domingo, 30 de noviembre de 2014
We are Football
Artículo publicado en el número 40 de la revista Athletic Club (Diciembre 2013)
Jon Uriarte (Kazetaria / Periodista)
Son muchas las ocasiones en las que he respondido qué significa ser del Athletic, con palabras o por escrito. Pero quedan cosas por decir. Cuando vives lejos de casa la respuesta multiplica las razones. Cada día soy más del Athletic Club. Porque somos eso, un club de gentes unidas por un puñado de valores que nacieron en el idioma primigenio del balón. No hay otro igual. En Bizkaia es algo evidente. Pero fuera la sensación crece. He hablado con paisanos que viven en Nueva Zelanda o en Canadá y lo primero que te preguntan es por el resultado del Athletic. Y si creen que exagero, aquí les dejo un puñado de razones.
He visto cosas que algunos no creerían. A un hombre en Hervás mostrar ante la peña del Athletic a su hijo recién nacido, a modo de bautismo. A niños peloteando con la camiseta de los ídolos de San Mamés en las playas de Argentina. Y a una aficionada de Linares proclamar que si un día abandonamos nuestra filosofía dejará de ser seguidora. Lo mismo me confesó otro de Londres, más inglés que Bond, y una parisina, con tres hijos más rojiblancos que Ibaigane. Y lo mantienen, pese a saber que ello cierra las puertas a la sangre de su sangre. Una paradoja solo posible en nuestro Club. Allá donde solo caben los épicos y los utópicos, para quienes es más importante ser y estar, que estar sin saber quién eres. Donde las Cenicientas pueden cumplir su sueño y si te dejas el alma puedes llegar a Lehendakari. Somos un club surrealista en el que un portero sale a hombros tras perder una Copa y acaban naciendo leyenda y canción. Hijos de una tierra que, para festejar títulos, utiliza la embarcación más humilde y la convierte en nao gloriosa. Allá donde el futuro de un arco es motivo de debate y elegimos proximidad y sonoridad por encima de comodidad. Un Club en el que los foráneos entregan flores al busto de un hombre con nombre de gol. Un equipo que tiene otro campo, pero sigue siendo el mismo, girado 90 grados hacia el futuro. Un templo que, a falta de una pared, continúa impresionando. Porque San Mamés sigue cumpliendo años. Nunca dejó de existir. Explique eso a alguien que no es de los nuestros. Y aún hay más.
He conocido a gente que recorrió medio mundo para ir a una Final sabiendo que vencer era imposible. He visto llorar a un hombre porque su hijo no sabe lo que es ganar una Copa y, aún así, es fiel al Athletic. He hablado con rivales legendarios que se han confesado admiradores de nuestro campo, afición y filosofía. He pillado a jugadores buscando en su pasado un pasaporte hacia Lezama. He comprobado su sorpresa al descubrir que, en contra de la lógica, seguimos siendo de Primera. He contemplado la envidia al ver en nosotros lo que ellos dejaron de ser y su perplejidad al escuchar a 40.000 almas animar a nuestras jugadoras. He derramado lágrimas de orgullo al contemplar a la afición llevando en volandas al autobús hacia unos octavos de Final, abrumar al Teatro de los Sueños e impresionar para siempre a las hordas del Liverpool, Newcastle, Juventus o Sporting de Portugal. He sido testigo de cómo empatábamos ante Inglaterra y casi ganamos a Brasil. He visto aplaudir a jugadores odiados, tras partidos memorables. He vivido tardes en las que toda una grada indicaba un pase o advertía de la presencia de un contrario. He contemplado el abrazo de dos desconocidos tras un gol y cuarenta años verles seguir haciéndolo, pese a desconocer el uno el nombre del otro. He escuchado a Zubi contar cómo en 1984, cuando nos jugábamos media Liga en Valencia, Ellacuría y los suyos estaban sitiados bajo la balasera en El Salvador. Y el jesuita preguntó -¿Cuál es la situación?-. Su compañero Jon Sobrino, que escuchaba la radio internacional, respondió -Hay esperanza. ¡Noriega acaba de meter un gol!-.
Por todo ello, cuando me preguntan qué significa ser de nuestro Club, digo lo mismo: Todo. Somos una capital con un balón de dos colores. Ni queremos, ni caben más. El único referente que nos une sin fisuras es el Athletic. Un Club que no solo representa a una villa, una tierra y un pueblo. Es mucho más. Es football. Tal y como fue creado. De ahí que siempre proclame a los cuatro vientos, “We are Athletic, we are Football”. Porque lo único que permanece original, en este espectáculo que nació deporte y acabó siendo negocio, es nuestro Club. No creo en nada, más allá de San Mamés, la familia y la cuadrilla. Pero si un día resucito, lo primero que preguntaré será: “¿Qué ha hecho el Athletic?"
Jon Uriarte (Kazetaria / Periodista)
Son muchas las ocasiones en las que he respondido qué significa ser del Athletic, con palabras o por escrito. Pero quedan cosas por decir. Cuando vives lejos de casa la respuesta multiplica las razones. Cada día soy más del Athletic Club. Porque somos eso, un club de gentes unidas por un puñado de valores que nacieron en el idioma primigenio del balón. No hay otro igual. En Bizkaia es algo evidente. Pero fuera la sensación crece. He hablado con paisanos que viven en Nueva Zelanda o en Canadá y lo primero que te preguntan es por el resultado del Athletic. Y si creen que exagero, aquí les dejo un puñado de razones.
He visto cosas que algunos no creerían. A un hombre en Hervás mostrar ante la peña del Athletic a su hijo recién nacido, a modo de bautismo. A niños peloteando con la camiseta de los ídolos de San Mamés en las playas de Argentina. Y a una aficionada de Linares proclamar que si un día abandonamos nuestra filosofía dejará de ser seguidora. Lo mismo me confesó otro de Londres, más inglés que Bond, y una parisina, con tres hijos más rojiblancos que Ibaigane. Y lo mantienen, pese a saber que ello cierra las puertas a la sangre de su sangre. Una paradoja solo posible en nuestro Club. Allá donde solo caben los épicos y los utópicos, para quienes es más importante ser y estar, que estar sin saber quién eres. Donde las Cenicientas pueden cumplir su sueño y si te dejas el alma puedes llegar a Lehendakari. Somos un club surrealista en el que un portero sale a hombros tras perder una Copa y acaban naciendo leyenda y canción. Hijos de una tierra que, para festejar títulos, utiliza la embarcación más humilde y la convierte en nao gloriosa. Allá donde el futuro de un arco es motivo de debate y elegimos proximidad y sonoridad por encima de comodidad. Un Club en el que los foráneos entregan flores al busto de un hombre con nombre de gol. Un equipo que tiene otro campo, pero sigue siendo el mismo, girado 90 grados hacia el futuro. Un templo que, a falta de una pared, continúa impresionando. Porque San Mamés sigue cumpliendo años. Nunca dejó de existir. Explique eso a alguien que no es de los nuestros. Y aún hay más.
He conocido a gente que recorrió medio mundo para ir a una Final sabiendo que vencer era imposible. He visto llorar a un hombre porque su hijo no sabe lo que es ganar una Copa y, aún así, es fiel al Athletic. He hablado con rivales legendarios que se han confesado admiradores de nuestro campo, afición y filosofía. He pillado a jugadores buscando en su pasado un pasaporte hacia Lezama. He comprobado su sorpresa al descubrir que, en contra de la lógica, seguimos siendo de Primera. He contemplado la envidia al ver en nosotros lo que ellos dejaron de ser y su perplejidad al escuchar a 40.000 almas animar a nuestras jugadoras. He derramado lágrimas de orgullo al contemplar a la afición llevando en volandas al autobús hacia unos octavos de Final, abrumar al Teatro de los Sueños e impresionar para siempre a las hordas del Liverpool, Newcastle, Juventus o Sporting de Portugal. He sido testigo de cómo empatábamos ante Inglaterra y casi ganamos a Brasil. He visto aplaudir a jugadores odiados, tras partidos memorables. He vivido tardes en las que toda una grada indicaba un pase o advertía de la presencia de un contrario. He contemplado el abrazo de dos desconocidos tras un gol y cuarenta años verles seguir haciéndolo, pese a desconocer el uno el nombre del otro. He escuchado a Zubi contar cómo en 1984, cuando nos jugábamos media Liga en Valencia, Ellacuría y los suyos estaban sitiados bajo la balasera en El Salvador. Y el jesuita preguntó -¿Cuál es la situación?-. Su compañero Jon Sobrino, que escuchaba la radio internacional, respondió -Hay esperanza. ¡Noriega acaba de meter un gol!-.
Por todo ello, cuando me preguntan qué significa ser de nuestro Club, digo lo mismo: Todo. Somos una capital con un balón de dos colores. Ni queremos, ni caben más. El único referente que nos une sin fisuras es el Athletic. Un Club que no solo representa a una villa, una tierra y un pueblo. Es mucho más. Es football. Tal y como fue creado. De ahí que siempre proclame a los cuatro vientos, “We are Athletic, we are Football”. Porque lo único que permanece original, en este espectáculo que nació deporte y acabó siendo negocio, es nuestro Club. No creo en nada, más allá de San Mamés, la familia y la cuadrilla. Pero si un día resucito, lo primero que preguntaré será: “¿Qué ha hecho el Athletic?"
sábado, 29 de noviembre de 2014
Athletic Club vs Selecciones
Reportaje publicado en el número 41 de la revista Athletic Club (Marzo 2014)
No es un hecho muy frecuente en Europa que los equipos se enfrenten a combinados nacionales en partidos amistosos, algo que sí se ha producido en numerosas ocasiones en el fútbol sudamericano. Este tipo de envites, siempre de carácter amistoso, suelen proliferar en la antesala de los grandes torneos como la Copa del Mundo o la Eurocopa, en lo que respecta al Viejo Continente.
Las selecciones, al objeto de prepararse con vistas a tomar parte en una de esas grandes citas, aceptan muchas veces la invitación de los clubes para medir sus fuerzas en un partido que resulta atractivo para las aficiones de los equipos locales. Lógicamente, el evento se ajusta a las necesidades del ilustre visitante, el conjunto que representa a un país, así que habitualmente se celebra en plena temporada o al final de ella. Por lo general, se acepta de manera puntual una serie de cambios en el reglamento como, por ejemplo, que pueda haber más sustituciones que las que marca la norma.
En el caso concreto del Athletic Club, a lo largo de su historia ha disputado un total de siete choques internacionales de esta índole contra seis combinados nacionales diferentes. La primera selección que pisó el césped del mítico San Mamés para jugar contra el Athletic Club fue la de Uruguay, que lo hizo en dos ocasiones en abril de 1924. México, Inglaterra, Polonia, Brasil y Paraguay, por ese orden cronológico, completan la lista de los visitantes distinguidos.
Con casi once años de existencia, San Mamés vivió su primera experiencia internacional entre el Athletic Club y un combinado nacional el 20 de abril de 1924. El rival fue Uruguay, que cruzó el Atlántico para realizar una gira europea con vistas a los Juegos Olímpicos de París de ese mismo año. La alineación rojiblanca estuvo formada por Vidal, Rousse, Duñabeitia, P. Belauste, J.M. Belauste, Legarreta, Cantolla, Laca, Larraza, Larrakoetxea y Acedo, a las órdenes de Mr. Pentland. El árbitro uruguayo Atilio Minoli, que viajaba con la expedición celeste, dirigió la contienda que acabó con triunfo foráneo (1-2). Al día siguiente, volvió a repetirse el duelo, esta vez con el club rojiblanco reforzado con los jugadores del Arenas de Getxo, Vallana, Peña e Ibaibarriaga, y Serrano de la Mata como juez de choque, que volvió a decantarse del lado celeste (0-2).
En la selección de Uruguay destacaban el capitán José Nasazzi, la ‘Perla Negra’ José Leandro Andrade, el primer gran futbolista negro, el goleador Pedro Petrone, autor de tres de los cuatro tantos que encajaron los leones (el otro lo marcó Andrade) y considerado como el primer delantero centro moderno de la historia, y el legendario Héctor Scarone. Se estaba fraguando una auténtica selección que acabó finalmente adjudicándose la medalla de oro en París, y en los siguientes Juegos Olímpicos de Amberes (1928) y dos años más tarde, siete de los que vinieron a Bilbao se alzaron con la primera Copa del Mundo. La modalidad de fútbol en los Juegos Olímpicos del 1924 y 1928, entonces protagonizada por selecciones absolutas, fue organizada en ambos casos por la FIFA. Por eso, Uruguay se autoproclama tetracampeón del mundo, y de ahí el motivo de las cuatro estrellas en el escudo de su camiseta. Lo cierto es que ha conquistado diecinueve competiciones oficiales reconocidas por la FIFA, récord a nivel mundial en las selecciones.
Habrá que esperar 25 años para vivir un acontecimiento similar. En concreto, el 30 de noviembre de 1949, el Athletic Club disputó un amistoso contra la selección de México, que al año siguiente logró el acceso al Mundial. El encuentro ante la tricolor, cuya recaudación fue a beneficio de la Mutualidad Vizcaina de Fútbol, resultó ser todo un espectáculo para el público congregado, que fue testigo de la contundente victoria bilbaina por 6-3 (Zarra 3. Panizo, Venancio e Iriondo). José Iraragorri alineó a Lezama, Celaya, Aramberri, Orue, Manolín, Canito, Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza (Bilbao).
La tercera selección que se enfrentó al club rojiblanco fue Inglaterra. Dada la proximidad del Mundial de 1982, y toda vez que los ingleses como cabezas de serie eligieron Bilbao para alojarse (Hotel Los Tamarises de Getxo) y disputar en La Catedral sus tres partidos de la primera fase, el equipo dirigido entonces por Ron Greenwood aceptó jugar el 23 de marzo de ese año en el partido de homenaje que se rindió a Txetxu Rojo, que se retiraba del fútbol en activo tras permanecer 17 temporadas en el Club. En un principio, la intención de los ‘Pross’ era enfrentarse en un amistoso a Francia, pero como el sorteo mundialista emparejó a ambos en el mismo grupo, los galos cambiaron de oponente (Irlanda del Norte) e Inglaterra apostó por San Mamés y así, meterse al público bilbaino en el bolsillo para su cita ante los ‘bleus’, más próximos geográficamente e instalados en Donostia para su preparación. La estrella de los isleños, Kevin Keegan, también se hizo querer: «Me gustaría que la final se jugara en San Mamés». Bilbao se alineó definitivamente con Inglaterra. Bajo las órdenes de Javier Clemente, saltaron al césped Zubizarreta, Urkiaga, De la Fuente (Purroy), Liceranzu, Goikoetxea, Gallego, Noriega, Sola (Merayo), Sarabia, Rojo I (Tirapu) y Argote. Por parte de Inglaterra, que contó con la ausencia del meta Shilton, fueron de la partida Corrigan, Mills, Thompson, Foster, Sansom, Coppel, Robson, Keegan, Brooking, Regis (Withe) y Morley. Urizar Azpitarte pitó aquel encuentro que finalizó en tablas (1-1). El legendario Kevin Keegan adelantó a los visitantes con un gol en el 37’, aunque Sarabia restableció la igualada definitiva a los 67’. Por primera vez en su historia, Inglaterra disputaba un encuentro testimonial ante un club no británico bajo el nombre de ‘England’ (anteriormente ya lo había hecho pero con las siglas FA XI, Football Association Eleven).
Poco más de un mes después, el 4 de mayo, fue la selección polaca la que visitó La Catedral, en el tradicional Homenaje al Socio. Polonia fue la gran revelación en la cita mundialista que se organizó ese año en el Estado español al concluir en tercera posición por detrás de los finalistas Italia y Alemania. En la cita de San Mamés, los comandados por Antoni Piechniczek vencieron con suma facilidad por 1-4 a los leones. Los tantos de Buncol, Iwan, Janas y Smolarek hicieron inútil el gol de Txetxu Gallego. La afición rojiblanca tuvo el privilegio de ver a uno de los equipos que mejor fútbol practicó en el
Mundial, con el central Zmuda, el extremo Smolarek (fallecido el año pasado) y, sobre todo, el espectacular Boniek, que acabó triunfando en la Juventus de Turín.
En 1998, el Athletic Club celebró los cien años de su fundación y para conmemorarlo organizó una serie de actos, tales como los conciertos del tenor Luciano Pavarotti y de la banda británica de rock, The Rolling Stones, celebrados en La Catedral, y una caravana itinerante que recorrió los pueblos de Bizkaia. Asimismo, se llevó a cabo un multitudinario Congreso de Peñas rojiblancas en el Parque de Etxebarria. Incluso Correos emitió un sello con un valor de las antiguas 35 pesetas. Pero el evento principal fue el partido que disputaron el Athletic Club y la selección de Brasil, vigente campeona del mundo, el 31 de mayo de 1998, diez días antes del comienzo del Mundial ,en el que la ‘canarinha’ quedó subcampeona. En la Catedral nunca antes se había visto a tanto crack junto sobre el césped.
Por parte del Athletic Club, que acababa de proclamarse subcampeón de Liga posibilitando su participación en la Champions League, el técnico Luis Fernández hizo jugar a Valencia, Lacruz, Lasa, Carlos García (Larrazabal), Ferreira, Urrutia (José Mari), Javi González (Bermejo), Nagore, Ziganda (Urzaiz), Alkiza (Huegun) y Jorge Pérez (Sendoa). Cabe destacar la ausencia de Guerrero, Etxeberria, Alkorta y Ríos, concentrados con la selección española. Por otro lado, el seleccionador Mario ‘Lobo’ Zagalo puso en escena a Taff arel, Cafú (Zé Carlos), Aldair, Junior Baiano, Roberto Carlos, Doriva, César Sampaio (Leonardo), Giovanni (Denilson), Rivaldo, Bebeto (Edmundo) y Ronaldo. El encuentro en sí no fue todo lo vibrante que se presuponía (1-1, Carlos García/Rivaldo), a pesar de que fue anunciado como el mayor espectáculo del mundo, pero el éxito radicó en haber traido a esa ‘NBA’ futbolística. El entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange, testigo directo del envite, afirmó sentirse “muy orgulloso” de haber acudido a Bilbao, al tiempo que señaló que “ha sido un grandioso espectáculo acorde con la categoría de un club centenario”. Tampoco faltó la tradicional ofrenda floral a Pichichi a cargo del capitán Aldair, central de la Roma. En las inmediaciones del túnel de vestuarios del majestuoso estadio carioca de Maracaná, más parecido a un túnel del tiempo por su decorativos paneles fotográficos con los más grandes futbolistas de la historia reciente de la ‘canarinha’, se recordaba en una pared aquel partido conmemorativo del Centenario con una grandísima fotografía en la que aparecen los rojiblancos Lacruz y Carlos García disputando un balón con Rivaldo. Se desconoce si con la reciente remodelación del templo del fútbol mundial (será la sede de la final de Brasil’14), la instantánea sigue siendo invitada de excepción.
La última referencia de estos amistosos especiales data del 3 de marzo de 2010. Con la finalidad de recaudar fondos para los clubes bizkainos, el Athletic Club se enfrentó en San Mamés a Paraguay, dirigido desde el banquillo por Gerardo ‘Tata’ Martino, actual entrenador del FC Barcelona. Cardozo, por doble partida, y Santa Cruz dieron la victoria a los guaraníes, mientras que Díaz de Cerio hizo el gol de la honra (1-3). Joaquín Caparrós empleó un equipo con bastantes ‘cachorros’, que estuvo formado por Armando, Ustaritz, Bordas (X. Etxebarria), Santamaría, Galán (Ramalho), David López (Aketxe), Muñoz, Iturraspe, Yeste (Iñigo Pérez), Etxeberria (De Marcos) y Díaz de Cerio. Al margen de estos encuentros internacionales, el Athletic Club midió sus fuerzas ante una ‘selección’ de los mejores futbolistas del Estado español en los años 20, con motivo de la celebración del 25º aniversario de nuestro Club. Fue el 10 de junio de 1923, y los rojiblancos derrotaron a este combinado por 2-1. Y el 12 de febrero de 1997, San Mamés acogió un amistoso entre los veteranos rojiblancos que se adjudicaron las Ligas de 1982/83 y 1983/84 y los de la selección francesa vencedora de la Eurocopa’84, liderados por Platini, Giresse, Luis Fernández, Rocheteau y Bossis, entre otros. El dinero recaudado fue para los niños de la Escuela de Huérfanos La Casilla de Umbe.
No es un hecho muy frecuente en Europa que los equipos se enfrenten a combinados nacionales en partidos amistosos, algo que sí se ha producido en numerosas ocasiones en el fútbol sudamericano. Este tipo de envites, siempre de carácter amistoso, suelen proliferar en la antesala de los grandes torneos como la Copa del Mundo o la Eurocopa, en lo que respecta al Viejo Continente.
Las selecciones, al objeto de prepararse con vistas a tomar parte en una de esas grandes citas, aceptan muchas veces la invitación de los clubes para medir sus fuerzas en un partido que resulta atractivo para las aficiones de los equipos locales. Lógicamente, el evento se ajusta a las necesidades del ilustre visitante, el conjunto que representa a un país, así que habitualmente se celebra en plena temporada o al final de ella. Por lo general, se acepta de manera puntual una serie de cambios en el reglamento como, por ejemplo, que pueda haber más sustituciones que las que marca la norma.
En el caso concreto del Athletic Club, a lo largo de su historia ha disputado un total de siete choques internacionales de esta índole contra seis combinados nacionales diferentes. La primera selección que pisó el césped del mítico San Mamés para jugar contra el Athletic Club fue la de Uruguay, que lo hizo en dos ocasiones en abril de 1924. México, Inglaterra, Polonia, Brasil y Paraguay, por ese orden cronológico, completan la lista de los visitantes distinguidos.
Con casi once años de existencia, San Mamés vivió su primera experiencia internacional entre el Athletic Club y un combinado nacional el 20 de abril de 1924. El rival fue Uruguay, que cruzó el Atlántico para realizar una gira europea con vistas a los Juegos Olímpicos de París de ese mismo año. La alineación rojiblanca estuvo formada por Vidal, Rousse, Duñabeitia, P. Belauste, J.M. Belauste, Legarreta, Cantolla, Laca, Larraza, Larrakoetxea y Acedo, a las órdenes de Mr. Pentland. El árbitro uruguayo Atilio Minoli, que viajaba con la expedición celeste, dirigió la contienda que acabó con triunfo foráneo (1-2). Al día siguiente, volvió a repetirse el duelo, esta vez con el club rojiblanco reforzado con los jugadores del Arenas de Getxo, Vallana, Peña e Ibaibarriaga, y Serrano de la Mata como juez de choque, que volvió a decantarse del lado celeste (0-2).
En la selección de Uruguay destacaban el capitán José Nasazzi, la ‘Perla Negra’ José Leandro Andrade, el primer gran futbolista negro, el goleador Pedro Petrone, autor de tres de los cuatro tantos que encajaron los leones (el otro lo marcó Andrade) y considerado como el primer delantero centro moderno de la historia, y el legendario Héctor Scarone. Se estaba fraguando una auténtica selección que acabó finalmente adjudicándose la medalla de oro en París, y en los siguientes Juegos Olímpicos de Amberes (1928) y dos años más tarde, siete de los que vinieron a Bilbao se alzaron con la primera Copa del Mundo. La modalidad de fútbol en los Juegos Olímpicos del 1924 y 1928, entonces protagonizada por selecciones absolutas, fue organizada en ambos casos por la FIFA. Por eso, Uruguay se autoproclama tetracampeón del mundo, y de ahí el motivo de las cuatro estrellas en el escudo de su camiseta. Lo cierto es que ha conquistado diecinueve competiciones oficiales reconocidas por la FIFA, récord a nivel mundial en las selecciones.
Habrá que esperar 25 años para vivir un acontecimiento similar. En concreto, el 30 de noviembre de 1949, el Athletic Club disputó un amistoso contra la selección de México, que al año siguiente logró el acceso al Mundial. El encuentro ante la tricolor, cuya recaudación fue a beneficio de la Mutualidad Vizcaina de Fútbol, resultó ser todo un espectáculo para el público congregado, que fue testigo de la contundente victoria bilbaina por 6-3 (Zarra 3. Panizo, Venancio e Iriondo). José Iraragorri alineó a Lezama, Celaya, Aramberri, Orue, Manolín, Canito, Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza (Bilbao).
La tercera selección que se enfrentó al club rojiblanco fue Inglaterra. Dada la proximidad del Mundial de 1982, y toda vez que los ingleses como cabezas de serie eligieron Bilbao para alojarse (Hotel Los Tamarises de Getxo) y disputar en La Catedral sus tres partidos de la primera fase, el equipo dirigido entonces por Ron Greenwood aceptó jugar el 23 de marzo de ese año en el partido de homenaje que se rindió a Txetxu Rojo, que se retiraba del fútbol en activo tras permanecer 17 temporadas en el Club. En un principio, la intención de los ‘Pross’ era enfrentarse en un amistoso a Francia, pero como el sorteo mundialista emparejó a ambos en el mismo grupo, los galos cambiaron de oponente (Irlanda del Norte) e Inglaterra apostó por San Mamés y así, meterse al público bilbaino en el bolsillo para su cita ante los ‘bleus’, más próximos geográficamente e instalados en Donostia para su preparación. La estrella de los isleños, Kevin Keegan, también se hizo querer: «Me gustaría que la final se jugara en San Mamés». Bilbao se alineó definitivamente con Inglaterra. Bajo las órdenes de Javier Clemente, saltaron al césped Zubizarreta, Urkiaga, De la Fuente (Purroy), Liceranzu, Goikoetxea, Gallego, Noriega, Sola (Merayo), Sarabia, Rojo I (Tirapu) y Argote. Por parte de Inglaterra, que contó con la ausencia del meta Shilton, fueron de la partida Corrigan, Mills, Thompson, Foster, Sansom, Coppel, Robson, Keegan, Brooking, Regis (Withe) y Morley. Urizar Azpitarte pitó aquel encuentro que finalizó en tablas (1-1). El legendario Kevin Keegan adelantó a los visitantes con un gol en el 37’, aunque Sarabia restableció la igualada definitiva a los 67’. Por primera vez en su historia, Inglaterra disputaba un encuentro testimonial ante un club no británico bajo el nombre de ‘England’ (anteriormente ya lo había hecho pero con las siglas FA XI, Football Association Eleven).
Poco más de un mes después, el 4 de mayo, fue la selección polaca la que visitó La Catedral, en el tradicional Homenaje al Socio. Polonia fue la gran revelación en la cita mundialista que se organizó ese año en el Estado español al concluir en tercera posición por detrás de los finalistas Italia y Alemania. En la cita de San Mamés, los comandados por Antoni Piechniczek vencieron con suma facilidad por 1-4 a los leones. Los tantos de Buncol, Iwan, Janas y Smolarek hicieron inútil el gol de Txetxu Gallego. La afición rojiblanca tuvo el privilegio de ver a uno de los equipos que mejor fútbol practicó en el
Mundial, con el central Zmuda, el extremo Smolarek (fallecido el año pasado) y, sobre todo, el espectacular Boniek, que acabó triunfando en la Juventus de Turín.
En 1998, el Athletic Club celebró los cien años de su fundación y para conmemorarlo organizó una serie de actos, tales como los conciertos del tenor Luciano Pavarotti y de la banda británica de rock, The Rolling Stones, celebrados en La Catedral, y una caravana itinerante que recorrió los pueblos de Bizkaia. Asimismo, se llevó a cabo un multitudinario Congreso de Peñas rojiblancas en el Parque de Etxebarria. Incluso Correos emitió un sello con un valor de las antiguas 35 pesetas. Pero el evento principal fue el partido que disputaron el Athletic Club y la selección de Brasil, vigente campeona del mundo, el 31 de mayo de 1998, diez días antes del comienzo del Mundial ,en el que la ‘canarinha’ quedó subcampeona. En la Catedral nunca antes se había visto a tanto crack junto sobre el césped.
Por parte del Athletic Club, que acababa de proclamarse subcampeón de Liga posibilitando su participación en la Champions League, el técnico Luis Fernández hizo jugar a Valencia, Lacruz, Lasa, Carlos García (Larrazabal), Ferreira, Urrutia (José Mari), Javi González (Bermejo), Nagore, Ziganda (Urzaiz), Alkiza (Huegun) y Jorge Pérez (Sendoa). Cabe destacar la ausencia de Guerrero, Etxeberria, Alkorta y Ríos, concentrados con la selección española. Por otro lado, el seleccionador Mario ‘Lobo’ Zagalo puso en escena a Taff arel, Cafú (Zé Carlos), Aldair, Junior Baiano, Roberto Carlos, Doriva, César Sampaio (Leonardo), Giovanni (Denilson), Rivaldo, Bebeto (Edmundo) y Ronaldo. El encuentro en sí no fue todo lo vibrante que se presuponía (1-1, Carlos García/Rivaldo), a pesar de que fue anunciado como el mayor espectáculo del mundo, pero el éxito radicó en haber traido a esa ‘NBA’ futbolística. El entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange, testigo directo del envite, afirmó sentirse “muy orgulloso” de haber acudido a Bilbao, al tiempo que señaló que “ha sido un grandioso espectáculo acorde con la categoría de un club centenario”. Tampoco faltó la tradicional ofrenda floral a Pichichi a cargo del capitán Aldair, central de la Roma. En las inmediaciones del túnel de vestuarios del majestuoso estadio carioca de Maracaná, más parecido a un túnel del tiempo por su decorativos paneles fotográficos con los más grandes futbolistas de la historia reciente de la ‘canarinha’, se recordaba en una pared aquel partido conmemorativo del Centenario con una grandísima fotografía en la que aparecen los rojiblancos Lacruz y Carlos García disputando un balón con Rivaldo. Se desconoce si con la reciente remodelación del templo del fútbol mundial (será la sede de la final de Brasil’14), la instantánea sigue siendo invitada de excepción.
La última referencia de estos amistosos especiales data del 3 de marzo de 2010. Con la finalidad de recaudar fondos para los clubes bizkainos, el Athletic Club se enfrentó en San Mamés a Paraguay, dirigido desde el banquillo por Gerardo ‘Tata’ Martino, actual entrenador del FC Barcelona. Cardozo, por doble partida, y Santa Cruz dieron la victoria a los guaraníes, mientras que Díaz de Cerio hizo el gol de la honra (1-3). Joaquín Caparrós empleó un equipo con bastantes ‘cachorros’, que estuvo formado por Armando, Ustaritz, Bordas (X. Etxebarria), Santamaría, Galán (Ramalho), David López (Aketxe), Muñoz, Iturraspe, Yeste (Iñigo Pérez), Etxeberria (De Marcos) y Díaz de Cerio. Al margen de estos encuentros internacionales, el Athletic Club midió sus fuerzas ante una ‘selección’ de los mejores futbolistas del Estado español en los años 20, con motivo de la celebración del 25º aniversario de nuestro Club. Fue el 10 de junio de 1923, y los rojiblancos derrotaron a este combinado por 2-1. Y el 12 de febrero de 1997, San Mamés acogió un amistoso entre los veteranos rojiblancos que se adjudicaron las Ligas de 1982/83 y 1983/84 y los de la selección francesa vencedora de la Eurocopa’84, liderados por Platini, Giresse, Luis Fernández, Rocheteau y Bossis, entre otros. El dinero recaudado fue para los niños de la Escuela de Huérfanos La Casilla de Umbe.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
No a la violencia contra las mujeres
El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y desde aquí queremos aportar nuestro granito de arena.
Palomas en San Mamés
(Artículo publicado por K-Toño Frade (hijo), en el libro "Susedidos botxeros y bilbainos selebres y txirenes")
Y no me estoy refiriendo a las desagradables palomas que hasta hace poco se jamaban el césped de la "Catedral" y que para evitarlo contrataron al halcón "Tyson" para que les "mordiera en la oreja" y huyesen del cuasi centenario terreno de juego bilbaino. Tampoco a las del chiste de Maradona, aquél de que cuantos más goles metía, más "tacos" soltaba, hasta que le preguntaron: "- A ver, y tú ¿de qué te quejas?" A lo que el pibe respondió: "¿Que de qué me quejo?, pues de que hay cien mil espectadores en el campo, veintidós jugadores, árbitros, linieres, entrenadores, reservas... y para una paloma que hay, ¡me caga encima!".
Pero a lo que yo me quería referir era a aquellas palomas mensajeras que eran enviadas hasta el Sanatorio de Santa Marina cuando había gol en San Mamés, una más de las tradiciones que tontamente se han perdido y que hacían de nuestro campo y de nuestro club "caso único en el fútbol mundial". Una pena.
Esta tradición, que nació poco después de la guerra, fue idea del capellán de la antedicha entidad hospitalaria, don Alberto Álvarez, ya que aún los aparatos de radio eran escasos y costosos, y nada digamos de las retransmisiones propiamente dichas. El asunto consistía en que si metía un gol el Athletic, un bandito de palomas blancas sobrevolaba dos veces el campo y se dirigía hasta Santa Marina, y si hacía gol el equipo contrario, cosa rara en aquel tiempo, hacía lo mismo un bando de palomas oscuras. Montado el ingenioso servicio, había que buscar la persona idónea que se sacrificase todos los domingos para realizar dicha tarea. Y entonces surgió la figura de Remigio Gómez, apodado "El Morito" por su tez oscura, compañero de fatigas en su juventud de Rodolfo Valentino y popular vendedor de lotería del Botxo y que repartía, además de la suerte, sus cariños futbolísticos entre los dos equipos de sus amores la S.D. Indautxu y el Athletic Club. Aún recuerdo su cartera de cuero que portaba en bandolera, y magníficamente pintados dos jugadores de dichos clubes estrechándose la mano.
Un par de veces me llevó mi aita a ver con qué ansiedad los enfermos, dese las amplias terrazas del Sanatorio, oteaban el horizonte en espera de ver aparecer las palomas anunciando un gol rojiblanco.
La incertidumbre crecía por momentos y los prismáticos captaban el objetivo cuando aparecía el "correo aéreo" tratando de distinguir las blancas palomas en señal del gol bilbaino. Los observadores, si conseguían atisbar la señal buena, daban la noticia que era recibida con enorme alborozo. Si ésta era oscura, silencio absoluto. Comentaban los médicos de aquel centro que si el Athletic perdía, era notorio el descenso general en la salud del paciente.
Este sistema de "correo aéreo" quedó en plan testimonial cuando al propio capellán, con ayuda de EAJ-28 Radio Bilbao, se le ocurrió retransmitir él mismo los partidos desde San Mamés hasta Santa Marina, labor que realizaba con un salero txirene, que muchos profesionales del medio envidiaban.
Aunque el presupuesto seguía siendo costoso, recuerdo que entidades como la Peña Motorista Vizcaya, sita en el Bar Sagarna de Indautxu, el Bar Rubalcaba de Barrencalle o incluso en "La Gaceta del Norte" se recogía "tela" para costear dicho evento radiofónico, incluso el partido de "gordos y flacos", que se celebraba el día de San José, estaba organizado para recoger fondos con dicho fin.
Fallecido "El Morito", continuó tan bella costumbre a cargo de la "Sociedad Colombófila Santa Marina" ¿hasta los años setenta? Pero desconozco el motivo por el cual de repente dejó de realizarse. ¿Sería posible recuperarlo en el que dicen que va a ser el nuevo San Mamés? Sería precioso, aunque sólo fuera por dar un toque romántico y bilbaino a tanto diseñador estrella y tanta fría impersonal y globalizada tecnología punta.
(Artículo originariamente publicado en 2003 en el periodico 'Bilbao')
-------------
Información sobre el autor:
K-Toño Frade, hijo
Juan Antonio Frade Villar, "K-Toño Hijo" nace en Indautxu en 1945. Es hijo de Juan Antonio Frade "K-Toño" (Bilbao 1914 - 1992) conocido pintor, cartelista, dibujante y periodista.
Cursa los estudios de Primaria y Bachiller en el Colegio Francés y el Instituto Miguel de Unamuno, y posee el título de Deliniante Proyectista de Arquitectura.
Desde los dieciseis años alterna su trabajo en estudios de arquitectura, donde se especializa en perspectivas de edificios con sus dibujos humorísticos en diversas revistas.
Como cartelista ha ganado varios primeros premios y ha realizado los carteles de varios congresos de Peñas del Athletic Club. Destaca como ilustrador y caricaturista. En el mundo de la publicidad es conocido por el diseño de cátalogos e infinidad de logotipos.
Trabajó como deliniante durante los siete años que duró el Plan General de Ordenación Urbanística de Bilbao. Al finalizar éste, se dedica profesionalmente a la pintura, especializándose en temas costumbristas vascos y marítimos. Como escritor de temas locales y costumbristas bilbainos, colaboró en el periódico "Bilbao" (1993-2007).
Ha sido nombrado "Bilbaino del año" por el Alcalde de la Villa en la "Aste Nagusia 2007".
Y no me estoy refiriendo a las desagradables palomas que hasta hace poco se jamaban el césped de la "Catedral" y que para evitarlo contrataron al halcón "Tyson" para que les "mordiera en la oreja" y huyesen del cuasi centenario terreno de juego bilbaino. Tampoco a las del chiste de Maradona, aquél de que cuantos más goles metía, más "tacos" soltaba, hasta que le preguntaron: "- A ver, y tú ¿de qué te quejas?" A lo que el pibe respondió: "¿Que de qué me quejo?, pues de que hay cien mil espectadores en el campo, veintidós jugadores, árbitros, linieres, entrenadores, reservas... y para una paloma que hay, ¡me caga encima!".
Pero a lo que yo me quería referir era a aquellas palomas mensajeras que eran enviadas hasta el Sanatorio de Santa Marina cuando había gol en San Mamés, una más de las tradiciones que tontamente se han perdido y que hacían de nuestro campo y de nuestro club "caso único en el fútbol mundial". Una pena.
Esta tradición, que nació poco después de la guerra, fue idea del capellán de la antedicha entidad hospitalaria, don Alberto Álvarez, ya que aún los aparatos de radio eran escasos y costosos, y nada digamos de las retransmisiones propiamente dichas. El asunto consistía en que si metía un gol el Athletic, un bandito de palomas blancas sobrevolaba dos veces el campo y se dirigía hasta Santa Marina, y si hacía gol el equipo contrario, cosa rara en aquel tiempo, hacía lo mismo un bando de palomas oscuras. Montado el ingenioso servicio, había que buscar la persona idónea que se sacrificase todos los domingos para realizar dicha tarea. Y entonces surgió la figura de Remigio Gómez, apodado "El Morito" por su tez oscura, compañero de fatigas en su juventud de Rodolfo Valentino y popular vendedor de lotería del Botxo y que repartía, además de la suerte, sus cariños futbolísticos entre los dos equipos de sus amores la S.D. Indautxu y el Athletic Club. Aún recuerdo su cartera de cuero que portaba en bandolera, y magníficamente pintados dos jugadores de dichos clubes estrechándose la mano.
Un par de veces me llevó mi aita a ver con qué ansiedad los enfermos, dese las amplias terrazas del Sanatorio, oteaban el horizonte en espera de ver aparecer las palomas anunciando un gol rojiblanco.
La incertidumbre crecía por momentos y los prismáticos captaban el objetivo cuando aparecía el "correo aéreo" tratando de distinguir las blancas palomas en señal del gol bilbaino. Los observadores, si conseguían atisbar la señal buena, daban la noticia que era recibida con enorme alborozo. Si ésta era oscura, silencio absoluto. Comentaban los médicos de aquel centro que si el Athletic perdía, era notorio el descenso general en la salud del paciente.
Este sistema de "correo aéreo" quedó en plan testimonial cuando al propio capellán, con ayuda de EAJ-28 Radio Bilbao, se le ocurrió retransmitir él mismo los partidos desde San Mamés hasta Santa Marina, labor que realizaba con un salero txirene, que muchos profesionales del medio envidiaban.
Aunque el presupuesto seguía siendo costoso, recuerdo que entidades como la Peña Motorista Vizcaya, sita en el Bar Sagarna de Indautxu, el Bar Rubalcaba de Barrencalle o incluso en "La Gaceta del Norte" se recogía "tela" para costear dicho evento radiofónico, incluso el partido de "gordos y flacos", que se celebraba el día de San José, estaba organizado para recoger fondos con dicho fin.
Fallecido "El Morito", continuó tan bella costumbre a cargo de la "Sociedad Colombófila Santa Marina" ¿hasta los años setenta? Pero desconozco el motivo por el cual de repente dejó de realizarse. ¿Sería posible recuperarlo en el que dicen que va a ser el nuevo San Mamés? Sería precioso, aunque sólo fuera por dar un toque romántico y bilbaino a tanto diseñador estrella y tanta fría impersonal y globalizada tecnología punta.
(Artículo originariamente publicado en 2003 en el periodico 'Bilbao')
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Información sobre el autor:
K-Toño Frade, hijo
Juan Antonio Frade Villar, "K-Toño Hijo" nace en Indautxu en 1945. Es hijo de Juan Antonio Frade "K-Toño" (Bilbao 1914 - 1992) conocido pintor, cartelista, dibujante y periodista.
Cursa los estudios de Primaria y Bachiller en el Colegio Francés y el Instituto Miguel de Unamuno, y posee el título de Deliniante Proyectista de Arquitectura.
Desde los dieciseis años alterna su trabajo en estudios de arquitectura, donde se especializa en perspectivas de edificios con sus dibujos humorísticos en diversas revistas.
Como cartelista ha ganado varios primeros premios y ha realizado los carteles de varios congresos de Peñas del Athletic Club. Destaca como ilustrador y caricaturista. En el mundo de la publicidad es conocido por el diseño de cátalogos e infinidad de logotipos.
Trabajó como deliniante durante los siete años que duró el Plan General de Ordenación Urbanística de Bilbao. Al finalizar éste, se dedica profesionalmente a la pintura, especializándose en temas costumbristas vascos y marítimos. Como escritor de temas locales y costumbristas bilbainos, colaboró en el periódico "Bilbao" (1993-2007).
Ha sido nombrado "Bilbaino del año" por el Alcalde de la Villa en la "Aste Nagusia 2007".
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Andoni Larrabe termina sexto en el November Nine
Artículo publicado por Juan García Cid en el diario Marca el 11/11/2014
El guipuzcoano de 22 años Andoni Larrabe no pudo llegar más lejos en el evento principal de las World Series of Poker (WSOP). Cerca, muy cerca se ha quedado de culminar la proeza que es llegar a los últimos nueve de los 6.683 fieles que se inscribieron el pasado mes de julio en el campeonato del mundo oficioso de póker.
Su paso por la mesa final -conocida como November Nine por celebrarse ahora- le ha reportado 1.622.471 dólares, que no está nada mal. Pero visto lo visto, se queda un regusto amargo cuando se ha estado tan cerca del brazalete de oro y brillantes y los 10 millones que se llevará el vencedor.
El de Arrasate, que arrancó cuarto en puntos, comenzó muy bien. Aumentaba paulatinamente su pila de fichas en una mesa controlada por el líder, el holandés Jorryt Van Hoof. Llegó a colocarse tercero en la clasificación provisional; pero llegó un choque con Van Hoof en el que Andoni tiró un escalera menor ante el restado de su rival. El neerlandés iba por detrás -tenía dobles parejas-, y a partir de aquí las cosas se empezaron a torcer. Aunque al que se le pusieron feas de verdad fue al estadounidense Mark Newhouse. Se sentó tercero en puntos y salió el primero. Ya había hecho historia, pues nadie antes había repetido en el November Nine. El año pasado acabo noveno, lo mismo que este. Su apuesta final en el 'river' con pareja de dieces era aceptada, tras pensar y sufrir, por su compatriota -uno de los cuatro de la mesa final- William Tonking con dos damas. Newhouse se iba con algo más de 700.000 dólares en el bolsillo y con una cara que era un poema. Dicen que a la tercera va la vencida, pero hacer aquí la tercera no es ya algo histórico, sino legendario, un trabajo digno del mismísimo Hércules.
Quedaban ocho, y Andoni andaba por la zona media de la tabla. Tonking mandaba, seguido de cerca por Van Hoof. El sueco Martin Jacobson y el brasileño Bruno Politano cerraban el grupo. Sin embargo, mientras Jacobson se mostraba agresivo, Politano iba perdiendo fuelle. El de Ceará concluyó su periplo en la sala Penn & Teller del Rio en Las Vegas cuando su Q-10 no pudo con los sietes del noruego Felix Stephensen. La torcida brasileira, numerosa, animosa y ruidosa como la que más, enmudeció entonces. Politano se fue dándoles las gracias con una sonrisa de oreja a oreja y casi un millón de dólares bajo el brazo.
El segundo local en ser fulminado fue el bueno de Dan Sindelar, que vio como sus jotas eran batidas por el A-3 de corazones de Van Hoof. Sube el noruego, resube el holandés y se resta Sindelar. Paga justito el tulipán y el 'flop' que aterriza es mortal de necesidad: A-7-2, con las dos últimas de corazones. Un milloncete y de vuelta a su Lincoln natal.
Tras ese momento es cuando se produce la jugada que deja corto a Andoni. El norteamericano Billy Papas disparaba desde el botón y el vasco desde la ciega grande empujaba todo el plástico al centro con K-Q. Papas escondía un par de monarcas. No hubo milagro, y Larrabe entraba en DEFCON 1. Sus últimos puntos acababan en las torres de Van Hoof. Este abría un bote por enésima vez y Andoni ponía sus postreras diez ciegas con "la Perla" de tréboles (J-10). El holandés, ahíto de fichas, solicitaba la cuenta y decía que sí con K-5 de corazones. Un rey volaba y ponía las cosas mal. La confirmación llegaría con la cuarta y quinta carta. El sueño de Andoni y del póker patrio se esfumaba en Nevada.
Pero el November Nine proseguía su andadura con cinco supervivientes. Tardó en caer el siguiente. Fue el campeón del mundo de futbolín (lo que oyen) Billy Papas. Con todo en el medio del tapete antes del "flop" su A-J no superó la pareja de cincos del 'coco' Jacobson. Papas ganaba 2.143.794 dólares, lo que le da para echar unas cuantas partiditas. Los dos nórdicos de la mesa final demostraban que eran duros de pelar. Sabían aguantar cortos, y, cuando estaban profundos, también se movían bien bajo la tiranía de Van Hoof.
El último no europeo restante, William Tonking, 'moría' a manos de Jacobson. Sin novedad en el frente con una subida del holandés, Tonking que mete todo con 2-2 y el sueco que aparece por detrás con par de dieces. El de New Jersey, fuera con casi tres millones de dólares.
Tras 12 horas de juego real la organización decidió parar y reanudar hoy las hostilidades. Con ciegas en 500.000/1.000.000 y ante de 100.000 las cosas están así: Jorryt Van Hoof, 89.25.000 puntos; Martin Jacobson, 64.750.000 y, por último, Felix Stephensen, 46.100.000. Un título y diez millones de dólares esperan al ganador.
El guipuzcoano de 22 años Andoni Larrabe no pudo llegar más lejos en el evento principal de las World Series of Poker (WSOP). Cerca, muy cerca se ha quedado de culminar la proeza que es llegar a los últimos nueve de los 6.683 fieles que se inscribieron el pasado mes de julio en el campeonato del mundo oficioso de póker.
Su paso por la mesa final -conocida como November Nine por celebrarse ahora- le ha reportado 1.622.471 dólares, que no está nada mal. Pero visto lo visto, se queda un regusto amargo cuando se ha estado tan cerca del brazalete de oro y brillantes y los 10 millones que se llevará el vencedor.
El de Arrasate, que arrancó cuarto en puntos, comenzó muy bien. Aumentaba paulatinamente su pila de fichas en una mesa controlada por el líder, el holandés Jorryt Van Hoof. Llegó a colocarse tercero en la clasificación provisional; pero llegó un choque con Van Hoof en el que Andoni tiró un escalera menor ante el restado de su rival. El neerlandés iba por detrás -tenía dobles parejas-, y a partir de aquí las cosas se empezaron a torcer. Aunque al que se le pusieron feas de verdad fue al estadounidense Mark Newhouse. Se sentó tercero en puntos y salió el primero. Ya había hecho historia, pues nadie antes había repetido en el November Nine. El año pasado acabo noveno, lo mismo que este. Su apuesta final en el 'river' con pareja de dieces era aceptada, tras pensar y sufrir, por su compatriota -uno de los cuatro de la mesa final- William Tonking con dos damas. Newhouse se iba con algo más de 700.000 dólares en el bolsillo y con una cara que era un poema. Dicen que a la tercera va la vencida, pero hacer aquí la tercera no es ya algo histórico, sino legendario, un trabajo digno del mismísimo Hércules.
Quedaban ocho, y Andoni andaba por la zona media de la tabla. Tonking mandaba, seguido de cerca por Van Hoof. El sueco Martin Jacobson y el brasileño Bruno Politano cerraban el grupo. Sin embargo, mientras Jacobson se mostraba agresivo, Politano iba perdiendo fuelle. El de Ceará concluyó su periplo en la sala Penn & Teller del Rio en Las Vegas cuando su Q-10 no pudo con los sietes del noruego Felix Stephensen. La torcida brasileira, numerosa, animosa y ruidosa como la que más, enmudeció entonces. Politano se fue dándoles las gracias con una sonrisa de oreja a oreja y casi un millón de dólares bajo el brazo.
El segundo local en ser fulminado fue el bueno de Dan Sindelar, que vio como sus jotas eran batidas por el A-3 de corazones de Van Hoof. Sube el noruego, resube el holandés y se resta Sindelar. Paga justito el tulipán y el 'flop' que aterriza es mortal de necesidad: A-7-2, con las dos últimas de corazones. Un milloncete y de vuelta a su Lincoln natal.
Tras ese momento es cuando se produce la jugada que deja corto a Andoni. El norteamericano Billy Papas disparaba desde el botón y el vasco desde la ciega grande empujaba todo el plástico al centro con K-Q. Papas escondía un par de monarcas. No hubo milagro, y Larrabe entraba en DEFCON 1. Sus últimos puntos acababan en las torres de Van Hoof. Este abría un bote por enésima vez y Andoni ponía sus postreras diez ciegas con "la Perla" de tréboles (J-10). El holandés, ahíto de fichas, solicitaba la cuenta y decía que sí con K-5 de corazones. Un rey volaba y ponía las cosas mal. La confirmación llegaría con la cuarta y quinta carta. El sueño de Andoni y del póker patrio se esfumaba en Nevada.
Pero el November Nine proseguía su andadura con cinco supervivientes. Tardó en caer el siguiente. Fue el campeón del mundo de futbolín (lo que oyen) Billy Papas. Con todo en el medio del tapete antes del "flop" su A-J no superó la pareja de cincos del 'coco' Jacobson. Papas ganaba 2.143.794 dólares, lo que le da para echar unas cuantas partiditas. Los dos nórdicos de la mesa final demostraban que eran duros de pelar. Sabían aguantar cortos, y, cuando estaban profundos, también se movían bien bajo la tiranía de Van Hoof.
El último no europeo restante, William Tonking, 'moría' a manos de Jacobson. Sin novedad en el frente con una subida del holandés, Tonking que mete todo con 2-2 y el sueco que aparece por detrás con par de dieces. El de New Jersey, fuera con casi tres millones de dólares.
Tras 12 horas de juego real la organización decidió parar y reanudar hoy las hostilidades. Con ciegas en 500.000/1.000.000 y ante de 100.000 las cosas están así: Jorryt Van Hoof, 89.25.000 puntos; Martin Jacobson, 64.750.000 y, por último, Felix Stephensen, 46.100.000. Un título y diez millones de dólares esperan al ganador.
martes, 11 de noviembre de 2014
domingo, 9 de noviembre de 2014
El lunes arranca la instalación del arco de San Mamés en Lezama
Artículo publicado por Juanma Mallo en el diario El Correo el 7/11/2014
La operación provocará una serie de restructuraciones en los accesos a la factoría vizcaína que afectará a deportistas, técnicos, empleados y público en general
Los trabajos para instalar el arco del extinto San Mamés en Lezama arrancarán el próximo lunes, según ha anunciado esta tarde el Athletic. La operación provocará una serie de restructuraciones en los accesos a la factoría vizcaína, "para deportistas, técnicos, empleados y público en general", ha indicado la entidad. Por tanto, pide "comprensión y colaboración ante las modificaciones que se van a llevar a cabo". Desde que se desmanteló el antiguo campo, la estructura ha pasado por diversas etapas. La principal, en una empresa de Urduliz para su saneamiento. Desde mayo, descansa en uno de los aparcamientos del centro de entrenamiento rojiblanco, a la espera de los perceptivos permisos para su instalación. Pues bien, ya han llegado. Y el lunes arrancará la instalación de este icono, de esta leyenda, que siempre se quedará en Lezama.
La operación provocará una serie de restructuraciones en los accesos a la factoría vizcaína que afectará a deportistas, técnicos, empleados y público en general
Los trabajos para instalar el arco del extinto San Mamés en Lezama arrancarán el próximo lunes, según ha anunciado esta tarde el Athletic. La operación provocará una serie de restructuraciones en los accesos a la factoría vizcaína, "para deportistas, técnicos, empleados y público en general", ha indicado la entidad. Por tanto, pide "comprensión y colaboración ante las modificaciones que se van a llevar a cabo". Desde que se desmanteló el antiguo campo, la estructura ha pasado por diversas etapas. La principal, en una empresa de Urduliz para su saneamiento. Desde mayo, descansa en uno de los aparcamientos del centro de entrenamiento rojiblanco, a la espera de los perceptivos permisos para su instalación. Pues bien, ya han llegado. Y el lunes arrancará la instalación de este icono, de esta leyenda, que siempre se quedará en Lezama.
jueves, 6 de noviembre de 2014
lunes, 3 de noviembre de 2014
Jose Iragorri prentsa aretoa
Fuente: www.athletic-club.net
La sala de prensa de San Mamés se denomina ya "Jose Iragorri prentsa aretoa" después de un sencillo acto celebrado el domingo 2 de noviembre con presencia del presidente y directivos del Athletic Club y familiares y amigos del fallecido periodista.
La sala de prensa de San Mamés se denomina ya "Jose Iragorri prentsa aretoa" después de un sencillo acto celebrado el domingo 2 de noviembre con presencia del presidente y directivos del Athletic Club y familiares y amigos del fallecido periodista.
UFF, qué alivio!!!
Tira cómica publicada tras el partido Athletic Club - Sevilla FC por Asier en su blog 'Athletic Risas Club' (Click en la imágen para ampliar)
sábado, 1 de noviembre de 2014
"El Athletic es alma, corazón y vida"
Artículo publicado por A. Aramendia en el diario Deia el 31/10/2014
El periodista Eduardo Rodrigálvarez profundiza para DEIA en las claves de un libro cien por cien Athletic, club con el que ha crecido profesionalmente
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, Eduardo Rodrigálvarez (Bilbao, 1955), conocido por su larga trayectoria profesional al lado del Athletic, goza de innumerables recuerdos, experiencias personales y sentimientos en rojo y blanco que pone al servicio de todos los aficionados en una reluciente obra de Ediciones Lectio, titulada Cien motivos para ser del Athletic (Y uno para no serlo).
El título lo dice todo, pero ¿le costó encontrar los cien motivos para ser del Athletic o se le quedaron muchos fuera?
- Al principio me asustó, porque piensas que solo hay una razón y es que aquí todo el mundo nace del Athletic. Pero, utilizando referentes históricos como vehículo, llegué a los cien motivos y si me hubieran pedido 200, los habría encontrado seguro.
Ha disfrutado con este particular viaje realizado a través de las señas de identidad del club?
- Por supuesto. No es un libro de historia. Es algo similar a recorrer un parque de atracciones. Se trata de una mezcla de acontecimientos y curiosidades realizada mediante una selección muy particular de personajes históricos que me han marcado, incluida gente menos conocida que también han sido Athletic.
Es un libro para rojiblancos, pero también para quienes no tienen la fortuna de sentir el Athletic. Lo deja claro en la obra.
- Sí. El rojiblanco de pura cepa conoce la historia del club, pero otra cosa es la interpretación que cada uno hace, como es el caso. En ese sentido, también intento que cualquier aficionado que no sea del Athletic tenga herramientas para entender por qué no hay en el mundo un club de primer nivel más singular que este.
Tantos años trabajando cerca del Athletic dan para aglutinar muchas experiencias en rojo y blanco.
- El tiempo te da una óptica distinta, que no es mejor ni peor que la de, por ejemplo, un chico joven que también sienta el Athletic. Al fin y al cabo, lo que te permite es haber visto muchas cosas, aunque en el libro también me apoyo en pasajes que no he vivido y a través de los cuales busco otros motivos para ser del Athletic.
¿Cuánto tardó en aceptar el reto de ponerse manos a la obra?
- La oportunidad se me presentó hace más de medio año y acepté a la primera. Me apetecía mucho hacer algo así. Probablemente, no sabría hacer un libro de historia, pero sí me atraía un proyecto como este y comencé a escribirlo el mismo día que me lo ofrecieron. Es más, no paré ni un solo día desde entonces.
¿Hay algún capítulo que recomiende especialmente?
- Iribar, por todo lo que significó y significa, es el Dios supremo del Athletic, pero hay otros dos capítulos relacionados con dos personajes, que los he redactado con especial cariño por lo que significaron para mí: Fidel Uriarte y Piru Gainza. El primero hacía cosas impensables en el campo y, cuando le conocí personalmente, me percaté de que era además una extraordinaria persona. Con Piru aprendí mucho, hasta el punto de que poder hablar con él los 365 días del año habría sido maravilloso.
Usted subraya que “no aceptar el fracaso es la única condición inexorable para no ser del Athletic”.
- Corresponde al capítulo acerca del motivo para no ser del Athletic. Para serlo, hay que saber perder y no condicionar el sentimiento a las victorias, como sucede en otros clubes. También hago referencia en esa página a una persona en particular que nunca podría ser del Athletic (José Mourinho).
Y al cambio de tendencia en la calle, en capítulos previos. ¿Le duele que haya menos camisetas rojiblancas en los colegios?
- Los tiempos cambian y mandan. Tampoco hay culpables en ese sentido, aunque sí genere cierta lástima.
Hablando de usted, ¿qué ha significado el Athletic en su vida?
- Todo. Es alma, corazón y vida, como intento reflejar en el libro.
El periodista Eduardo Rodrigálvarez profundiza para DEIA en las claves de un libro cien por cien Athletic, club con el que ha crecido profesionalmente
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, Eduardo Rodrigálvarez (Bilbao, 1955), conocido por su larga trayectoria profesional al lado del Athletic, goza de innumerables recuerdos, experiencias personales y sentimientos en rojo y blanco que pone al servicio de todos los aficionados en una reluciente obra de Ediciones Lectio, titulada Cien motivos para ser del Athletic (Y uno para no serlo).
El título lo dice todo, pero ¿le costó encontrar los cien motivos para ser del Athletic o se le quedaron muchos fuera?
- Al principio me asustó, porque piensas que solo hay una razón y es que aquí todo el mundo nace del Athletic. Pero, utilizando referentes históricos como vehículo, llegué a los cien motivos y si me hubieran pedido 200, los habría encontrado seguro.
Ha disfrutado con este particular viaje realizado a través de las señas de identidad del club?
- Por supuesto. No es un libro de historia. Es algo similar a recorrer un parque de atracciones. Se trata de una mezcla de acontecimientos y curiosidades realizada mediante una selección muy particular de personajes históricos que me han marcado, incluida gente menos conocida que también han sido Athletic.
Es un libro para rojiblancos, pero también para quienes no tienen la fortuna de sentir el Athletic. Lo deja claro en la obra.
- Sí. El rojiblanco de pura cepa conoce la historia del club, pero otra cosa es la interpretación que cada uno hace, como es el caso. En ese sentido, también intento que cualquier aficionado que no sea del Athletic tenga herramientas para entender por qué no hay en el mundo un club de primer nivel más singular que este.
Tantos años trabajando cerca del Athletic dan para aglutinar muchas experiencias en rojo y blanco.
- El tiempo te da una óptica distinta, que no es mejor ni peor que la de, por ejemplo, un chico joven que también sienta el Athletic. Al fin y al cabo, lo que te permite es haber visto muchas cosas, aunque en el libro también me apoyo en pasajes que no he vivido y a través de los cuales busco otros motivos para ser del Athletic.
¿Cuánto tardó en aceptar el reto de ponerse manos a la obra?
- La oportunidad se me presentó hace más de medio año y acepté a la primera. Me apetecía mucho hacer algo así. Probablemente, no sabría hacer un libro de historia, pero sí me atraía un proyecto como este y comencé a escribirlo el mismo día que me lo ofrecieron. Es más, no paré ni un solo día desde entonces.
¿Hay algún capítulo que recomiende especialmente?
- Iribar, por todo lo que significó y significa, es el Dios supremo del Athletic, pero hay otros dos capítulos relacionados con dos personajes, que los he redactado con especial cariño por lo que significaron para mí: Fidel Uriarte y Piru Gainza. El primero hacía cosas impensables en el campo y, cuando le conocí personalmente, me percaté de que era además una extraordinaria persona. Con Piru aprendí mucho, hasta el punto de que poder hablar con él los 365 días del año habría sido maravilloso.
Usted subraya que “no aceptar el fracaso es la única condición inexorable para no ser del Athletic”.
- Corresponde al capítulo acerca del motivo para no ser del Athletic. Para serlo, hay que saber perder y no condicionar el sentimiento a las victorias, como sucede en otros clubes. También hago referencia en esa página a una persona en particular que nunca podría ser del Athletic (José Mourinho).
Y al cambio de tendencia en la calle, en capítulos previos. ¿Le duele que haya menos camisetas rojiblancas en los colegios?
- Los tiempos cambian y mandan. Tampoco hay culpables en ese sentido, aunque sí genere cierta lástima.
Hablando de usted, ¿qué ha significado el Athletic en su vida?
- Todo. Es alma, corazón y vida, como intento reflejar en el libro.