped. Cuando dribló a medio United mientras el resto no sabía si entrarle o aplaudirle. Dicen que el gol es el corazón del fútbol. Cierto. Pero hay jugadas que saben como un beso robado. No será perfecto ni tendrá final feliz. Y aún así, nunca lo olvidas. Como aquella jugada. Pensándolo bien, el balón fue sensato. Si llega a entrar se cae San Mamés y la Basílica de Begoña. Además no hacía falta. Íbamos ganando. Pero en ese instante ganamos otra cosa. Magia. Y la magia, no se explica. Se siente.

Uno de los capitanes se va. No hablamos de un brazalete. De hecho, quizá por su carácter, nunca ha sido de comer orejas arbitrales. Algo que muchos lamentamos. Pero cada cual es como es. Y hablamos de una buena persona. Demasiado. De esas que ya no se estilan. Sobre todo en una Liga que estos días está demostrando su categoría. Apenas hemos visto fuera de nuestra tierra reportaje o titular alguno sobre el fino jugador guipuzcoano. Nada raro teniendo en cuenta que tampoco se desmelenaron por un señor llamado Carles Pujol. Y eso que lleva más laureles que equipos enteros. Pero se lleva más hablar de jugadores de dorsal que de futbolistas de escudo. Y así nos va. Por eso duele este adiós, cuando muchos veíamos en la posición de interior una prórroga. Pero solo Andoni sabe cómo está Iraola. Y ha decidido colgar la camiseta del Athletic tras luchar por su último sueño. Una Copa que siempre mereció.

El 30 de mayo le tocará contar a los suyos en el vestuario que quiere irse a lo grande. Que puestos a sacar el pañuelo, prefiere uno rojo y blanco y en el balcón del ayuntamiento. Y que lleve olor a ría, a gloria y a gabarra. Porque así, dentro de 15 años, tendría otro partido para ver. El de la Final. La que lleva punto y aparte. No sabemos dónde irá después. Pero deseamos que lleve una Copa en la maleta. Al fin y al cabo, la buena gente merece finales felices. Agur Sir Andoni Iraola, dandy de la línea blanca y caballero de un viejo fútbol que no debería morir.