sábado, 25 de enero de 2014

El Athletic de Manu

Artículo publicado por Jon Uriarte en el diario El Correo el 25/01/2014

Este es un homenaje a Manu Leguineche, cuyo equipo rojiblanco ideal hubiera estado compuesto por Iribar, Orue, Garay, Canito, Mauri, Maguregi, Iriondo, Panizo, Julen Guerrero, Rojo I y Gainza


Iribar, Orue, Garay, Canito, Mauri, Maguregi, Iriondo, Panizo, Julen Guerrero, Rojo I y Gainza. Es una alineación que nunca existió. El equipo ideal del Athletic soñado por Manu Leguineche. El 'Jefe' ha fallecido tras irse apagando poco a poco durante años. Sabíamos que este día llegaría. Pero duele. Por eso, como en los buenos partidos, aunque el árbitro haya pitado el final, seguimos en el campo para seguir aplaudiendo. Porque su partido mereció la pena y debe ser contado.

Leguineche nació en Arratzu (Segurola concreta en Beléndiz), un lugar tan pequeño de Bizkaia, que un día se fue a pasear y acabó recorriendo el mundo. Fue hombre de pueblos pequeños y de grandes horizontes. Hasta para elegir dónde vivir sus últimos días. Brihuega, Guadalajara. Allí tuvo su casa y su retiro, tras vivir mil vidas rodeado de muertes. Una paradoja, que solo entienden los reporteros de guerra. Cuando decidí escribir estas líneas pensé en lo difícil que es ajustar palabras para resumir tamaña existencia. Hasta que recordé algo que suele decir Pacho Unzueta. "Dime qué jugadores te gustan y te diré cómo eres". Por eso preguntaron a Leguineche por su alineación ideal en la preparación del imprescindible libro para un athleticzale 'Athletic 100, Conversaciones en la Catedral' y que también incluyó Pacho en su maravilloso 'A mí el Pelotón'. Porque define al periodista, al escritor y al hombre. Por eso, llamé a Pacho. Quería saber más y así, entender su vida. Cuando contestó, acababa de salir del tanatorio San Isidro de Madrid, tras despedirse de su amigo. "Mañana hablamos. A ver si gana hoy el Athletic". No ganó, pero volvimos a hablar.

"Si tuviera que definir a Manu diría que fue 'El tímido Audáz'". El preciso trazo de Unzueta fue la antesala de una anécdota que retrata a Leguineche. Siendo un chaval de 14 años tenía claro que quería ser periodista. Su ilusión era entrevistar a un jugador del Athletic. Mauri, que era de Gernika, le conocía y le concertó una cita con Carmelo. Pero cuando le esperaba sentado en la grada, el gran portero le preguntó. -"Chaval, ¿has visto por aquí a algún periodista?", a lo que Manu respondió -"No… no lo he visto". Tan osado como para intentar una entrevista, tan tímido como para echarse atrás. "En realidad es un retrato del hombre vasco", apunta Pacho. Tiene razón. Siempre fuimos valientes, pero presos de cierto pudor. Ya ven que es verdad lo de que la forma de ver el fútbol nos define a la perfección. En especial, al hablar del jugador favorito. El de Leguineche era Iriondo.

Admiraba a Panizo, según Segurola, por influencia de su padre. Pero Unzueta apunta al de Gernika. "Ten en cuenta que eran de la zona y le bastó jugar 11 partidos en su vida para llegar al Athletic. Algo que deslumbraba a los chavales de entonces". Cierto. Pero la clave de por qué era Iriondo puede que esté en lo que le tocó vivir. "Con 15 años jugó un encuentro con el Gernika y llegó la Guerra Civil, el bombardeo, la postguerra, la mili...y por fin el regreso a casa y el Athletic". No me digan que no define la propia vida de Leguineche. Un hombre que recorrió todas las guerras de su tiempo hasta que se cansó y se refugió en su propio mundo. Un planeta en el que volvía a estar el Athletic. En realidad nunca dejó de estar.

Me consta que siempre preguntaba por nuestro Club. Ramontxu García cuenta que cada vez que coincidían en TVE exclamaba "¡Hombre, otro del Athletic!". Era su eterno saludo. Pero más allá del club de San Mamés, el fútbol le sirvió, incluso, como salvoconducto. Durante la guerra de los Balcanes, en un control de milicias, tras comprobar que eran periodistas de medios españoles, les preguntaron por Prosinecki. "Un gran jugador", respondió raudo Manu. Y les dejaron pasar. Lo mismo sucedió en El Salvador, tras elogiar a Mágico Gonzalez. Quien no ame el universo de cuero nunca entenderá que donde no llegan los idiomas llega una alineación o un jugador. Manu lo sabía. En la vida, como en el fútbol, uno busca su lugar, su estilo y su destino. Me habría encantado saber en qué puesto jugaba de niño. En el fondo da igual. Siempre sería el capitán. Pero no de brazalete y foto oficial. Sino de vestuario y más allá. Al fin y al cabo, fue más que maestro o capitán. Era el jefe de la tribu y uno de esos genios románticos que a veces da nuestra tierra y que, por muy lejos que vayan, la llevan consigo. Descansa en paz Manu, que ya viviste muchas guerras. Decías que eras del Athletic hasta la muerte. Fue tu única mentira. Porque siempre lo serás.