Recientemente publiqué una entrevista a Andoni Goikoetxea que a su vez fué publicada en el diario Deia y la acompañé de dos fotos, la que nos interesa es la siguiente y la historia que tiene detrás.
Pongamonos en antecedentes. Temporada 1983-84, partido de vuelta de dieciseisavos de final de la Copa de Europa (actual Champions). El rival el Lech Poznan polaco. En el partido de ida vencieron los locales por dos goles a cero. Y en San Mamés se jugaba algo más que pasar a la siguiente ronda.
Tres días antes se enfrentaron en partido de Liga en el Camp Nou el F.C. Barcelona y el Athletic Club. El resultado es lo de menos. Ese partido será recordado por la entrada fortuita de Goikoetxea sobre Diego Armando Maradona. Transcurría el primer cuarto de hora del segundo tiempo, Maradona conduce el balón en el centro del campo y el central bilbaíno, en la disputa por el balón, lesiona gravemente al astro argentino.
Ese fué el comienzo del calvario del defensa de Alonsotegi. Lo que para el árbitro del encuentro solo fué tarjeta amarilla, para la gran mayoría de los medios de comunicación fué una brutal entrada merecedora del mayor de los castigos. Tal fué la repercusión mediatica que los principales medios deportivos internacionales se hicieron eco de la noticia lo que hizo más demoledora la presión hacia nuestro protagonista.
El Comité de Competición se reunía precisamente el día que el Athletic Club se la jugaba frente al Lech Poznan y se intuía que el castigo iba a ser considerable.
Llegó la hora del partido, unas 50000 almas llenaban San Mamés haciendo del campo una gran olla a presión.
Paradojas del destino ese iba a ser el primer partido en la máxima competición para Andoni Goikoetxea. No habían transcurrido ni diez minutos cuando abrió el marcador y la eliminatoria con un gol impecable que además tenia premio, era el gol quinientos de la Copa de Europa. Lo celebró derrochando la rabia contenida que tan bien quedó plasmada en la foto que nos ocupa.
Finalizó el encuentro con una amplia victoria de los Leones por un contundente cuatro a cero, lo que les daba el pase para la siguiente ronda.
Pero pronto la alegría se iba a convertir en tristeza. A píe de campo y mientras le hacían una entrevista se enteraba de la resolución del Comité de Competición: 18 partidos de sanción. San Mamés, al enterarse de la noticia, coreaba su nombre mientras que sus compañeros le sacaban a hombros.
Lo que son las cosas, buscando en internet me encontré con una entrevista a Andoni Goikoetxea y a Javier Clemente publicada en diario El País dos días después de conocerse la sanción, así que aquí os la dejo.
Goikoetxea: "Sentí gritar a todo el pueblo vasco"
Conoció su sanción en directo, cuando le entrevistaban en la radio
PATXO UNZUETA, - Bilbao - 30/09/1983
Los jugadores del Athlétic de Bilbao habían decidido antes de iniciarse el encuentro el miércoles contra el Lech Poznan dedicar el triunfo que esperaban conseguir a su compañero Goikoetxea, puesto en la picota a raíz de la lesión de Maradona. El entrenador bilbaíno, Javier Clemente, por su parte, había dicho la víspera del partido:"Naturalmente que va a jugar Goiko, y además va a ser el mejor y va a marcar dos goles". Fue, efectivamente, el mejor. Goiko recibió el homenaje de sus compañeros y del público. Se le pusieron los pelos de punta "porque en ese momento sentí gritar a todo el pueblo vasco". Ayer, tras un suave entrenamiento realizado en Lezama, Goikoetxea y Clemente conversaron con EL PAIS.
"Mi primera reacción", explica el central, 'fue de incredulidad". No me lo podía creer. Luego vino uno de la radio, me pusieron los cascos y oí en directo a uno del comité, Vara de Rey me parece, confirmando que la sanción era de 18 partidos y el motivo agresión a un contrario. ¡Agresión, cuando se trataba de la disputa de un balón! Al principio me entró una sensación como de impotencia, pero enseguida se acercaron mis compañeros, indignados, diciendo, es una canallada, vaya injusticia, cosas así, y a la impotencia sucedió una rabia intensa que no podía expresar con palabras.La tristeza de la sanción empañó la alegría del triunfo logrado minutos antes en el terreno del juego. Goikoetxea manifestó: "Estoy muy agradecido a mis compañeros. Ellos sabían que para mí era un partido muy especial, porque conocen lo mal que lo estoy pasando. Cuando me ofrecieron el triunfo y me levantaron en hombros se me saltaron las lágrimas, claro, son momentos que te llegan muy adentro. Como los del público gritando mi nombre. Se me puso carne de gallina, porque yo ya sé, con todo lo que se ha dicho y escrito estos días, que los 40.000 o 50.000 espectadores que llenaban el campo representaban allí algo más que un grupo de aficionados: era a todo el pueblo vasco a quien yo sentía gritar. Y esa relación que se establece en San Mamés entre el pueblo y los que salimos a jugar es algo que no se puede comprar con millones".
Reconoce Goiko que salió nervioso, "pero era una tensión especial, difícil de explicar, como cuando estás ante un momento clave de la vida y la misma intensidad de la situación hace que te sientas extrañamente sereno, con la impresión de que eres capaz de dominarte. Luego, al ver la reacción del público, con la alegría del gol a poco de comenzar, los nervios se me calmaron ya del todo, y jugué muy tranquilo".
El martes por la tarde Goiko telefoneó varias veces a la clínica de Barcelona donde se encuentra Maradona "pero el que cogía el teléfono me decía que Diego no se podía poner. La verdad es que no creo que él dijera que no quería hablar conmigo, porque es una persona muy noble. Más bien me temo que haya alguien que prefiere que Maradona y yo no podamos hablar directamente, entre compañeros".
Miguel Muñoz, que ha contado con el central bilbaíno para los tres últimos compromisos internacionales de la selección, presenció el partido de San Mamés. Goiko espera seguir contando con su confianza, "porque no me cabe en la cabeza que puedan intervenir factores ajenos a los puramente deportivos. Por mi parte, seguiré entrenando, no igual, todavía más, porque es ya una cuestión de amor propio superarme a mí mismo y demostrar que si no puedo jugar con mi equipo es porque he sido víctima de una injusticia".
Recurso
La directiva del Athlétic va a recurrir ante el comité de apelación de la Federación Española. Goiko permanece tranquilo "porque me han dicho que lo esté, que van a recurrir a donde haga falta. Yo, la verdad, espero, por el bien del fútbol que los señores del comité reconozcan noblemente que se han equivocado. Ya sé que humanamente es difícil admitir un error, pero tendrán que hacerlo o, nadie podrá ya creer en su imparcialidad. El año pasado hubo dos casos con las lesiones de Bonet y Santi, que llevan medio año cada uno, de ello sin poder jugar, y el comité no sancionó a nadie porque reconoció que las entradas de Migueli y N'Kono que causaron las lesiones no fueron intencionadas. ¡Cómo puede reconocer que no hubo intencionalidad en mi entrada y sancionarme con 18 partidos!El entrenador bilbaíno, Javier Clemente, por su parte, considera que "lo más chusco del asunto es la explicación que dio por la televisión el presidente del comité. Le preguntaron si había algún antecedente y Martínez Lafuente citó el caso de la sanción a Lobo Diarte. Pues para mí ese caso demuestra precisamente la injusticia que se ha cometido con Andoni. A Diarte le sancionaron con 10 partidos tras haberle sido mostrada la tarjeta roja por una patada sin balón a Ruda, el jugador del Sevilla. A Goiko le sacaron tarjeta amarilla por, según el acta, una entrada por detrás en disputa del balón. La diferencia entre los dos casos está clara: tarjeta roja/tarjeta amarilla; agresión sin balón/entrada en disputa de la pelota; intencionalidad /no intencionalidad. Y, sin embargo, a Goiko le sancionan con casi el doble de partidos. La diferencia no puede estar en la gravedad de la lesión, porque Ruda ha estado seis meses sin poder jugar. Entonces ¿porqué esa discriminación?"
martes, 29 de noviembre de 2011
lunes, 28 de noviembre de 2011
martes, 22 de noviembre de 2011
Una alineación diferente
José Iragorri actualmente es el jefe de deportes de la emisora Radio Popular - Herri Irratia (sintonizable en 900 AM o 92.2 FM). También dirige y presenta el programa deportivo 'Oye como va' pero por lo que realmente es conocido es por narrar los partidos del Athletic Club. Hasta aquí no hay nada nuevo, bajo este perfil podrían presentarse decenas de periodistas pero nuestro protagonista no quería ser uno mas.
No deja indiferente a nadie. Para algunos es un "hooligan" (en el buen sentido de la palabra) que jamas sera objetivo y para otros es un athletictzale de los pies a la cabeza, vamos que por sus venas corre sangre rojiblanca.
Los seguidores del Athletic Club que siguen los partidos por la radio serán los únicos que no quieran que José Iragorri cante gol, ya que seria un signo evidente que las cosas no van bien. En Radio Popular los goles del Athletic Club son BAKALAOS. En 1984, Fede Merino, actual director de la emisora, bautizó los goles del Athletic con el grito de "bakalaooo...". En 1990 José Iragorri recogió el testigo.
Otra de las características de nuestro peculiar protagonista es que a todos los miembros de la plantilla rojiblanca (o a gran parte de ellos) les "bautiza" con motes, a cada cual más sorpendente. Aquí os presento lo que podría ser una alineación "made in" José Iragorri:
-. Gorka BOCAJARRO Iraizoz
-. Gaizka REVOLUTION Toquero
-. Koikili ESPARTACO Lertxundi
-. Fernando EL INDOMABLE Amorebieta
-. David LLONGUERAS Lopez
-. Fernando MADARI ES QUE ES LA PERA Llorente
-. Igor OSO ONDO Gabilondo
-. Markel ESTILETE Susaeta
-. Andoni STATUS Iraola
-. Carlos JUSTICIA Gurpegi
-. Aitor MIURA Ocio
-. Javi DIFERENTE Martinez
-. Mikel IKURRIÑA San Jose
-. Ander RASCA Y GANA Iturraspe
-. Iker YOUNG BOY Muniain
-. Oscar GUDARI De Marcos
Para que conozcais un poco mas a este peculiar periodista aquí os dejo un enlace en el que podemos escuchar a José Iragorri en su "salsa". Se trata de la narración de los goles del partido de vuelta de la semifinal de Copa del Rey de 2009. Partido disputado en San Mamés frente al Sevilla con el resultado de Athletic Club 3 - Sevilla 0.
** Enlace **
Hasta hace bien poquito solo los residentes en Bizkaia podiamos deleitarnos de la narración de los partidos ya que internet no habia llegado todavía a monopolizar los medios. Hoy en día da igual donde te encuentres que si quieres seguir en directo un partido del Athletic Club narrado por José Iragorri lo podrás hacer desde el siguiente enlace: ** Radio Popular On Line **
No deja indiferente a nadie. Para algunos es un "hooligan" (en el buen sentido de la palabra) que jamas sera objetivo y para otros es un athletictzale de los pies a la cabeza, vamos que por sus venas corre sangre rojiblanca.
Los seguidores del Athletic Club que siguen los partidos por la radio serán los únicos que no quieran que José Iragorri cante gol, ya que seria un signo evidente que las cosas no van bien. En Radio Popular los goles del Athletic Club son BAKALAOS. En 1984, Fede Merino, actual director de la emisora, bautizó los goles del Athletic con el grito de "bakalaooo...". En 1990 José Iragorri recogió el testigo.
Otra de las características de nuestro peculiar protagonista es que a todos los miembros de la plantilla rojiblanca (o a gran parte de ellos) les "bautiza" con motes, a cada cual más sorpendente. Aquí os presento lo que podría ser una alineación "made in" José Iragorri:
-. Gorka BOCAJARRO Iraizoz
-. Gaizka REVOLUTION Toquero
-. Koikili ESPARTACO Lertxundi
-. Fernando EL INDOMABLE Amorebieta
-. David LLONGUERAS Lopez
-. Fernando MADARI ES QUE ES LA PERA Llorente
-. Igor OSO ONDO Gabilondo
-. Markel ESTILETE Susaeta
-. Andoni STATUS Iraola
-. Carlos JUSTICIA Gurpegi
-. Aitor MIURA Ocio
-. Javi DIFERENTE Martinez
-. Mikel IKURRIÑA San Jose
-. Ander RASCA Y GANA Iturraspe
-. Iker YOUNG BOY Muniain
-. Oscar GUDARI De Marcos
Para que conozcais un poco mas a este peculiar periodista aquí os dejo un enlace en el que podemos escuchar a José Iragorri en su "salsa". Se trata de la narración de los goles del partido de vuelta de la semifinal de Copa del Rey de 2009. Partido disputado en San Mamés frente al Sevilla con el resultado de Athletic Club 3 - Sevilla 0.
** Enlace **
Hasta hace bien poquito solo los residentes en Bizkaia podiamos deleitarnos de la narración de los partidos ya que internet no habia llegado todavía a monopolizar los medios. Hoy en día da igual donde te encuentres que si quieres seguir en directo un partido del Athletic Club narrado por José Iragorri lo podrás hacer desde el siguiente enlace: ** Radio Popular On Line **
lunes, 21 de noviembre de 2011
Entrevista a: Andoni Goikoetxea
(Entrevista publicada en el diario Deia el 8 de octubre de 2011 por Jose Luis Artetxe)
"Antes había un gran respeto al veterano: veías a 'El Txopo' y se te ponía la carne de gallina"
Andoni Goikoetxea Olaskoaga (Alonsotegi, 1956) es uno de los protagonistas de la última época dorada del Athletic. Participó en la consecución de los dos títulos de Liga, uno de Copa y otro de Supercopa que, de momento, completan el palmarés de la entidad rojiblanca
BILBAO. Su planta y su forma de jugar hicieron de él un representante ideal de algunos valores que tradicionalmente se han asociado al futbolista del Athletic. Potencia, valentía, generosidad, son términos que condensan lo que fue y siempre será en la memoria del aficionado rojiblanco. Su vida nunca ha dejado de estar vinculada al fútbol, ejerce de técnico desde que colgó las botas y posee una trayectoria densa en los banquillos que, sin embargo, no incluye el del Athletic. Es la espina que tiene clavada quien debutase en San Mamés defendiendo los colores del Arbuyo. Aquel chaval sería luego uno de los centrales más importantes que ha tenido el club, en cuya historia aparece como el defensa más prolífico, con 44 goles.
¿Qué hace en la actualidad?
Ver fútbol, comentar, hablar de fútbol. Profesionalmente estoy parado y, como suelo decir, esperando a que venga un presidente inteligente y me fiche para seguir trabajando, que es lo que llevo haciendo en el fútbol desde los 18 años. De nuestra profesión hemos hecho nuestra pasión y ahí estamos, esperando.
No hace tanto tuvo una oportunidad de trabajo que quedó frustrada en las elecciones en el Athletic.
Esa película se ha malentendido o algunos no la han querido entender. Faltando diez o quince días para las elecciones, me llamó una candidatura. Si ganaba, entraba en el organigrama de Lezama, donde Jabo Irureta iba a ser el jefe y me hacía ilusión trabajar con él. A una oferta así no te puedes negar y dije que sí. García Macua no ganó las elecciones y me quedé en la misma situación en que estaba. Nada más.
Bien, pero ¿qué es lo que no se ha entendido?
Yo voy siempre con el Athletic, las personas pasamos. Para mí el Athletic es la entidad con la que nací y a la que le debo el 90% de lo que soy. Creo que nadie debe clasificarme por ese paso que di. A mí me llamaron para un trabajo, no fui yo. Si hubiese ido con una candidatura concreta, habría estado metido dos meses antes. Soy consciente también que si me llaman es por el tema de los votos, porque yo puedo arrastrar un número de votos conmigo.
Al decir esto reconoce que en cierta forma fue utilizado.
Pues sí. Mira, de los últimos que ganamos algo en el Athletic, hay muy pocos que se han incorporado al club, cuando pienso que para los niños es importante tener referencias, como sucede por ejemplo en el Bayern, donde trabajan Rummenigge, Hoeness, etcétera. Digo tranquilamente esto y se puede malinterpretar, pero considero un valor que en el club haya gente que represente al Athletic que cosechó triunfos importantes. Es como lo de Josu Urrutia. Él no ganó títulos, pero ha sido un futbolista bueno, emblemático, y me parece un valor que haya querido presentarse para presidente. Urrutia, como otros, es un activo fundamental del club y sé que él es alguien que va a intentar servir al club. Y conste que no lo digo porque haya ganado.
Volviendo al trabajo de entrenador, la cosa está complicada.
Por muchas razones. En primer lugar porque en cada equipo hay 25 jugadores, pero sólo un entrenador. Yo espero seguir trabajando, decir lo contrario sería una gilipollez.
Por ganas e ilusión que no quede.
Me considero joven y estoy con fuerzas para estar ahí. Si uno pierde la ilusión por su profesión… Disfruto trabajando, me siento identificado con el fútbol y quiero trabajar. El fútbol me gusta, es mi vida.
Es posible que haya quien no le considere tan joven. Hay muchos técnicos que lo son más que usted.
En todo hay una edad para retirarse e ir dejando paso a los que vienen por detrás, pero no creo que sea mi caso.
Lo cierto es que usted ha dirigido a muchos equipos, pero no ha podido hacerlo en el Athletic.
Creo que soy un valor del Athletic y no he tenido la oportunidad de estar en el Athletic. Llevo trabajando desde 1990, cuando dejé de ser jugador. En 1992 ya lleve selecciones de España. He estado en el Salamanca, Numancia, Compostela, Rayo, Hércules… Me gustaría trabajar por y para el Athletic, pero las circunstancias no se han dado. Fíjate si no ha entrenado al Athletic gente con menos currículum, pero… Desde luego no tengo ningún sentimiento negativo hacia el Athletic, solo tengo agradecimiento, un profundo cariño, aunque me quede la pregunta de ¿yo por qué no?
Estar en Lezama sí que estuvo.
Año y pico. En 1990 empecé en los juveniles, como ayudante de Iñaki Sáez. Luego de 1992 a 1996 Javi (Clemente) me llevó a la selección. Con los sub'18 fuimos campeones de Europa y subcampeones con los sub'21. Estuve con Javi en el Mundial de Estados Unidos y en la Eurocopa de Inglaterra. Fue una intensa etapa de aprendizaje.
Sí, no es cualquier sitio.
Entrenar a selecciones te permite tener una visión global del fútbol. Recuerdo por ejemplo que en la sub'18 tuve a Raúl, con solo 15 años; allí despuntó. Estando en esos niveles ves todo. Mira cómo salió Joseba Etxeberria: hizo un Mundial fantástico en Catar, le sustituyó a Morientes que se lesionó contra Rusia y acabó como máximo goleador. Entonces es cuando le ficha José Mari Arrate. Es un rodaje y se aprenden muchas cosas, conoces gente que te estimula. Uno ha podido tener una trayectoria dilatada como jugador, pero aunque se trate del mismo negocio, la de entrenador es otra parcela.
Ha conocido después muchos destinos, pero habrá alguno que le haya quedado más grabado.
Me quedaría con el ascenso a Primera con el Salamanca. Una etapa preciosa. Pero tampoco olvido la de Numancia, donde mantuve al equipo en Primera, algo que no se ha repetido. En el Hércules se hizo la mejor campaña en veinte años, pese a no ascender. Me quedo con el reconocimiento de las personas de todos sitios, pero con una mención especial para la gente de Soria. Y tampoco olvido los fracasos, que siempre hay fracasos. En el Racing, por ejemplo, no logre el objetivo y me destituyeron.
Ningún técnico que esté años en activo se libra del fracaso.
¿Qué es el éxito? Es el último peldaño de una escalera de gallinero que está llena de porquería. A veces se llega a él y otras veces no, o bajas más. Le he escuchado a Bielsa decir que había tenido muchos fracasos. Quien no diga eso anda mal, no dice la verdad. Todos los técnicos pasan por todos los trances. Aquel a quien no han echado de varios equipos no se puede considerar entrenador.
¿En alguna oportunidad, ocupando otro banquillo, se ha cruzado con el Athletic?
Con el Numancia recuerdo que empatamos a cero y le expulsaron a Julen Guerrero, la única vez que le han echado, fue muy surrealista. Con el Hércules jugué en Copa contra el Athletic y ahí le tuvimos un poco contra las cuerdas. Me preguntarás que cómo tenía el corazón en esos partidos. Pues no lo tuve partido, trabajas para el equipo que te paga y toda tu profesionalidad la vuelcas ahí.
¿Qué tipo de propuestas ha recibido últimamente?
La ultima de un equipo de Primera de Rumania, pero tenía que ir yo solo; los ayudantes los ponía el club, y no me atraía la idea.
La Liga exporta técnicos y jugadores, algo que antes no sucedía.
El fútbol español está en auge, se cotiza más. Hace años había la idea de que los técnicos extranjeros eran mejores, pero no es así; hay de todo, como aquí, igual que vienen muchos jugadores de medio pelo.
¿Cómo ve al Athletic después de tantos años al margen de su disciplina?
Ha crecido mucho en todos los sentidos: en medios, campos, servicio médico. La sede es ahora un palacio y antes, una oficina de 200 metros cuadrados,… Eso es bueno, es el progreso, pero también se ha ido perdiendo algo de encanto, de trato más normal de los jugadores con la prensa… No es sólo en el Athletic, pero antes se hacía todo más de tú a tú. Ahora todo tiene una magnitud mayor, están los medios de comunicación que condicionan mucho, el jugador está mejor reconocido en lo económico, los presupuestos han crecido mucho y generan muchas cosas.
Pero el juego sigue siendo con un balón, once contra once, dos porterías…
Y los campos con las mismas medidas, hasta las reglas se mantienen. Hay una cosa en el Athletic que sí se debería conseguir: que el Bilbao Athletic estuviese en Segunda A. Debería ser el objetivo, seguro que Cuco Ziganda lo tiene en mente. No es fácil. Y jugadores pueden salir igual de Segunda A que de Segunda B o de juveniles, como salimos muchos.
La Segunda A es una categoría muy exigente, usted lo sabe muy bien.
Es que hay muchos jugadores que vienen de Primera porque no hay sitio para todos arriba. Es tan competitiva como muchas primeras Ligas europeas.
La de futbolista es una etapa más agradecida que la de entrenador.
Son distintas. Las derrotas y los disgustos se diluyen entre los 25 jugadores. Has perdido, bien y ¿quién tiene la culpa?: el equipo. Mientras que las alegrías son impresionantes. Yo viví varios títulos con el Athletic y finales que perdimos, con el Betis, el Atlético de Madrid, la Juventus, que también son gloria y parte de la historia del club. Como entrenador también puedes sacar pecho en la victoria, pero luego está la soledad. Cuando va mal te quedas aislado hasta de los tuyos. Es bastante duro.
Pero esto ya lo sabía y sin embargo eligió ser entrenador.
Lo tenía muy clarito, me gustaba y veía que podía valer. Hay gente que habla del vestuario sin haber pisado uno en la vida, que habla del balón y nunca ha tocado uno. Todo ese bagaje yo lo tengo y si no has vivido todo eso, puedes hablar de ello, pero no es lo mismo. Oyes hablar a cada listo, que los hay, y nunca han estado en una caseta. Yo he conocido a muchos entrenadores en el Athletic y luego a Menotti, Ron Atkinson… Les he visto funcionar y sí, sabía dónde me metía, pero el fútbol me apasiona.
¿Hay algo peor que esa soledad del entrenador que decía?
Lo peor del fútbol son las lesiones. Mira ahora el pobre Ion Vélez. Por cierto, le tuve en el Hércules e hizo una gran temporada. Yo fui afortunado. Sólo tuve lesiones musculares, de pubis, pero terminé con los tobillos, las rodillas y las caderas intactas. También es verdad que llevé una vida muy ordenada, me casé joven, lo cual ayuda, y respetaba mucho las horas de dormir y las comidas.
Y tenía un físico privilegiado.
Sólo dejé de jugar por temas musculares, de pubis, que es jodido. Lo demás siempre fui titular, siempre jugué desde que debuté con Rafa Iriondo contra la Real, de lateral, marcando a Idigoras. Empecé con Astrain, Madariaga y Gisasola.
Y Alexanko, era otro de los que jugaba en su demarcación.
Sí, bueno, a Alexanko, que también es nacido en Alonsotegi, le mandaron cedido al Alavés y le repescó Koldo Agirre cuando anduve con lo del pubis. Luego Astrain se retiró y Alexanko se fue al Barcelona. Hicimos juntos el campamento de la mili en Araka. Algún día íbamos a entrenar al campo del Alavés. Luego cogí aquella operación Retorno de los Tirapu, Irureta, Lasa, Aitor Agirre y Txurruka, que era de lo mejor que hemos tenido, elegante y fino. De aquella primera época recuerdo el gran respeto hacia el veterano, que ya no se mantiene. Había charlas en el vestuario. Hablaba El Txopo, estaba Villar también; los demás a escuchar y callar. Te cruzabas con El Txopo por el pasillo y se te ponía la carne de gallina. Y si te saludaba así, dándote un golpecito con la mano en la espalda, era la hostia. Había respeto, admiración. Hoy te viene un crío y te suelta ¿qué pasa Goiko? Es distinto. Helmut Senekowitch ordenaba a los más jóvenes recoger los balones que se perdían durante el entrenamiento y allí iban. Hoy igual le mandarían a freír espárragos.
Debutó en un derbi de Copa en Atotxa. Luego jugó la vuelta en San Mamés, pero sólo el tiempo de descuento.
Pero esa no fue la primera vez que jugaba en San Mamés. Fue con el Arbuyo, en infantiles, en la final del Campeonato de Bizkaia, contra el Arenas, que nos metió cuatro. Con 13 años tuve el primer partido allí donde luego jugué muchas más veces. Lo que son las cosas, además fui el único que volví a San Mamés del Arbuyo y también del Arenas, aunque allí estaba Aketxe con el que luego coincidí en el Bilbao Athletic.
¿Cuándo le captó el Athletic?
Con 15 años, pero con 14 estuve a punto de ir al Real Madrid. Arsenio Calvo nos llevó a mi hermano, que jugaba de delantero centro y era dos años mayor que yo, y a mí a hacer una prueba. Fue en navidades y ya me quisieron coger entonces, pero era sólo un crío y no teníamos capacidad de decisión. Volvimos a casa. Recuerdo que mi hermano tenía además que examinarse de reválida de sexto. Quedamos en que tenía que volver a Madrid en Semana Santa, pero entonces el periódico Hierro publicó que los hermanos Goikoetxea habían ido a probar al Madrid y al de dos días ya estaba José Luis Garay en casa. Habló con mis padres y entré en el Athletic.
Su hermano, ariete y usted, central.
¡Qué va! Yo jugaba de interior, llevaba el número 10, era goleador, chutaba bien y de cabeza iba bien. De ahí supongo que me viene que luego, aunque jugase atrás, marcara bastantes goles. Fue Gonzalo Beitia quien me reconvirtió en defensa.
Es el defensa de la historia del Athletic que más goles ha hecho, 44. Uno más que Aitor Larrazabal.
Ya, pero Aitor metía muchos de penalti, que hay que meterlos, ¿eh?. Cuidado. Yo alguno tiré también, pero pocos.
"Antes había un gran respeto al veterano: veías a 'El Txopo' y se te ponía la carne de gallina"
Andoni Goikoetxea Olaskoaga (Alonsotegi, 1956) es uno de los protagonistas de la última época dorada del Athletic. Participó en la consecución de los dos títulos de Liga, uno de Copa y otro de Supercopa que, de momento, completan el palmarés de la entidad rojiblanca
BILBAO. Su planta y su forma de jugar hicieron de él un representante ideal de algunos valores que tradicionalmente se han asociado al futbolista del Athletic. Potencia, valentía, generosidad, son términos que condensan lo que fue y siempre será en la memoria del aficionado rojiblanco. Su vida nunca ha dejado de estar vinculada al fútbol, ejerce de técnico desde que colgó las botas y posee una trayectoria densa en los banquillos que, sin embargo, no incluye el del Athletic. Es la espina que tiene clavada quien debutase en San Mamés defendiendo los colores del Arbuyo. Aquel chaval sería luego uno de los centrales más importantes que ha tenido el club, en cuya historia aparece como el defensa más prolífico, con 44 goles.
¿Qué hace en la actualidad?
Ver fútbol, comentar, hablar de fútbol. Profesionalmente estoy parado y, como suelo decir, esperando a que venga un presidente inteligente y me fiche para seguir trabajando, que es lo que llevo haciendo en el fútbol desde los 18 años. De nuestra profesión hemos hecho nuestra pasión y ahí estamos, esperando.
No hace tanto tuvo una oportunidad de trabajo que quedó frustrada en las elecciones en el Athletic.
Esa película se ha malentendido o algunos no la han querido entender. Faltando diez o quince días para las elecciones, me llamó una candidatura. Si ganaba, entraba en el organigrama de Lezama, donde Jabo Irureta iba a ser el jefe y me hacía ilusión trabajar con él. A una oferta así no te puedes negar y dije que sí. García Macua no ganó las elecciones y me quedé en la misma situación en que estaba. Nada más.
Bien, pero ¿qué es lo que no se ha entendido?
Yo voy siempre con el Athletic, las personas pasamos. Para mí el Athletic es la entidad con la que nací y a la que le debo el 90% de lo que soy. Creo que nadie debe clasificarme por ese paso que di. A mí me llamaron para un trabajo, no fui yo. Si hubiese ido con una candidatura concreta, habría estado metido dos meses antes. Soy consciente también que si me llaman es por el tema de los votos, porque yo puedo arrastrar un número de votos conmigo.
Al decir esto reconoce que en cierta forma fue utilizado.
Pues sí. Mira, de los últimos que ganamos algo en el Athletic, hay muy pocos que se han incorporado al club, cuando pienso que para los niños es importante tener referencias, como sucede por ejemplo en el Bayern, donde trabajan Rummenigge, Hoeness, etcétera. Digo tranquilamente esto y se puede malinterpretar, pero considero un valor que en el club haya gente que represente al Athletic que cosechó triunfos importantes. Es como lo de Josu Urrutia. Él no ganó títulos, pero ha sido un futbolista bueno, emblemático, y me parece un valor que haya querido presentarse para presidente. Urrutia, como otros, es un activo fundamental del club y sé que él es alguien que va a intentar servir al club. Y conste que no lo digo porque haya ganado.
Volviendo al trabajo de entrenador, la cosa está complicada.
Por muchas razones. En primer lugar porque en cada equipo hay 25 jugadores, pero sólo un entrenador. Yo espero seguir trabajando, decir lo contrario sería una gilipollez.
Por ganas e ilusión que no quede.
Me considero joven y estoy con fuerzas para estar ahí. Si uno pierde la ilusión por su profesión… Disfruto trabajando, me siento identificado con el fútbol y quiero trabajar. El fútbol me gusta, es mi vida.
Es posible que haya quien no le considere tan joven. Hay muchos técnicos que lo son más que usted.
En todo hay una edad para retirarse e ir dejando paso a los que vienen por detrás, pero no creo que sea mi caso.
Lo cierto es que usted ha dirigido a muchos equipos, pero no ha podido hacerlo en el Athletic.
Creo que soy un valor del Athletic y no he tenido la oportunidad de estar en el Athletic. Llevo trabajando desde 1990, cuando dejé de ser jugador. En 1992 ya lleve selecciones de España. He estado en el Salamanca, Numancia, Compostela, Rayo, Hércules… Me gustaría trabajar por y para el Athletic, pero las circunstancias no se han dado. Fíjate si no ha entrenado al Athletic gente con menos currículum, pero… Desde luego no tengo ningún sentimiento negativo hacia el Athletic, solo tengo agradecimiento, un profundo cariño, aunque me quede la pregunta de ¿yo por qué no?
Estar en Lezama sí que estuvo.
Año y pico. En 1990 empecé en los juveniles, como ayudante de Iñaki Sáez. Luego de 1992 a 1996 Javi (Clemente) me llevó a la selección. Con los sub'18 fuimos campeones de Europa y subcampeones con los sub'21. Estuve con Javi en el Mundial de Estados Unidos y en la Eurocopa de Inglaterra. Fue una intensa etapa de aprendizaje.
Sí, no es cualquier sitio.
Entrenar a selecciones te permite tener una visión global del fútbol. Recuerdo por ejemplo que en la sub'18 tuve a Raúl, con solo 15 años; allí despuntó. Estando en esos niveles ves todo. Mira cómo salió Joseba Etxeberria: hizo un Mundial fantástico en Catar, le sustituyó a Morientes que se lesionó contra Rusia y acabó como máximo goleador. Entonces es cuando le ficha José Mari Arrate. Es un rodaje y se aprenden muchas cosas, conoces gente que te estimula. Uno ha podido tener una trayectoria dilatada como jugador, pero aunque se trate del mismo negocio, la de entrenador es otra parcela.
Ha conocido después muchos destinos, pero habrá alguno que le haya quedado más grabado.
Me quedaría con el ascenso a Primera con el Salamanca. Una etapa preciosa. Pero tampoco olvido la de Numancia, donde mantuve al equipo en Primera, algo que no se ha repetido. En el Hércules se hizo la mejor campaña en veinte años, pese a no ascender. Me quedo con el reconocimiento de las personas de todos sitios, pero con una mención especial para la gente de Soria. Y tampoco olvido los fracasos, que siempre hay fracasos. En el Racing, por ejemplo, no logre el objetivo y me destituyeron.
Ningún técnico que esté años en activo se libra del fracaso.
¿Qué es el éxito? Es el último peldaño de una escalera de gallinero que está llena de porquería. A veces se llega a él y otras veces no, o bajas más. Le he escuchado a Bielsa decir que había tenido muchos fracasos. Quien no diga eso anda mal, no dice la verdad. Todos los técnicos pasan por todos los trances. Aquel a quien no han echado de varios equipos no se puede considerar entrenador.
¿En alguna oportunidad, ocupando otro banquillo, se ha cruzado con el Athletic?
Con el Numancia recuerdo que empatamos a cero y le expulsaron a Julen Guerrero, la única vez que le han echado, fue muy surrealista. Con el Hércules jugué en Copa contra el Athletic y ahí le tuvimos un poco contra las cuerdas. Me preguntarás que cómo tenía el corazón en esos partidos. Pues no lo tuve partido, trabajas para el equipo que te paga y toda tu profesionalidad la vuelcas ahí.
¿Qué tipo de propuestas ha recibido últimamente?
La ultima de un equipo de Primera de Rumania, pero tenía que ir yo solo; los ayudantes los ponía el club, y no me atraía la idea.
La Liga exporta técnicos y jugadores, algo que antes no sucedía.
El fútbol español está en auge, se cotiza más. Hace años había la idea de que los técnicos extranjeros eran mejores, pero no es así; hay de todo, como aquí, igual que vienen muchos jugadores de medio pelo.
¿Cómo ve al Athletic después de tantos años al margen de su disciplina?
Ha crecido mucho en todos los sentidos: en medios, campos, servicio médico. La sede es ahora un palacio y antes, una oficina de 200 metros cuadrados,… Eso es bueno, es el progreso, pero también se ha ido perdiendo algo de encanto, de trato más normal de los jugadores con la prensa… No es sólo en el Athletic, pero antes se hacía todo más de tú a tú. Ahora todo tiene una magnitud mayor, están los medios de comunicación que condicionan mucho, el jugador está mejor reconocido en lo económico, los presupuestos han crecido mucho y generan muchas cosas.
Pero el juego sigue siendo con un balón, once contra once, dos porterías…
Y los campos con las mismas medidas, hasta las reglas se mantienen. Hay una cosa en el Athletic que sí se debería conseguir: que el Bilbao Athletic estuviese en Segunda A. Debería ser el objetivo, seguro que Cuco Ziganda lo tiene en mente. No es fácil. Y jugadores pueden salir igual de Segunda A que de Segunda B o de juveniles, como salimos muchos.
La Segunda A es una categoría muy exigente, usted lo sabe muy bien.
Es que hay muchos jugadores que vienen de Primera porque no hay sitio para todos arriba. Es tan competitiva como muchas primeras Ligas europeas.
La de futbolista es una etapa más agradecida que la de entrenador.
Son distintas. Las derrotas y los disgustos se diluyen entre los 25 jugadores. Has perdido, bien y ¿quién tiene la culpa?: el equipo. Mientras que las alegrías son impresionantes. Yo viví varios títulos con el Athletic y finales que perdimos, con el Betis, el Atlético de Madrid, la Juventus, que también son gloria y parte de la historia del club. Como entrenador también puedes sacar pecho en la victoria, pero luego está la soledad. Cuando va mal te quedas aislado hasta de los tuyos. Es bastante duro.
Pero esto ya lo sabía y sin embargo eligió ser entrenador.
Lo tenía muy clarito, me gustaba y veía que podía valer. Hay gente que habla del vestuario sin haber pisado uno en la vida, que habla del balón y nunca ha tocado uno. Todo ese bagaje yo lo tengo y si no has vivido todo eso, puedes hablar de ello, pero no es lo mismo. Oyes hablar a cada listo, que los hay, y nunca han estado en una caseta. Yo he conocido a muchos entrenadores en el Athletic y luego a Menotti, Ron Atkinson… Les he visto funcionar y sí, sabía dónde me metía, pero el fútbol me apasiona.
¿Hay algo peor que esa soledad del entrenador que decía?
Lo peor del fútbol son las lesiones. Mira ahora el pobre Ion Vélez. Por cierto, le tuve en el Hércules e hizo una gran temporada. Yo fui afortunado. Sólo tuve lesiones musculares, de pubis, pero terminé con los tobillos, las rodillas y las caderas intactas. También es verdad que llevé una vida muy ordenada, me casé joven, lo cual ayuda, y respetaba mucho las horas de dormir y las comidas.
Y tenía un físico privilegiado.
Sólo dejé de jugar por temas musculares, de pubis, que es jodido. Lo demás siempre fui titular, siempre jugué desde que debuté con Rafa Iriondo contra la Real, de lateral, marcando a Idigoras. Empecé con Astrain, Madariaga y Gisasola.
Y Alexanko, era otro de los que jugaba en su demarcación.
Sí, bueno, a Alexanko, que también es nacido en Alonsotegi, le mandaron cedido al Alavés y le repescó Koldo Agirre cuando anduve con lo del pubis. Luego Astrain se retiró y Alexanko se fue al Barcelona. Hicimos juntos el campamento de la mili en Araka. Algún día íbamos a entrenar al campo del Alavés. Luego cogí aquella operación Retorno de los Tirapu, Irureta, Lasa, Aitor Agirre y Txurruka, que era de lo mejor que hemos tenido, elegante y fino. De aquella primera época recuerdo el gran respeto hacia el veterano, que ya no se mantiene. Había charlas en el vestuario. Hablaba El Txopo, estaba Villar también; los demás a escuchar y callar. Te cruzabas con El Txopo por el pasillo y se te ponía la carne de gallina. Y si te saludaba así, dándote un golpecito con la mano en la espalda, era la hostia. Había respeto, admiración. Hoy te viene un crío y te suelta ¿qué pasa Goiko? Es distinto. Helmut Senekowitch ordenaba a los más jóvenes recoger los balones que se perdían durante el entrenamiento y allí iban. Hoy igual le mandarían a freír espárragos.
Debutó en un derbi de Copa en Atotxa. Luego jugó la vuelta en San Mamés, pero sólo el tiempo de descuento.
Pero esa no fue la primera vez que jugaba en San Mamés. Fue con el Arbuyo, en infantiles, en la final del Campeonato de Bizkaia, contra el Arenas, que nos metió cuatro. Con 13 años tuve el primer partido allí donde luego jugué muchas más veces. Lo que son las cosas, además fui el único que volví a San Mamés del Arbuyo y también del Arenas, aunque allí estaba Aketxe con el que luego coincidí en el Bilbao Athletic.
¿Cuándo le captó el Athletic?
Con 15 años, pero con 14 estuve a punto de ir al Real Madrid. Arsenio Calvo nos llevó a mi hermano, que jugaba de delantero centro y era dos años mayor que yo, y a mí a hacer una prueba. Fue en navidades y ya me quisieron coger entonces, pero era sólo un crío y no teníamos capacidad de decisión. Volvimos a casa. Recuerdo que mi hermano tenía además que examinarse de reválida de sexto. Quedamos en que tenía que volver a Madrid en Semana Santa, pero entonces el periódico Hierro publicó que los hermanos Goikoetxea habían ido a probar al Madrid y al de dos días ya estaba José Luis Garay en casa. Habló con mis padres y entré en el Athletic.
Su hermano, ariete y usted, central.
¡Qué va! Yo jugaba de interior, llevaba el número 10, era goleador, chutaba bien y de cabeza iba bien. De ahí supongo que me viene que luego, aunque jugase atrás, marcara bastantes goles. Fue Gonzalo Beitia quien me reconvirtió en defensa.
Es el defensa de la historia del Athletic que más goles ha hecho, 44. Uno más que Aitor Larrazabal.
Ya, pero Aitor metía muchos de penalti, que hay que meterlos, ¿eh?. Cuidado. Yo alguno tiré también, pero pocos.
sábado, 19 de noviembre de 2011
Documental sobre Telmo ZARRAonaindia (Parte 2 de 2)
Documental emitido por ETB en 1989 de la serie 'Nombres propios' presentado y dirigido por Manu Leguineche
viernes, 18 de noviembre de 2011
Documental sobre Telmo ZARRAonaindia (Parte 1 de 2)
Documental emitido por ETB en 1989 de la serie 'Nombres propios' presentado y dirigido por Manu Leguineche
martes, 15 de noviembre de 2011
Humor rojiblanco que circula por internet
lunes, 14 de noviembre de 2011
Los Inolvidables: Argote
Los periodistas Jon Agiriano y Miguel González San Martín han reunido bajo el titulo 'Los Inolvidables' un conjunto de entrevistas a jugadores historicos del Athletic Club
«El toque es algo innato»
«Hasta después de dejar el fútbol no me di cuenta de lo que significaron nuestros títulos para la gente»
3 de abril de 2011
JON AGIRIANO , MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Durante medio siglo, entre 1940 y 1990, el Athletic tuvo en su banda izquierda tres extremos geniales que limpiaron, fijaron y dieron esplendor a su juego: Piru Gainza, Txetxu Rojo y Estanis Argote. La zurda del extremo guipuzcoano se disfrutó en San Mamés durante 13 temporadas, partido tras partido, con el asombro renovado de los prodigios. Argote, que acude puntual a la cita en la terraza de La Munoa, sobre la playa de Zarautz, se dejaría llevar prisionero por la Inquisición antes de asegurar en público algo así, pero para eso estamos los entrevistadores, para poner las cosas en su sitio.
El número 11 del último Athletic campeón es un hombre tímido y sencillo, un chico de pueblo que pasa mucho más desapercibido de lo que merecería, y no deja de quitarse importancia. No puede parecer más sincero cuando reconoce su «asombro» ante las horas y horas de radio y televisión y las páginas y páginas de periódico que se dedican «a algo tan sencillo como el fútbol». En este concepto, el de la sencillez del juego, suelen insistir, precisamente, los grandes talentos naturales; gente como Estanis Argote Salaberria, que era el futbolista de banda por cuya compañía un buen delantero centro vendería su alma al diablo. Le dabas un metro y de su bota izquierda salía un centro tan perfecto que sobre él podían escribirse tratados sobre geometría, curvas o parábolas. Como a estas alturas del texto, seguro que Argote ya se está turbando con los elogios más de lo que se turba cuando le piden que toque en público el acordeón, quizá convenga pasar a las preguntas. Aunque bien mirado, se hace necesaria una última apreciación admirativa: el acordeón es un instrumento modesto, pero irradia felicidad. Es una fiesta que nace en un rincón. Como la zurda de Estanis Argote.
- ¿Dónde empezó a jugar?
- Donde podía. En el colegio, en casa, en la playa... Recuerdo que en el colegio, hasta los 8 o 9 años, jugábamos en el patio. No nos dejaban ir a la playa porque había que pasar la carretera general.
- La playa de Zarautz ha sido un buen vivero de futbolistas.
- Pues sí. Sólo para el Athletic ya salimos el Chopo, Etxabe, Churruca y yo.
- A los chavales de ahora se les calculan cientos de horas de déficits de entrenamiento respecto a los que ustedes disfrutaban jugando en la calle o en la playa.
- Puede ser. El contacto con el balón es fundamental. El secreto es meter horas. Yo estaba todo el tiempo con la pelota. Comía y a jugar, a chutar contra la pared, a rematar de cabeza, a pegar toques, a hacer controles... Entonces no había otra cosa.
- ¿En su familia había antecedentes futbolísticos?
- Ninguno. Nadie. Mi padre era un 'cashero' que no tenía ni idea de lo que era un balón. Era músico. Tocaba el acordeón y en eso sí que me influyó. Antes de ir a Lezama estuve en un grupo. Tocaba la guitarra eléctrica.
- ¿La guitarra eléctrica?
- Sí. Lo mío era el acordeón. Hice hasta quinto y dos años de Armonía. Y sigo tocándolo. Intento sacar una hora todos los días. Pero en el grupo necesitaban un guitarrista y como yo tenía una ligera idea... Tocábamos en verbenas y en bodas.
- ¿Cómo se llamaban?
- Los Algas.
- ¡Qué bueno!
- Lo pusimos con las iniciales de todos: Argote, Lopetegi, Granados, Aizpurua y Salinas... La verdad es que yo pasaba mucha vergüenza en el escenario.
- ¿Qué cantaban?
-Pues las canciones de moda, muchas de los Beatles. Poníamos un tocadiscos y aprendíamos poco a poco la canción. Yo no cantaba. ¡Menos mal! Imaginad cómo era nuestro inglés. Cuando en verano algún extranjero nos escuchaba no entendía nada, ja, ja.
- Volvamos al fútbol.
- Sí. Hasta los 15 años seguí jugando en la playa. No quería ir al Zarautz. Fui con 16.
- ¿Y por qué esperó tanto a fichar?
- No sé. Me apetecía seguir jugando con los amigos en la playa.
- ¿Destacó pronto?
- ¿Destacar? Bueno, yo hacía cosas que otros no hacían. Pero con 15 años pesaba 65 kilos. Era muy delgado y no tenía fuerza. No tenía nada claro a dónde iba a llegar.
- Usted era del Athletic.
- Sí. En aquella época, la Real estaba en Segunda y del equipo que hablaban en 'Telenorte' era del Athletic. Supongo que me haría por eso y por Iribar, que era del pueblo.
Ante Marcelino
- ¿Cómo fue su fichaje por el Athletic?
- Un ojeador se fijo en mí en un partido que jugamos contra La Chantrea. Parece ser que fue a ver a un central del Zarautz, Juan Mari Galarraga, que jugó en el Alavés y era un año mayor que yo. Al final nos llevaron a los dos. A él al Bilbao Athletic y a mí al juvenil.
- Gonzalo Beitia fue su primer entrenador.
- Sí. Teníamos un juvenil muy majo. Manu Sarabia y yo subimos al primer equipo.
- El entrenador que le dio la oportunidad de debutar en Primera fue Koldo Aguirre.
- Koldo me cogió en el Bilbao Athletic, donde estuve dos temporadas enteras. A la tercera, en la nueva Segunda B, estuve con el difunto Txutxi Aranguren. Su muerte ha sido un palo tremendo. Jugué cuatro o cinco partidos y Koldo me subió al primer equipo porque Txetxu Rojo se había lesionado.
- Háblenos del debut.
- Recuerdo que fue un lunes cuando me comentó que iba a debutar. Y yo le dije: ¿Pero cómo voy a jugar yo contra Marcelino, que es internacional? Tú tranquilo, me dijo. Y, bueno, la verdad es que no estuve mal, sobre todo en el primer tiempo. Acabé contento. Ganamos 1-0 y me pusieron bien, aunque en el debut los periodistas siempre te ponen un poco mejor de lo que mereces. Noté que había diferencia, pero menor de lo que yo pensaba. Me di cuenta de que, con mis condiciones, podía jugar, que los otros también son humanos.
- ¿Qué le dijeron en casa?
- Poca cosa. Mi familia en eso es muy fría. No somos de mostrar mucho las alegrías. Vine al pueblo, estuve tomando unos cacharros con los amigos y ya está. Alguna gente ni se enteró.
- Tenía usted el listón muy alto. No sólo sustituía a Rojo sino que, además, entraba en un equipo que venía de hacer una temporada formidable, pese a no haber ganado ningún título.
- Es verdad. Txetxu era mi ídolo de toda la vida y aquel equipo era buenísimo. Los del Bilbao Athletic solíamos ver sus partidos desde los palquitos aquellos que había en la esquina. Nos daban invitaciones. Y yo les veía a Txetxu y a Churruca y jugar con ellos me parecía algo inalcanzable.
- Sin embargo, lo suyo fue llegar y besar el santo. Tras su debut, se ganó la titularidad, jugó 28 partidos y marcó 11 goles.
- La verdad es que me salieron muy bien las cosas y encima marqué varios goles.
- Tanto que, con el tiempo, acabó retrasando la posición de Txetxu Rojo, que parecía intocable.
- Hubo polémica de si podíamos jugar juntos. Yo creía que sí, pero era cosa del entrenador. Durante un tiempo, fue un tema complicado. Yo vivía al día disfrutando de cada momento. Siempre jugaba al mismo ritmo y con la misma ilusión. Nunca pensaba si iba a seguir de titular o me iban a quitar el puesto. Pero aquella polémica me afectó. Si salía y jugaba mal, la gente se metía conmigo. Y yo no podía aguantar esa presión. Algún día llegué a decirle a Koldo que no quería jugar.
- ¿Habló de ello con Txetxu?
- No. Yo era muy tímido para decirle algo.
- Lo curioso es que Txetxu estaba muy a gusto de interior, con lo que, en principio, no debía de haber problema.
- Bueno, eso ya era cosa del entrenador. Lo que pasa es que de interior estaba Churruca, que en ese momento era indiscutible.
- Con polémica o sin ella hicieron una buena temporada.
- Quedamos terceros. Igual rendimos un poco menos que el año anterior, pero hicimos una buena clasificación. La siguiente temporada ya fue peor. Quedamos novenos. Fue la última de Koldo. Luego vendría Senekovitch.
- De ingrato recuerdo.
- Hacía cosas raras. A mí me decía que chutaba más fuerte con la derecha que con la izquierda y se ponía a darme explicaciones. Yo le decía que sí, claro. En fin...
El carácter de Clemente
- ¿Qué recuerda de la llegada de Clemente? ¿Cuál fue su primera impresión de él?
- No sé qué deciros. Quizá lo que más me llamó la atención fue su seguridad en sí mismo.
- ¿Llegó a pensar entonces que podían ganar dos Ligas y una Copa?
- Yo, personalmente, nunca hubiera pensado que íbamos a ser campeones. Teníamos un gran equipo, pero me parecía algo casi imposible. Después de los partidos, nos solíamos juntar en Lezama, concentrados. Y alguno siempre decía, oye, que si ganamos a este y al otro y ellos pierden contra no sé quién, igual somos campeones. Y yo: ¡Qué coño vamos a ser!
- Con esa manera de pensar seguro que era de los que viajaron a Las Palmas con muy pocas esperanzas de ganar la Liga.
- Pues sí. Me parecía casi un imposible. Pocos pensábamos que íbamos a quedar campeones. Que íbamos a ganar al Las Palmas, sí, porque nosotros íbamos sin ninguna presión, pero que el Madrid perdiera contra el Valencia, cuando el empate le valía, pues no. Pero sonó la flauta.
- ¿Cómo lo vivió?
- Me pegué un abrazo con Andoni Cedrún y empecé a saltar y gritar. Era feliz, pero ahora sé que no me estaba dando cuenta de lo que habíamos hecho. Hombre, lo de la gabarra fue increíble. Todos quedamos impresionados, pero en ese momento estás en una nube. Yo hasta después de dejar el fútbol no me di cuenta de lo que significaron para la gente nuestros títulos.
- Supongo que para la siguiente temporada ya creería que podían ganar.
- Yo no, ja, ja. Hombre, habiendo ganado una vez, ya teníamos más confianza en ganar la segunda, pero yo no pensaba ni loco que íbamos a hacer el doblete.
- ¿Cambió mucho el juego de una temporada a otra?
- No tanto como se dice. Estuvimos más sólidos atrás y marcamos menos goles, pero por lo demás no hubo mucho cambio. Yo, de todas formas, creo que el mejor fútbol lo hicimos el primer año de Clemente. Quedamos cuartos y marcamos un montón de goles, sobre todo en la segunda vuelta. Ahí ya se vio una base que luego explotó en los años siguientes.
- ¿Cuál fue la clave de aquel Athletic campeón?
- Se suele decir que la clave es que éramos un equipo muy unido. Pero unidos están casi todos los equipos, sobre todo si los resultados son buenos. En esos casos, siempre hay buen ambiente. Para mí la clave es que éramos un equipo muy fuerte y muy compensado, con mucho poder.
- Hablábamos antes del partido en Las Palmas. ¿Qué recuerda del que jugaron contra la Real en San Mamés y supuso el segundo título?
- Creo que ellos no vinieron a tope, pero nosotros estuvimos agarrotados, atenazados. Jugamos muy mal. Estábamos obligados a ganar porque, si no, imaginad la que hubiéramos armado.
- Aquello hubiese sido un 'maracanazo'.
- Claro. Y no nos salían las cosas. Jugar bien con esa ansiedad es casi imposible.
- ¿Qué pensó en el gol de Uralde?
- Pensé que se le había escapado, pero la verdad es que nos complicó mucho las cosas. La tensión se hizo tremenda. Alguno de ellos ya me dijo: 'Venga, joder, que la tenéis que meter'.
- Menos mal que aparecieron usted y Rocky en aquel córner providencial
- Era una de las mejores jugadas que teníamos. Con Rocky y Goiko teníamos asegurados ocho o diez goles por temporada.
- Hablemos de otro partido inolvidable, la final de la Copa ante el Barcelona. ¿Estaba nervioso? El ambientazo en el Bernabéu era increíble, con más de 50.000 aficionados del Athletic.
- ¿Nervioso? No, no. Yo no me ponía nervioso. Hombre, igual al tirar un penalti un poco sí, pero a la hora de jugar, nunca. Yo, en las comidas familiares, cuando me dicen que toque el acordeón, me pongo más nervioso que en cualquier partido. Creo que es porque dominas más el tema. Con el acordeón siempre temes fallar una nota. En cambio en el fútbol sentía que dominaba la situación.
- El gol de Endika llega de un pase suyo con la derecha.
- Aquello fue un churro, joder. Me vuelve el balón de un córner y centro a la olla, a ver qué pasa. Y sale bien y marcamos.
- Extrañó aquel día la alineación de Clemente, la titularidad de Endika y Patxi Salinas.
- Él solía hacer cosas de ésas. Yo, de todas formas, le tengo que estar agradecido porque conmigo siempre se portó fenomenal. Que en algún partido creía que iba a jugar y no jugaba, pues claro, pero no pasaba nada, eso se entiende.
- En la final de Copa de la temporada siguiente contra el Atlético de Madrid, sin ir más lejos, no jugó.
- Sí. Estuve en el banquillo, con el número 13. Sólo se hacían dos cambios y creo que salieron Endika y Sarabia.
- Y le dolería.
- Claro que te fastidia. Te pone triste, pero tienes que aceptarlo. ¿Qué vas a hacer? Yo no me podía quejar. A mí me fueron muy bien las cosas. Fui un afortunado.
- ¿Cómo vivió la batalla final contra los jugadores del Barcelona?
- La verdad es que para cuando me enteré ya se habían pegado los mayores golpes. Estaba en el campo, pero no me di cuenta de casi nada. No sé con quién estaría, pero las imágenes de Clos y ésos las vi por televisión. Fue una pena que la final quedara empañada de ese modo. A Sola le tuvieron que dar un montón de puntos y todo fue un poco agridulce.
- ¿Qué recuerda de Maradona?
- Hombre, era un futbolista excepcional, un tío muy fuerte y muy rápido. Ahora bien, como persona... En aquel partido estaba muy quemado porque no hizo nada. Chato le mantuvo bien a raya y eso supongo que le desquició porque su reacción no fue normal.
Un ojeador casi de incógnito
- No quiso ser entrenador, pero ejerce de ojeador para el Athletic en Guipúzcoa. No tiene que ser fácil su trabajo en territorio enemigo, por decirlo de alguna manera.
- No hay problema. Todos los clubes se quejan cuando entras en su territorio, pero todos hacemos lo mismo. Yo entiendo a la Real. Te molesta que te puedan quitar jugadores, pero cada uno mira sus intereses.
- Usted, además, no puede ir de incógnito a los campos.
- ¿Cómo que no?
- Hombre, le conoce todo el mundo.
- ¡Qué va! Y aquí tampoco. Yo no salgo de casa. Soy poco sociable. Hombre, claro que hay gente que me conoce, pero no tanto como pensáis vosotros. En Bilbao me conocen algo más, pero en las cercanías de San Mamés y cuando hay partido. Yo no he sido de salir en la Prensa y la gente se olvida enseguida.
- O sea, que en los campos no le han dicho nunca nada.
- No, no. Nunca.
- ¿Hasta qué punto los ojeadores tienen mano en los fichajes?
- Nosotros hacemos seguimientos. En esta zona estamos cuatro ojeadores y, si vemos a algún chaval que parece que viene, hacemos una ronda y le vemos los cuatro. Si nos gusta viene a verle alguien de Lezama. El siguiente paso, si el chaval interesa, es pedirle permiso a la Real para hacerle una prueba.
- ¿Es obligatorio pedir permiso a la Real?
- Hombre, si te pones a las malas con que los padres te den permiso ya vale, pero casi todos son clubes convenidos de la Real y es mejor mantener las formas.
- Necesitarán el permiso de los padres, de la Real y quizá también de los representantes.
- Y tanto. Es una vergüenza, pero es la realidad. Con 14 años ya andan los chavales con representantes.
- En fin, que tiene un trabajo difícil.
- Lo difícil es que los chavales guipuzcoanos quieran ir al Athletic. Muy difícil.
- ¿Por qué?
-Porque son de la Real. Con el que es del Athletic lo tienes mucho más fácil, pero son pocos.
- Usted acabó fichando y encantado de la vida.
- Claro, pero es que yo era del Athletic.
- ¿Cómo vive la rivalidad entre Real y Athletic?
- Normal. Es el pique normal, que siempre ha habido.
- ¿Cuando era jugador se alegró de que la Real ganase la Liga?
- No sé.
- Eso es que no.
- No me acuerdo.
- Señal de que no se alegró mucho.
- No me caen mal, ni tengo nada en contra de ellos. Tengo amigos de la Real, pero de ahí a alegrarte porque ganen... Siempre quieres quedar delante de ellos.
- Aparte de su labor de ojeador, ¿sigue la actualidad del fútbol?
- Sigo al Athletic. Le veo todos los partidos, ya sea en San Mamés o fuera, aunque estos horarios no ayudan en nada.
La zurda inolvidable de un diestro
- Hablemos de su pierna izquierda, una de las mejores de la historia del Athletic. ¿Con la de qué otro jugador la compararía?
- La verdad es que no os lo podría decir. Nunca me he fijado mucho en esas cosas.
- ¿Conoció a Dragan Dzajic?
- ¿Yashin?
- No. Dzajic, un extremo del Estrella Roja de Belgrado de los años sesenta y setenta. Un genio con la zurda.
- No, no lo conocí.
- ¿Se fijaba en otros zurdos, en otros grandes centradores?
- Ahora mismo no me acuerdo. Hombre, Txetxu centraba muy bien.
- Pero era un centrador distinto, de menor potencia. Txetxu desbordaba más.
- Puede ser.
- ¿Siempre fue un zurdo cerrado?
- Con el pie, sí.
- ¿Sólo con el pie?
- Es que yo soy diestro con todo lo demás, escribiendo, jugando a pala, al golf... Mi mano es la derecha. En cambio, con el balón siempre le di con la izquierda. De niño te podía dar 200 toques con la zurda, y con la derecha, nada.
- Nadal también es derecho y, sin embargo, juega con la izquierda, aunque en su caso parece que fue su tío el que le obligó a jugar con esa mano.
- No lo sabía.
- ¿Cuál es el secreto del toque?
- El toque es algo innato. No tengo una explicación. Lo único que puedo decir es que yo metía muchísimas horas con el balón. Igual estaba cinco horas al día con el balón, dale que te pego, todo el rato, con los amigos o solo, delante de casa.
- En su caso, además de un gran toque, tenía bastante potencia. Sus centros, sus córners y sus faltas iban muy tocadas, una gozada para el rematador.
- La potencia la vas cogiendo. Yo de niño era muy delgado, muy poca cosa. Potencia no tenía mucha, pero siempre levantaba bien el balón. Otros le podían pegar mucho más fuerte, pero lo desplazaban menos.
- Eso es como en el frontón. Lo fundamental es empalar bien.
- Exactamente.
- Dani nos contó que, desde juvenil, entrenaba muchos los remates, sobre todo los de cabeza. Gracias a ello fue un cabeceador magnífico pese a su baja estatura. ¿Entrenaba usted los centros al área?
- Pocas veces. Menos de lo que hubiese querido. Alguna vez sí, pero creo que debería haberlo hecho más porque es importante. Ahora se trabajan más esas cosas.
- Quizá es que vieron que no lo necesitaba, que en un palmo de terreno se perfilaba y sacaba un centro perfecto desde el banderín de córner.
- No lo sé. Hombre, esa era la jugada que mejor me salía. No necesitaba mucho espacio para centrar. Era algo innato. Yo veía que, si le sacaba un metro a mi marcador, ya la podía poner arriba.
- ¿Algún entrenador le dio algún consejo que le ayudó a mejorar su toque?
- No me acuerdo de eso. Los entrenadores me podían corregir algunas cosas o que hiciera determinada jugada, pero cómo tenía que pegarle al balón no, porque eso sabían que lo hacía bien.
- Y tanto. Con Caparrós hasta podría seguir usted jugando, dedicado tan sólo a sacar las faltas y los córners.
- ¡Qué coño!
- El toque no se quita.
- Claro que se va perdiendo. Hombre, no es como la velocidad, pero de no practicar también lo pierdes.
- Eso lo recupera en un par de semanas.
- Callad, callad. Ja, ja.
«El toque es algo innato»
«Hasta después de dejar el fútbol no me di cuenta de lo que significaron nuestros títulos para la gente»
3 de abril de 2011
JON AGIRIANO , MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Durante medio siglo, entre 1940 y 1990, el Athletic tuvo en su banda izquierda tres extremos geniales que limpiaron, fijaron y dieron esplendor a su juego: Piru Gainza, Txetxu Rojo y Estanis Argote. La zurda del extremo guipuzcoano se disfrutó en San Mamés durante 13 temporadas, partido tras partido, con el asombro renovado de los prodigios. Argote, que acude puntual a la cita en la terraza de La Munoa, sobre la playa de Zarautz, se dejaría llevar prisionero por la Inquisición antes de asegurar en público algo así, pero para eso estamos los entrevistadores, para poner las cosas en su sitio.
El número 11 del último Athletic campeón es un hombre tímido y sencillo, un chico de pueblo que pasa mucho más desapercibido de lo que merecería, y no deja de quitarse importancia. No puede parecer más sincero cuando reconoce su «asombro» ante las horas y horas de radio y televisión y las páginas y páginas de periódico que se dedican «a algo tan sencillo como el fútbol». En este concepto, el de la sencillez del juego, suelen insistir, precisamente, los grandes talentos naturales; gente como Estanis Argote Salaberria, que era el futbolista de banda por cuya compañía un buen delantero centro vendería su alma al diablo. Le dabas un metro y de su bota izquierda salía un centro tan perfecto que sobre él podían escribirse tratados sobre geometría, curvas o parábolas. Como a estas alturas del texto, seguro que Argote ya se está turbando con los elogios más de lo que se turba cuando le piden que toque en público el acordeón, quizá convenga pasar a las preguntas. Aunque bien mirado, se hace necesaria una última apreciación admirativa: el acordeón es un instrumento modesto, pero irradia felicidad. Es una fiesta que nace en un rincón. Como la zurda de Estanis Argote.
- ¿Dónde empezó a jugar?
- Donde podía. En el colegio, en casa, en la playa... Recuerdo que en el colegio, hasta los 8 o 9 años, jugábamos en el patio. No nos dejaban ir a la playa porque había que pasar la carretera general.
- La playa de Zarautz ha sido un buen vivero de futbolistas.
- Pues sí. Sólo para el Athletic ya salimos el Chopo, Etxabe, Churruca y yo.
- A los chavales de ahora se les calculan cientos de horas de déficits de entrenamiento respecto a los que ustedes disfrutaban jugando en la calle o en la playa.
- Puede ser. El contacto con el balón es fundamental. El secreto es meter horas. Yo estaba todo el tiempo con la pelota. Comía y a jugar, a chutar contra la pared, a rematar de cabeza, a pegar toques, a hacer controles... Entonces no había otra cosa.
- ¿En su familia había antecedentes futbolísticos?
- Ninguno. Nadie. Mi padre era un 'cashero' que no tenía ni idea de lo que era un balón. Era músico. Tocaba el acordeón y en eso sí que me influyó. Antes de ir a Lezama estuve en un grupo. Tocaba la guitarra eléctrica.
- ¿La guitarra eléctrica?
- Sí. Lo mío era el acordeón. Hice hasta quinto y dos años de Armonía. Y sigo tocándolo. Intento sacar una hora todos los días. Pero en el grupo necesitaban un guitarrista y como yo tenía una ligera idea... Tocábamos en verbenas y en bodas.
- ¿Cómo se llamaban?
- Los Algas.
- ¡Qué bueno!
- Lo pusimos con las iniciales de todos: Argote, Lopetegi, Granados, Aizpurua y Salinas... La verdad es que yo pasaba mucha vergüenza en el escenario.
- ¿Qué cantaban?
-Pues las canciones de moda, muchas de los Beatles. Poníamos un tocadiscos y aprendíamos poco a poco la canción. Yo no cantaba. ¡Menos mal! Imaginad cómo era nuestro inglés. Cuando en verano algún extranjero nos escuchaba no entendía nada, ja, ja.
- Volvamos al fútbol.
- Sí. Hasta los 15 años seguí jugando en la playa. No quería ir al Zarautz. Fui con 16.
- ¿Y por qué esperó tanto a fichar?
- No sé. Me apetecía seguir jugando con los amigos en la playa.
- ¿Destacó pronto?
- ¿Destacar? Bueno, yo hacía cosas que otros no hacían. Pero con 15 años pesaba 65 kilos. Era muy delgado y no tenía fuerza. No tenía nada claro a dónde iba a llegar.
- Usted era del Athletic.
- Sí. En aquella época, la Real estaba en Segunda y del equipo que hablaban en 'Telenorte' era del Athletic. Supongo que me haría por eso y por Iribar, que era del pueblo.
Ante Marcelino
- ¿Cómo fue su fichaje por el Athletic?
- Un ojeador se fijo en mí en un partido que jugamos contra La Chantrea. Parece ser que fue a ver a un central del Zarautz, Juan Mari Galarraga, que jugó en el Alavés y era un año mayor que yo. Al final nos llevaron a los dos. A él al Bilbao Athletic y a mí al juvenil.
- Gonzalo Beitia fue su primer entrenador.
- Sí. Teníamos un juvenil muy majo. Manu Sarabia y yo subimos al primer equipo.
- El entrenador que le dio la oportunidad de debutar en Primera fue Koldo Aguirre.
- Koldo me cogió en el Bilbao Athletic, donde estuve dos temporadas enteras. A la tercera, en la nueva Segunda B, estuve con el difunto Txutxi Aranguren. Su muerte ha sido un palo tremendo. Jugué cuatro o cinco partidos y Koldo me subió al primer equipo porque Txetxu Rojo se había lesionado.
- Háblenos del debut.
- Recuerdo que fue un lunes cuando me comentó que iba a debutar. Y yo le dije: ¿Pero cómo voy a jugar yo contra Marcelino, que es internacional? Tú tranquilo, me dijo. Y, bueno, la verdad es que no estuve mal, sobre todo en el primer tiempo. Acabé contento. Ganamos 1-0 y me pusieron bien, aunque en el debut los periodistas siempre te ponen un poco mejor de lo que mereces. Noté que había diferencia, pero menor de lo que yo pensaba. Me di cuenta de que, con mis condiciones, podía jugar, que los otros también son humanos.
- ¿Qué le dijeron en casa?
- Poca cosa. Mi familia en eso es muy fría. No somos de mostrar mucho las alegrías. Vine al pueblo, estuve tomando unos cacharros con los amigos y ya está. Alguna gente ni se enteró.
- Tenía usted el listón muy alto. No sólo sustituía a Rojo sino que, además, entraba en un equipo que venía de hacer una temporada formidable, pese a no haber ganado ningún título.
- Es verdad. Txetxu era mi ídolo de toda la vida y aquel equipo era buenísimo. Los del Bilbao Athletic solíamos ver sus partidos desde los palquitos aquellos que había en la esquina. Nos daban invitaciones. Y yo les veía a Txetxu y a Churruca y jugar con ellos me parecía algo inalcanzable.
- Sin embargo, lo suyo fue llegar y besar el santo. Tras su debut, se ganó la titularidad, jugó 28 partidos y marcó 11 goles.
- La verdad es que me salieron muy bien las cosas y encima marqué varios goles.
- Tanto que, con el tiempo, acabó retrasando la posición de Txetxu Rojo, que parecía intocable.
- Hubo polémica de si podíamos jugar juntos. Yo creía que sí, pero era cosa del entrenador. Durante un tiempo, fue un tema complicado. Yo vivía al día disfrutando de cada momento. Siempre jugaba al mismo ritmo y con la misma ilusión. Nunca pensaba si iba a seguir de titular o me iban a quitar el puesto. Pero aquella polémica me afectó. Si salía y jugaba mal, la gente se metía conmigo. Y yo no podía aguantar esa presión. Algún día llegué a decirle a Koldo que no quería jugar.
- ¿Habló de ello con Txetxu?
- No. Yo era muy tímido para decirle algo.
- Lo curioso es que Txetxu estaba muy a gusto de interior, con lo que, en principio, no debía de haber problema.
- Bueno, eso ya era cosa del entrenador. Lo que pasa es que de interior estaba Churruca, que en ese momento era indiscutible.
- Con polémica o sin ella hicieron una buena temporada.
- Quedamos terceros. Igual rendimos un poco menos que el año anterior, pero hicimos una buena clasificación. La siguiente temporada ya fue peor. Quedamos novenos. Fue la última de Koldo. Luego vendría Senekovitch.
- De ingrato recuerdo.
- Hacía cosas raras. A mí me decía que chutaba más fuerte con la derecha que con la izquierda y se ponía a darme explicaciones. Yo le decía que sí, claro. En fin...
El carácter de Clemente
- ¿Qué recuerda de la llegada de Clemente? ¿Cuál fue su primera impresión de él?
- No sé qué deciros. Quizá lo que más me llamó la atención fue su seguridad en sí mismo.
- ¿Llegó a pensar entonces que podían ganar dos Ligas y una Copa?
- Yo, personalmente, nunca hubiera pensado que íbamos a ser campeones. Teníamos un gran equipo, pero me parecía algo casi imposible. Después de los partidos, nos solíamos juntar en Lezama, concentrados. Y alguno siempre decía, oye, que si ganamos a este y al otro y ellos pierden contra no sé quién, igual somos campeones. Y yo: ¡Qué coño vamos a ser!
- Con esa manera de pensar seguro que era de los que viajaron a Las Palmas con muy pocas esperanzas de ganar la Liga.
- Pues sí. Me parecía casi un imposible. Pocos pensábamos que íbamos a quedar campeones. Que íbamos a ganar al Las Palmas, sí, porque nosotros íbamos sin ninguna presión, pero que el Madrid perdiera contra el Valencia, cuando el empate le valía, pues no. Pero sonó la flauta.
- ¿Cómo lo vivió?
- Me pegué un abrazo con Andoni Cedrún y empecé a saltar y gritar. Era feliz, pero ahora sé que no me estaba dando cuenta de lo que habíamos hecho. Hombre, lo de la gabarra fue increíble. Todos quedamos impresionados, pero en ese momento estás en una nube. Yo hasta después de dejar el fútbol no me di cuenta de lo que significaron para la gente nuestros títulos.
- Supongo que para la siguiente temporada ya creería que podían ganar.
- Yo no, ja, ja. Hombre, habiendo ganado una vez, ya teníamos más confianza en ganar la segunda, pero yo no pensaba ni loco que íbamos a hacer el doblete.
- ¿Cambió mucho el juego de una temporada a otra?
- No tanto como se dice. Estuvimos más sólidos atrás y marcamos menos goles, pero por lo demás no hubo mucho cambio. Yo, de todas formas, creo que el mejor fútbol lo hicimos el primer año de Clemente. Quedamos cuartos y marcamos un montón de goles, sobre todo en la segunda vuelta. Ahí ya se vio una base que luego explotó en los años siguientes.
- ¿Cuál fue la clave de aquel Athletic campeón?
- Se suele decir que la clave es que éramos un equipo muy unido. Pero unidos están casi todos los equipos, sobre todo si los resultados son buenos. En esos casos, siempre hay buen ambiente. Para mí la clave es que éramos un equipo muy fuerte y muy compensado, con mucho poder.
- Hablábamos antes del partido en Las Palmas. ¿Qué recuerda del que jugaron contra la Real en San Mamés y supuso el segundo título?
- Creo que ellos no vinieron a tope, pero nosotros estuvimos agarrotados, atenazados. Jugamos muy mal. Estábamos obligados a ganar porque, si no, imaginad la que hubiéramos armado.
- Aquello hubiese sido un 'maracanazo'.
- Claro. Y no nos salían las cosas. Jugar bien con esa ansiedad es casi imposible.
- ¿Qué pensó en el gol de Uralde?
- Pensé que se le había escapado, pero la verdad es que nos complicó mucho las cosas. La tensión se hizo tremenda. Alguno de ellos ya me dijo: 'Venga, joder, que la tenéis que meter'.
- Menos mal que aparecieron usted y Rocky en aquel córner providencial
- Era una de las mejores jugadas que teníamos. Con Rocky y Goiko teníamos asegurados ocho o diez goles por temporada.
- Hablemos de otro partido inolvidable, la final de la Copa ante el Barcelona. ¿Estaba nervioso? El ambientazo en el Bernabéu era increíble, con más de 50.000 aficionados del Athletic.
- ¿Nervioso? No, no. Yo no me ponía nervioso. Hombre, igual al tirar un penalti un poco sí, pero a la hora de jugar, nunca. Yo, en las comidas familiares, cuando me dicen que toque el acordeón, me pongo más nervioso que en cualquier partido. Creo que es porque dominas más el tema. Con el acordeón siempre temes fallar una nota. En cambio en el fútbol sentía que dominaba la situación.
- El gol de Endika llega de un pase suyo con la derecha.
- Aquello fue un churro, joder. Me vuelve el balón de un córner y centro a la olla, a ver qué pasa. Y sale bien y marcamos.
- Extrañó aquel día la alineación de Clemente, la titularidad de Endika y Patxi Salinas.
- Él solía hacer cosas de ésas. Yo, de todas formas, le tengo que estar agradecido porque conmigo siempre se portó fenomenal. Que en algún partido creía que iba a jugar y no jugaba, pues claro, pero no pasaba nada, eso se entiende.
- En la final de Copa de la temporada siguiente contra el Atlético de Madrid, sin ir más lejos, no jugó.
- Sí. Estuve en el banquillo, con el número 13. Sólo se hacían dos cambios y creo que salieron Endika y Sarabia.
- Y le dolería.
- Claro que te fastidia. Te pone triste, pero tienes que aceptarlo. ¿Qué vas a hacer? Yo no me podía quejar. A mí me fueron muy bien las cosas. Fui un afortunado.
- ¿Cómo vivió la batalla final contra los jugadores del Barcelona?
- La verdad es que para cuando me enteré ya se habían pegado los mayores golpes. Estaba en el campo, pero no me di cuenta de casi nada. No sé con quién estaría, pero las imágenes de Clos y ésos las vi por televisión. Fue una pena que la final quedara empañada de ese modo. A Sola le tuvieron que dar un montón de puntos y todo fue un poco agridulce.
- ¿Qué recuerda de Maradona?
- Hombre, era un futbolista excepcional, un tío muy fuerte y muy rápido. Ahora bien, como persona... En aquel partido estaba muy quemado porque no hizo nada. Chato le mantuvo bien a raya y eso supongo que le desquició porque su reacción no fue normal.
Un ojeador casi de incógnito
- No quiso ser entrenador, pero ejerce de ojeador para el Athletic en Guipúzcoa. No tiene que ser fácil su trabajo en territorio enemigo, por decirlo de alguna manera.
- No hay problema. Todos los clubes se quejan cuando entras en su territorio, pero todos hacemos lo mismo. Yo entiendo a la Real. Te molesta que te puedan quitar jugadores, pero cada uno mira sus intereses.
- Usted, además, no puede ir de incógnito a los campos.
- ¿Cómo que no?
- Hombre, le conoce todo el mundo.
- ¡Qué va! Y aquí tampoco. Yo no salgo de casa. Soy poco sociable. Hombre, claro que hay gente que me conoce, pero no tanto como pensáis vosotros. En Bilbao me conocen algo más, pero en las cercanías de San Mamés y cuando hay partido. Yo no he sido de salir en la Prensa y la gente se olvida enseguida.
- O sea, que en los campos no le han dicho nunca nada.
- No, no. Nunca.
- ¿Hasta qué punto los ojeadores tienen mano en los fichajes?
- Nosotros hacemos seguimientos. En esta zona estamos cuatro ojeadores y, si vemos a algún chaval que parece que viene, hacemos una ronda y le vemos los cuatro. Si nos gusta viene a verle alguien de Lezama. El siguiente paso, si el chaval interesa, es pedirle permiso a la Real para hacerle una prueba.
- ¿Es obligatorio pedir permiso a la Real?
- Hombre, si te pones a las malas con que los padres te den permiso ya vale, pero casi todos son clubes convenidos de la Real y es mejor mantener las formas.
- Necesitarán el permiso de los padres, de la Real y quizá también de los representantes.
- Y tanto. Es una vergüenza, pero es la realidad. Con 14 años ya andan los chavales con representantes.
- En fin, que tiene un trabajo difícil.
- Lo difícil es que los chavales guipuzcoanos quieran ir al Athletic. Muy difícil.
- ¿Por qué?
-Porque son de la Real. Con el que es del Athletic lo tienes mucho más fácil, pero son pocos.
- Usted acabó fichando y encantado de la vida.
- Claro, pero es que yo era del Athletic.
- ¿Cómo vive la rivalidad entre Real y Athletic?
- Normal. Es el pique normal, que siempre ha habido.
- ¿Cuando era jugador se alegró de que la Real ganase la Liga?
- No sé.
- Eso es que no.
- No me acuerdo.
- Señal de que no se alegró mucho.
- No me caen mal, ni tengo nada en contra de ellos. Tengo amigos de la Real, pero de ahí a alegrarte porque ganen... Siempre quieres quedar delante de ellos.
- Aparte de su labor de ojeador, ¿sigue la actualidad del fútbol?
- Sigo al Athletic. Le veo todos los partidos, ya sea en San Mamés o fuera, aunque estos horarios no ayudan en nada.
La zurda inolvidable de un diestro
- Hablemos de su pierna izquierda, una de las mejores de la historia del Athletic. ¿Con la de qué otro jugador la compararía?
- La verdad es que no os lo podría decir. Nunca me he fijado mucho en esas cosas.
- ¿Conoció a Dragan Dzajic?
- ¿Yashin?
- No. Dzajic, un extremo del Estrella Roja de Belgrado de los años sesenta y setenta. Un genio con la zurda.
- No, no lo conocí.
- ¿Se fijaba en otros zurdos, en otros grandes centradores?
- Ahora mismo no me acuerdo. Hombre, Txetxu centraba muy bien.
- Pero era un centrador distinto, de menor potencia. Txetxu desbordaba más.
- Puede ser.
- ¿Siempre fue un zurdo cerrado?
- Con el pie, sí.
- ¿Sólo con el pie?
- Es que yo soy diestro con todo lo demás, escribiendo, jugando a pala, al golf... Mi mano es la derecha. En cambio, con el balón siempre le di con la izquierda. De niño te podía dar 200 toques con la zurda, y con la derecha, nada.
- Nadal también es derecho y, sin embargo, juega con la izquierda, aunque en su caso parece que fue su tío el que le obligó a jugar con esa mano.
- No lo sabía.
- ¿Cuál es el secreto del toque?
- El toque es algo innato. No tengo una explicación. Lo único que puedo decir es que yo metía muchísimas horas con el balón. Igual estaba cinco horas al día con el balón, dale que te pego, todo el rato, con los amigos o solo, delante de casa.
- En su caso, además de un gran toque, tenía bastante potencia. Sus centros, sus córners y sus faltas iban muy tocadas, una gozada para el rematador.
- La potencia la vas cogiendo. Yo de niño era muy delgado, muy poca cosa. Potencia no tenía mucha, pero siempre levantaba bien el balón. Otros le podían pegar mucho más fuerte, pero lo desplazaban menos.
- Eso es como en el frontón. Lo fundamental es empalar bien.
- Exactamente.
- Dani nos contó que, desde juvenil, entrenaba muchos los remates, sobre todo los de cabeza. Gracias a ello fue un cabeceador magnífico pese a su baja estatura. ¿Entrenaba usted los centros al área?
- Pocas veces. Menos de lo que hubiese querido. Alguna vez sí, pero creo que debería haberlo hecho más porque es importante. Ahora se trabajan más esas cosas.
- Quizá es que vieron que no lo necesitaba, que en un palmo de terreno se perfilaba y sacaba un centro perfecto desde el banderín de córner.
- No lo sé. Hombre, esa era la jugada que mejor me salía. No necesitaba mucho espacio para centrar. Era algo innato. Yo veía que, si le sacaba un metro a mi marcador, ya la podía poner arriba.
- ¿Algún entrenador le dio algún consejo que le ayudó a mejorar su toque?
- No me acuerdo de eso. Los entrenadores me podían corregir algunas cosas o que hiciera determinada jugada, pero cómo tenía que pegarle al balón no, porque eso sabían que lo hacía bien.
- Y tanto. Con Caparrós hasta podría seguir usted jugando, dedicado tan sólo a sacar las faltas y los córners.
- ¡Qué coño!
- El toque no se quita.
- Claro que se va perdiendo. Hombre, no es como la velocidad, pero de no practicar también lo pierdes.
- Eso lo recupera en un par de semanas.
- Callad, callad. Ja, ja.
sábado, 12 de noviembre de 2011
Coleccionismo
Según la Real Academia Española de la Lengua, la palabra colección tiene las siguientes acepciones:
colección.
(Del lat. collectĭo, -ōnis).
1. f. Conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor. (Colección de escritos, de medallas, de mapas).
2. f. Serie de libros, discos, láminas, etc., publicados por una editorial bajo un epígrafe común, generalmente con las mismas características de formato y tipografía.
3. f. Gran cantidad de personas o cosas. (Colección de cretinos, de despropósitos).
4. f. Conjunto de las creaciones que presenta un diseñador de moda para una temporada. (Colección primavera-verano).
5. f. Acumulación de una sustancia orgánica.
Pues bien, si nos centramos en las tres primeras acepciones, podemos encontrarnos con infinitas colecciones que tengan como tematica al Athletic Club, aqui van unas cuantas.
Cuando se habla de coleccionismo una de las primeras cosas que nos viene a la cabeza son los sellos de correos. Aquí van algunos ejemplos.
Para quienes vivais en Bilbao o alrededores os recomiendo la Filatelia Unamuno, situada en el Casco Viejo C/ Sombrereria 1, teléfono: 944153644.
Otro clásico son los décimos de lotería.
No nos podemos olvidar en el Top de las colecciones a los cromos.
Hay quien colecciona camisetas del Athletic Club
Otros autógrafos
Los tan ansiados pines de Peñas del Athletic Club
En fin que la lista es interminable como veis, cuando tenga otra remesa de colecciones ya os informaré.
Por cierto, os habeis dado cuenta que acabamos de crear una colección de colecciones...
colección.
(Del lat. collectĭo, -ōnis).
1. f. Conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor. (Colección de escritos, de medallas, de mapas).
2. f. Serie de libros, discos, láminas, etc., publicados por una editorial bajo un epígrafe común, generalmente con las mismas características de formato y tipografía.
3. f. Gran cantidad de personas o cosas. (Colección de cretinos, de despropósitos).
4. f. Conjunto de las creaciones que presenta un diseñador de moda para una temporada. (Colección primavera-verano).
5. f. Acumulación de una sustancia orgánica.
Pues bien, si nos centramos en las tres primeras acepciones, podemos encontrarnos con infinitas colecciones que tengan como tematica al Athletic Club, aqui van unas cuantas.
Cuando se habla de coleccionismo una de las primeras cosas que nos viene a la cabeza son los sellos de correos. Aquí van algunos ejemplos.
Para quienes vivais en Bilbao o alrededores os recomiendo la Filatelia Unamuno, situada en el Casco Viejo C/ Sombrereria 1, teléfono: 944153644.
Otro clásico son los décimos de lotería.
No nos podemos olvidar en el Top de las colecciones a los cromos.
Hay quien colecciona camisetas del Athletic Club
Otros autógrafos
Los tan ansiados pines de Peñas del Athletic Club
En fin que la lista es interminable como veis, cuando tenga otra remesa de colecciones ya os informaré.
Por cierto, os habeis dado cuenta que acabamos de crear una colección de colecciones...
lunes, 7 de noviembre de 2011
Los Inolvidables: Cedrún
Los periodistas Jon Agiriano y Miguel González San Martín han reunido bajo el titulo 'Los Inolvidables' un conjunto de entrevistas a jugadores historicos del Athletic Club
'Yo defendía mi propiedad'
«Siempre he pensado que aquel equipo nuestro podía haber ganado más títulos de los que ganó»
6 de marzo de 2011
JON AGIRIANO , MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Portero de leyenda a mediados del siglo pasado, campeón de Liga y triple campeón de Copa con el Athletic, Carmelo Cedrún destacó por su corpulencia, su agilidad, su insuperable capacidad de trabajo y su acusadísimo sentido de la propiedad. El área era suya y de nadie más. Estaba tan convencido de ello que llegó a ser temible en las salidas. «Cuidado con el portero». Durante 13 temporadas el área del Athletic debió tener ese cartel a modo de aviso. Algún periodista con malas digestiones le llamó asesino. No se merecía el insulto este baserritarra de Orobio con unas condiciones tan portentosas para el fútbol que saltó de Primera Regional a Primera División sin estaciones intermedias, pero lo cierto es que hasta sus propios compañeros le tenían más miedo que a un nublado y, cuando le veían arrancarse, le pedían, por favor, que distinguiese bien entre amigos y enemigos. «Se apartaban como si pasara la ambulancia, ja, ja», se ríe Carmelo, sentado en la terraza del Gran Hotel de Durango, a unos metros de su casa.
El hombre que sustituyó a Raimundo Pérez Lezama bajo los tres palos del Athletic y los defendió hasta que José Ángel Iribar heredó su puesto se conserva estupendamente a sus 80 años. De hecho, como informa con orgullo, se mantiene en el mismo peso de su época de jugador: 85 kilos. Carmelo, padre de Andoni Cedrún, es un conversador vehemente, imaginativo y torrencial. Escuchándole, se tiene la sensación de que se lanza a por los recuerdos como lo hacía a por los balones que le llegaban por alto. De modo que la película de su memoria -más allá de algún fallo de 'racord' convenientemente corregido por los entrevistadores durante el montaje- no puede ser más interesante.
- ¿Cuándo y dónde empezó a jugar al fútbol?
- Empecé a jugar de niño, en las huertas de Orobio. Y luego, más en serio, en el colegio, en los Jesuitas de Durango.
- Tenía usted seis años cuando estalló la Guerra Civil. ¿Qué recuerda de aquello?
- Recuerdo que, cuando bombardeaban, nos metíamos debajo de un puente. En el Mugarra tiraron muchas bombas. Y recuerdo ver pasar los autobuses y las camionetas con los heridos, llenos de sangre. Aquello fue terrible.
- Empezó usted como delantero centro.
- Sí. Jugué de delantero hasta que un día se nos lesionó el portero. Una botella de gaseosa, de aquellas que tenían la bolita, se le reventó y le partió la mano. Y me puse yo porque era el más alto.
- Y le gustó.
- Me encantó. Enseguida vi que tenía cualidades.
- Destacó muy pronto y se fijaron en usted los dos grandes clubes de la comarca, la Cultural y el Amorebieta.
- Sí. Y firmé por el Amorebieta porque el portero de la Cultural me daba miedo.
- ¿Miedo?
- Era una bestia. Le cabían doce huevos en cada mano. A ese no le quito el puesto nunca, pensé.
'Rapto' en Oviedo
- Usted destaca en el Amorebieta, pero el primer equipo grande que se interesa por usted no es el Athletic, sino el Oviedo.
- Es verdad. El Oviedo vino a buscarme y fui para allí con el presidente del Amorebieta y con mi cuñado. Pedimos un dinero y dijeron que era demasiado, que no podían darnos tanto. Pensamos que ya no había nada que hacer, pero me pidieron que me quedase a hacer una prueba en un partido de suplentes contra titulares. Y la verdad es que me salió un partido buenísimo. De vuelta al hotel, nos llamaron para que a las ocho estuviésemos sin falta en el club. Todos pensábamos que iba a fichar por el Oviedo, pero cuando salimos del hotel un coche se paró delante de nosotros. Me agarraron y para Bilbao.
- A ver, a ver, ¿qué es eso de que le agarraron?
- Salió un hombre del coche y nos dijo que montáramos, que teníamos que regresar a Bilbao para fichar por el Athletic.
- O sea que el Athletic también le estaba siguiendo y tenía un espía en Oviedo.
- Claro, claro.
- Y usted feliz, naturalmente.
- Ni me lo creía. ¡Pasar de Primera Regional a Primera División! Yo es que no jugué ni en Tercera.
- ¿Cómo fueron sus primeros días en el Athletic?
- Los primeros días no podía ni dormir. En el vestuario me quedaba en una esquina de las duchas. Me imponía una barbaridad estar delante de Zarra, de Panizo... Luego, poco a poco, te vas haciendo. Ellos me animaron mucho. Venancio era un cachondo terrible; y Telmo, un fenómeno. 'No te preocupes, que son mucho peores que tú', me decía. Aquel año entraron conmigo Orue y Garay.
- Siempre ha confesado su deuda con Josetxu Iraragorri.
- Es que le debo muchísimo. Era muy serio y muy majo. Me pegaba unas palizas tremendas en los entrenamientos, salía baldado. Los de esta zona, Garate, Arieta y yo, cogíamos el autobús en La Misericordia, íbamos hasta Atxuri y allí cogíamos el tren. Yo me bajaba en Euba y allí tenía la bicicleta para subir hasta el caserío. A veces no podía ni dar pedales.
- ¿Cómo fue su debut?
- Fue contra el Sevilla. Los periódicos empezaron a hablar de ello el miércoles y el viernes me lo dijo Piru: 'Tienes que demostrar lo que eres, ni nervios ni leches. Es tu oportunidad'.
- Lezama era el titular. Lo llevaba siendo una década. No tuvo que ser fácil quitarle el puesto.
- Lezama era buenísimo. Lo que pasaba es que estaba un poco loco, ja, ja. 'Hoy ya veras tú, aldeano, las voy a parar todas', me decía. Y era verdad. Ese día no había quien le metiese un gol. En aquel momento, creo que Lezama tuvo mala suerte. En un partido contra el Valladolid, le chutaron desde medio campo, él dejó pasar el balón pensando que iba fuera, pero pegó en el larguero, le rebotó en la cabeza y entró. Al siguiente partido, jugué yo. Me tocó jugar seguido contra Sevilla, Barcelona y Madrid. Lo hice bien y ya me quedé de titular.
- Tuvo que resultar muy sorprendente que un chaval de 21 años quitase el puesto a un mito como Raimundo Pérez Lezama.
- Yo creo que Lezama perdió el puesto por su culpa. Era mejor que yo, tenía mucha experiencia y encima estaba en una edad perfecta, con 28 o 29 años. Pero entrenaba mucho menos que yo.
- ¿Le dio apuro quitarle la titularidad?
- Le tenía tanto respeto que salía al campo detrás de él y en la foto del equipo me ponía a la derecha, como si fuese el suplente, ja, ja.
- José Ángel Iribar nos dijo que, cuanta más presión tenía el partido, jugaba mejor. Su confianza en sí mismo era total. ¿También la suya?
- Sí. Yo también tenía una gran confianza en mí mismo. Yo salía al campo pensando: 'A estos me los como'. 'Estos no me meten un gol ni borrachos'.
- ¿De qué porteros aprendió más?
- En mi época hubo unos porteros formidables. Yo aprendí fijándome en Lezama, Ramallets, Bustos, Eizaguirre, Juanito Alonso...
El jersey negro
- Usted fue un portero sobrio hasta en la vestimenta, siempre de negro.
- Sí. Llevé un jersey negro más de seis años. Cuando se me rompía, me lo remendaba mi madre. También me hacía los guantes. Siempre tenía seis pares.
- Lo de seguir con el mismo jersey lleno de remiendos sería superstición.
- Claro. Al final me lo tuve que quitar porque se me quedó corto.
- Iribar heredó su sobriedad y también el gusto por el negro.
- Sí. Iribar se parecía bastante a mí, pero era más elegante que yo.
- Se hizo usted famoso por sus salidas. Daba miedo. Hubo algún cronista que le llamó asesino.
-Nunca hice caso a los que decían eso. Yo defendía mi propiedad. Nunca he entendido a los porteros que se quedan petrificados y no salen. Me ponen negro. Pero que conste que a mí no me han pitado un penalti en la vida. Es verdad que a algunos les daba miedo. Cuando yo decía «mía, mía», se apartaban todos como si pasara la ambulancia, ja, ja. Antes de los partidos, Orue y Garay siempre me decían que les pegara a los otros, no a ellos.
- Algunas veces, sin embargo, no calibró bien y lesionó a algún compañero.
- Fue a Sertucha y a Orue, que no se apartaron y chocaron contra mí.
- ¿Para ser un portero hay que estar un poco loco?
- Tonterías. Yo creo que somos los más cuerdos. Es un puesto de mucha responsabilidad.
- Aparte de ser duro con los demás, también lo era consigo mismo. Jugó cinco partidos con un dedo roto.
- Sí. Y nadie se enteró. Me lo rompió Arieta de un balonazo a dos metros. Aquellos me tiraban a matar. Como yo también les daba, ja, ja, en los entrenamientos me fusilaban. Artetxe era el peor.
- ¿Por qué decidió seguir jugando?
- Íbamos primeros y no quería que le echasen la culpa al otro si perdíamos la Liga.
- ¿Qué le dijo el médico?
- Al médico no le dije nada.
- Algo haría.
- Cuando volví a casa metí el dedo en el río Oiz. El agua estaba helada y me vino bien. Jugué el siguiente partido, pero me seguía doliendo mucho y fui al veterinario de Amorebieta, que era muy amigo. Me dijo que lo tenía roto y que no podía seguir jugando, pero aguanté otros tres partidos y, cuando ya no pude más, fui donde el doctor Mújica. Le dije que tenía el dedo roto y recuerdo que se rió. «Mira que eres aldeano, ¿cómo lo vas a tener roto?», me dijo. Pues lo tenía.
- Hablemos de los grandes momentos de su carrera. El primero no fue alegre que se diga. El Barça les ganó la final de Copa de 1953.
- Me quedé muerto. No salí de Orobio en todo el verano. Esa final nos la ganó Kubala. Y tampoco tuvimos suerte. Pudimos empatar en el último minuto, pero Panizo desvió sin querer un tiro de Piru que iba a gol.
- La primera gran alegría llegó dos años después.
- Sí. Fue una gran final. El Sevilla hizo un gran partido. Tenía muy buen equipo, con aquel navarro que jugaba de interior...
- Arza.
- Ese. Nos dio muchos problemas. El partido fue muy igualado, pero pudimos aprovechar el gol de Uribe y ganar.
- Y al año siguiente, el doblete.
- La verdad es que teníamos un equipazo. ¡Es que aquellos metían goles como 'sarama'! Artetxe, Markaida, Arieta, Uribe, Gainza... En los partidos grandes, Arieta era el mejor. Para mí ha sido el mejor delantero que he conocido. Le faltaba la regularidad de Zarra porque era propenso a engordar, pero lo demás lo tenía todo.
Grandes recuerdos
- Tuvo la suerte de coincidir con dos equipos históricos, el que venía de los años cuarenta y el de los 11 aldeanos. Todo un privilegio.
- Y tanto. Eran dos equipos diferentes. El primero era más señorito. Jugaba muy bien en San Mamés y en los buenos campos, donde había mucha gente, en el Bernabéu, el Camp Nou, el Metropolitano, el del Valencia... En los demás campos ganaba Zarra, que no fallaba nunca. Yo creo que el segundo equipo era más completo. El centro del campo y la defensa eran mejores. Siempre he pensado que aquel equipo nuestro podía haber ganado más títulos de los que ganó. Nos faltó un entrenador que nos hiciera trabajar más.
- ¿No les exigía lo suficiente Daucik?
- Daucik era el mejor técnicamente y veía el fútbol de maravilla; pero de entrenar, poco. El grandísimo nivel de aquel equipo se vio en la Copa de Europa contra el Oporto, contra el Honved de Puskas, Czibor y Kocsis, y en la eliminatoria contra el Manchester...
- La del famoso partido de la nieve.
- ¡Qué mala suerte tuvimos! Aquí íbamos 5-2 y Whelan nos marcó el 5-3 a cinco minutos del final. Mira, con Whelan coincidí en Estados Unidos y jugamos juntos. Fue uno de los que se salvó del accidente de avión. Pero lo peor fue en el partido de vuelta. El delantero centro aquel, no recuerdo cómo se llamaba...
- Taylor.
- Ese. En una pelota que me dio tarde Garay, me pegó una patada que me rompió el hueso. Y entonces no había cambios. Piru quiso ponerse de portero, pero al final me vendaron con una astilla y me quedé yo. Nos marcaron 3-0 al final. De haber estado bien, la hubiese parado.
- Tuvo que ser duro.
-Yo lloraba. No sabía lo que hacer y me pasaba el rato leyendo novelas de rodeo. Tenía la sensación de que había sido culpa mía. Fue una oportunidad tremenda de ser campeones de Europa. Nos lo hubiésemos jugado contra el Madrid en las semifinales.
- Para buen recuerdo, la final del 58.
- La verdad es que le teníamos comida la moral al Madrid. Hicimos un partido bárbaro, sobre todo los cuatro de atrás. Ellos estaban locos. Recuerdo que Di Stéfano se me acercaba en los córners y me decía: 'No jugáis ni potorro'. Y yo le decía que sí, que no jugábamos ni potorro pero que les íbamos a ganar. Y así fue.
- Para entonces Daucik ya no estaba en el Athletic. Se cuenta que su despido se precipitó el día en que le alineó a usted de delantero en un amistoso.
- Bueno, yo creo que ya lo tenía hecho con el Atlético. Lo que pasó aquel día es que hubo varios lesionados y, antes de jugar con uno menos, me dijo que me vistiera y saliese al campo. Menuda bronca se armó.
- Volviendo al Real Madrid. Dice que le tenían comida la moral, pero después de la final del 58 se tomaron cumplida venganza en los años posteriores. No habrá olvidado usted el 8-1 que les metieron en la Copa.
- ¡Cómo voy a olvidarme! Aquello fue un fallo total del entrenador, de Martim Francisco, el brasileiro. Después de haber ganado en casa 3-0 no se le ocurre otra cosa que salir al ataque en el Bernabéu. Ante el equipo que más corría del mundo, ¡nos pone con la defensa adelantada! En la segunda parte nos volvieron locos. Al acabar el partido fui donde él y le dije: 'Usted tiene la culpa'.
- De la misma manera que usted le arrebató el puesto a Lezama, Iribar se lo quitó a usted. ¿Ya se dio cuenta de que el Chopo venía tan bueno?
- Desde el principio pensé que tenía la gloria en su mano. Cuando llegó estaba un poco verde, pero me estudiaba, veía cómo entrenaba... En un año dio un vuelco bárbaro. Tenía unas condiciones extraordinarias.
- ¿Le costó dejar el Athletic?
- Muchísimo. Yo amaba el Athletic. Lo tenía dentro. La verdad es que la directiva no tuvo mucha mano derecha conmigo cuando dejé el club.
- Aquello era bastante habitual. Con Canito, por ejemplo, todavía tuvieron menos.
- Es verdad. Una carta y fuera. ¡Con lo que había sido Canito!
-¿Sigue yendo a San Mamés?
- Sí. Soy socio de honor, ja, ja, pero no me meto donde está la 'creme'. Voy a mi sitio, en la tribuna Gol Sur, la primera fila detrás de la portería.
- ¿Y cómo vive los partidos?
- Lo paso mal cuando pierden y juegan mal, claro, pero lo que me tiene negro es que no salgan jugadores vizcaínos. ¿Tienen que ser todos de Navarra?
Fin de carrera en los Baltimore Bays
- Tras su salida del Athletic fichó por el Español. ¿Cómo fue el cambio?
- Al principio se me hizo muy duro. Y eso que iba a ganar más de lo que había ganado nunca en el Athletic. Pero en Barcelona me recibieron de maravilla. Yo allí era un ídolo. La verdad es que le tengo mucho aprecio al Español. Hice muchísimos amigos. Después del Athletic es mi segundo equipo. El tercero es el Zaragoza. Por Andoni, claro.
- Aquel Español, además, era un buen equipo, con Kubala de entrenador y Di Stéfano de estrella.
- Es verdad. Teníamos un gran equipo. Aparte de Alfredo, estaban Amas, Rial, Re, Marcial, José María, Rodilla... Al Athletic le ganamos 1-3 en San Mamés con tres goles de Marcial.
- Por cierto, ¿cómo vivió su regreso a San Mamés?
- Muy emocionante. Me aplaudieron una barbaridad. La verdad es que la gente a mí me quería mucho. Yo lloraba. Siempre digo que, hasta que nos has jugado, no sabes lo que son el Athletic y 'La Catedral'.
- De ahí que no le haga a usted mucha ilusión el nuevo campo.
- Me da mucha pena que tiren San Mamés. Mucha. San Mamés tiene una leyenda bárbara que no va a tener el otro campo. ¡Cuántas veces les he preguntado a Kubala, a Puskas o a Di Stéfano qué campo les gustaba más y todos me decían que San Mamés! Yo creo que podían haberlo remodelado o ampliado, pero hay otros intereses...
- Uno de sus peores recuerdos en el Español fueron los cuatro goles que le marcó su amigo Koldo Aguirre.
- Bah. Les íbamos ganando 3-0 y se nos lesionó un defensa. ¡Pero si les pegamos un meneo!
- Háblenos de Di Stéfano.
- Ha sido el mejor futbolista que ha habido. Con diferencia. Lo hacía todo y abarcaba todo el campo. No habrá otro como él. Ni Messi, ni Ronaldo, ni nadie. Podía jugar de lo que quería. Hasta de central le he visto jugar de maravilla. Driblaba como el mejor, chutaba con las dos piernas, cabeceaba de miedo y no paraba durante la hora y media. Tenía una velocidad tremenda. Con 40 años todavía ganaba a todos corriendo, pero sólo si había apuesta de por medio, claro. Estuve tres años con él en el Español. Somos muy buenos amigos. Como persona era buenísima. Eso sí, en el campo de fútbol era horroroso. Su problema era que quería que todos jugasen como él, y eso no era posible. Durante los partidos lo mejor era ponerse guaté en las orejas para no oírle.
- ¿Y qué decía?
- Me venía y me decía: 'Aquí estoy, debajo de un puente. No me llega una pelota. ¡La concha que les parió!'. La verdad es que me reía mucho con él. «¿Pero tú qué esperas, que te la den al pie como en el Madrid? Esto es otra cosa», le decía.
- Terminó usted su carrera en Estados Unidos, algo poco habitual en aquellos años. ¿Cómo fue su experiencia en los Baltimore Bays?
- Muy buena. El Español me quería renovar, pero el presidente, Vila Reyes, me dijo que tenía una oferta muy buena de Estados Unidos. Y decidí probar en los Baltimore Bays. Lo único malo es que los chavales estaban en el colegio, pero al final decidimos ir porque en ocho meses iba a ganar lo que en tres años en el Español.
- ¿Y cómo fue a nivel deportivo?
- Teníamos un equipo muy bueno, con futbolistas de todo el mundo. También estaba Santisteban, el que ha sido seleccionador. Lo peor es que tenías que andar todo el día en avión de un lado para otro y que no entendía ni gorda.
El padre de Andoni Cedrún
- Tras colgar las botas en el Baltimore Bays se hizo entrenador. ¿Tenía claro que quería seguir ligado al fútbol?
- Es que el veneno del fútbol no se te va así como así. Cuando me retiré solo me faltaba un examen para sacar el título nacional y lo saqué enseguida. Empecé en La Cultural para pasar el rato y estar en forma, y luego me llamaron del Barakaldo, que estaba fatal. Terminamos terceros y al año siguiente ascendimos a Segunda. De ahí fui a la Leonesa, con el que también ascendimos, y luego al Logroñés, del que mejor no hablar...
- No diga eso. Hablemos.
- Tenía un buen equipo, pero el comportamiento de los jugadores no era bueno. El problema fue que el presidente era el peor de todos. Se llevaba a los jugadores de juerga por ahí. Me tuve que largar porque no aguantaba.
- De Logroño se fue a Murcia, donde logró su primer ascenso a Primera.
- Sí, pero ahí hubo un tema político que no fue normal. En Irún mataron a unos guardas civiles que eran murcianos y, de repente, se creo un mal ambiente contra mí por ser vasco. De ídolo pasé a villano. Y me largué. Fui al Celta, con el que ascendí y estuvimos dos temporadas en Primera.
- Acabó su carrera en la Balompédica Linense.
-El mejor sitio en el que he estado. Me iba al Peñón, me tomaba mi whiskito y mi huevo duro, y a entrenar, ja, ja. Tuvimos un equipo muy bueno, pero no les interesaba mucho subir.
- ¿Qué sistema de juego le gustaba más como entrenador?
- El 4-3-3. Pero lo que más me gustaba era tener muy bien preparado físicamente al equipo.
-¿El Athletic no intentó nunca ficharlo?
- Cuando entrenaba al Barakaldo se acercaron Panizo y Venancio para ofrecerme ser segundo de Pavic, pero no me gustó la idea.
- Su hijo Andoni siguió sus pasos. ¿Influyó mucho en él?
- Hombre, supongo que algo influiría. Desde niño, cuando salía del colegio, le gustaba venir a entrenar con los equipos en los que yo estaba. Cuando estuvimos en Murcia mejoró mucho, y estando ya en Vigo, todavía más. Garate vino a buscarlo entonces para el Bilbao Athletic.
- Le haría mucha ilusión que su hijo acabase defiendo la portería del Athletic.
- Claro. Pero sabía que en el Athletic tendría problemas porque le iban a comparar conmigo. Hizo un año fenomenal con Iñaki Sáez, pero luego llegó el otro y le quitó.
- Menudo disgusto.
- Pues sí. Me dio mucha pena. Pensaba que iba a poder seguir unos años porque aquella primera temporada estuvo fenomenal. Demostró que era un porterazo. Y mejor por abajo que por arriba, a pesar de su estatura. Era muy valiente y tenía mucha velocidad.
- ¿Le ha quedado esa espina?
- No, espina no, porque Andoni estuvo luego un montón de años en el Zaragoza y fue muy feliz allí. Y mirad, llegó a ser lo que nunca fui yo: campeón de Europa.
'Yo defendía mi propiedad'
«Siempre he pensado que aquel equipo nuestro podía haber ganado más títulos de los que ganó»
6 de marzo de 2011
JON AGIRIANO , MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Portero de leyenda a mediados del siglo pasado, campeón de Liga y triple campeón de Copa con el Athletic, Carmelo Cedrún destacó por su corpulencia, su agilidad, su insuperable capacidad de trabajo y su acusadísimo sentido de la propiedad. El área era suya y de nadie más. Estaba tan convencido de ello que llegó a ser temible en las salidas. «Cuidado con el portero». Durante 13 temporadas el área del Athletic debió tener ese cartel a modo de aviso. Algún periodista con malas digestiones le llamó asesino. No se merecía el insulto este baserritarra de Orobio con unas condiciones tan portentosas para el fútbol que saltó de Primera Regional a Primera División sin estaciones intermedias, pero lo cierto es que hasta sus propios compañeros le tenían más miedo que a un nublado y, cuando le veían arrancarse, le pedían, por favor, que distinguiese bien entre amigos y enemigos. «Se apartaban como si pasara la ambulancia, ja, ja», se ríe Carmelo, sentado en la terraza del Gran Hotel de Durango, a unos metros de su casa.
El hombre que sustituyó a Raimundo Pérez Lezama bajo los tres palos del Athletic y los defendió hasta que José Ángel Iribar heredó su puesto se conserva estupendamente a sus 80 años. De hecho, como informa con orgullo, se mantiene en el mismo peso de su época de jugador: 85 kilos. Carmelo, padre de Andoni Cedrún, es un conversador vehemente, imaginativo y torrencial. Escuchándole, se tiene la sensación de que se lanza a por los recuerdos como lo hacía a por los balones que le llegaban por alto. De modo que la película de su memoria -más allá de algún fallo de 'racord' convenientemente corregido por los entrevistadores durante el montaje- no puede ser más interesante.
- ¿Cuándo y dónde empezó a jugar al fútbol?
- Empecé a jugar de niño, en las huertas de Orobio. Y luego, más en serio, en el colegio, en los Jesuitas de Durango.
- Tenía usted seis años cuando estalló la Guerra Civil. ¿Qué recuerda de aquello?
- Recuerdo que, cuando bombardeaban, nos metíamos debajo de un puente. En el Mugarra tiraron muchas bombas. Y recuerdo ver pasar los autobuses y las camionetas con los heridos, llenos de sangre. Aquello fue terrible.
- Empezó usted como delantero centro.
- Sí. Jugué de delantero hasta que un día se nos lesionó el portero. Una botella de gaseosa, de aquellas que tenían la bolita, se le reventó y le partió la mano. Y me puse yo porque era el más alto.
- Y le gustó.
- Me encantó. Enseguida vi que tenía cualidades.
- Destacó muy pronto y se fijaron en usted los dos grandes clubes de la comarca, la Cultural y el Amorebieta.
- Sí. Y firmé por el Amorebieta porque el portero de la Cultural me daba miedo.
- ¿Miedo?
- Era una bestia. Le cabían doce huevos en cada mano. A ese no le quito el puesto nunca, pensé.
'Rapto' en Oviedo
- Usted destaca en el Amorebieta, pero el primer equipo grande que se interesa por usted no es el Athletic, sino el Oviedo.
- Es verdad. El Oviedo vino a buscarme y fui para allí con el presidente del Amorebieta y con mi cuñado. Pedimos un dinero y dijeron que era demasiado, que no podían darnos tanto. Pensamos que ya no había nada que hacer, pero me pidieron que me quedase a hacer una prueba en un partido de suplentes contra titulares. Y la verdad es que me salió un partido buenísimo. De vuelta al hotel, nos llamaron para que a las ocho estuviésemos sin falta en el club. Todos pensábamos que iba a fichar por el Oviedo, pero cuando salimos del hotel un coche se paró delante de nosotros. Me agarraron y para Bilbao.
- A ver, a ver, ¿qué es eso de que le agarraron?
- Salió un hombre del coche y nos dijo que montáramos, que teníamos que regresar a Bilbao para fichar por el Athletic.
- O sea que el Athletic también le estaba siguiendo y tenía un espía en Oviedo.
- Claro, claro.
- Y usted feliz, naturalmente.
- Ni me lo creía. ¡Pasar de Primera Regional a Primera División! Yo es que no jugué ni en Tercera.
- ¿Cómo fueron sus primeros días en el Athletic?
- Los primeros días no podía ni dormir. En el vestuario me quedaba en una esquina de las duchas. Me imponía una barbaridad estar delante de Zarra, de Panizo... Luego, poco a poco, te vas haciendo. Ellos me animaron mucho. Venancio era un cachondo terrible; y Telmo, un fenómeno. 'No te preocupes, que son mucho peores que tú', me decía. Aquel año entraron conmigo Orue y Garay.
- Siempre ha confesado su deuda con Josetxu Iraragorri.
- Es que le debo muchísimo. Era muy serio y muy majo. Me pegaba unas palizas tremendas en los entrenamientos, salía baldado. Los de esta zona, Garate, Arieta y yo, cogíamos el autobús en La Misericordia, íbamos hasta Atxuri y allí cogíamos el tren. Yo me bajaba en Euba y allí tenía la bicicleta para subir hasta el caserío. A veces no podía ni dar pedales.
- ¿Cómo fue su debut?
- Fue contra el Sevilla. Los periódicos empezaron a hablar de ello el miércoles y el viernes me lo dijo Piru: 'Tienes que demostrar lo que eres, ni nervios ni leches. Es tu oportunidad'.
- Lezama era el titular. Lo llevaba siendo una década. No tuvo que ser fácil quitarle el puesto.
- Lezama era buenísimo. Lo que pasaba es que estaba un poco loco, ja, ja. 'Hoy ya veras tú, aldeano, las voy a parar todas', me decía. Y era verdad. Ese día no había quien le metiese un gol. En aquel momento, creo que Lezama tuvo mala suerte. En un partido contra el Valladolid, le chutaron desde medio campo, él dejó pasar el balón pensando que iba fuera, pero pegó en el larguero, le rebotó en la cabeza y entró. Al siguiente partido, jugué yo. Me tocó jugar seguido contra Sevilla, Barcelona y Madrid. Lo hice bien y ya me quedé de titular.
- Tuvo que resultar muy sorprendente que un chaval de 21 años quitase el puesto a un mito como Raimundo Pérez Lezama.
- Yo creo que Lezama perdió el puesto por su culpa. Era mejor que yo, tenía mucha experiencia y encima estaba en una edad perfecta, con 28 o 29 años. Pero entrenaba mucho menos que yo.
- ¿Le dio apuro quitarle la titularidad?
- Le tenía tanto respeto que salía al campo detrás de él y en la foto del equipo me ponía a la derecha, como si fuese el suplente, ja, ja.
- José Ángel Iribar nos dijo que, cuanta más presión tenía el partido, jugaba mejor. Su confianza en sí mismo era total. ¿También la suya?
- Sí. Yo también tenía una gran confianza en mí mismo. Yo salía al campo pensando: 'A estos me los como'. 'Estos no me meten un gol ni borrachos'.
- ¿De qué porteros aprendió más?
- En mi época hubo unos porteros formidables. Yo aprendí fijándome en Lezama, Ramallets, Bustos, Eizaguirre, Juanito Alonso...
El jersey negro
- Usted fue un portero sobrio hasta en la vestimenta, siempre de negro.
- Sí. Llevé un jersey negro más de seis años. Cuando se me rompía, me lo remendaba mi madre. También me hacía los guantes. Siempre tenía seis pares.
- Lo de seguir con el mismo jersey lleno de remiendos sería superstición.
- Claro. Al final me lo tuve que quitar porque se me quedó corto.
- Iribar heredó su sobriedad y también el gusto por el negro.
- Sí. Iribar se parecía bastante a mí, pero era más elegante que yo.
- Se hizo usted famoso por sus salidas. Daba miedo. Hubo algún cronista que le llamó asesino.
-Nunca hice caso a los que decían eso. Yo defendía mi propiedad. Nunca he entendido a los porteros que se quedan petrificados y no salen. Me ponen negro. Pero que conste que a mí no me han pitado un penalti en la vida. Es verdad que a algunos les daba miedo. Cuando yo decía «mía, mía», se apartaban todos como si pasara la ambulancia, ja, ja. Antes de los partidos, Orue y Garay siempre me decían que les pegara a los otros, no a ellos.
- Algunas veces, sin embargo, no calibró bien y lesionó a algún compañero.
- Fue a Sertucha y a Orue, que no se apartaron y chocaron contra mí.
- ¿Para ser un portero hay que estar un poco loco?
- Tonterías. Yo creo que somos los más cuerdos. Es un puesto de mucha responsabilidad.
- Aparte de ser duro con los demás, también lo era consigo mismo. Jugó cinco partidos con un dedo roto.
- Sí. Y nadie se enteró. Me lo rompió Arieta de un balonazo a dos metros. Aquellos me tiraban a matar. Como yo también les daba, ja, ja, en los entrenamientos me fusilaban. Artetxe era el peor.
- ¿Por qué decidió seguir jugando?
- Íbamos primeros y no quería que le echasen la culpa al otro si perdíamos la Liga.
- ¿Qué le dijo el médico?
- Al médico no le dije nada.
- Algo haría.
- Cuando volví a casa metí el dedo en el río Oiz. El agua estaba helada y me vino bien. Jugué el siguiente partido, pero me seguía doliendo mucho y fui al veterinario de Amorebieta, que era muy amigo. Me dijo que lo tenía roto y que no podía seguir jugando, pero aguanté otros tres partidos y, cuando ya no pude más, fui donde el doctor Mújica. Le dije que tenía el dedo roto y recuerdo que se rió. «Mira que eres aldeano, ¿cómo lo vas a tener roto?», me dijo. Pues lo tenía.
- Hablemos de los grandes momentos de su carrera. El primero no fue alegre que se diga. El Barça les ganó la final de Copa de 1953.
- Me quedé muerto. No salí de Orobio en todo el verano. Esa final nos la ganó Kubala. Y tampoco tuvimos suerte. Pudimos empatar en el último minuto, pero Panizo desvió sin querer un tiro de Piru que iba a gol.
- La primera gran alegría llegó dos años después.
- Sí. Fue una gran final. El Sevilla hizo un gran partido. Tenía muy buen equipo, con aquel navarro que jugaba de interior...
- Arza.
- Ese. Nos dio muchos problemas. El partido fue muy igualado, pero pudimos aprovechar el gol de Uribe y ganar.
- Y al año siguiente, el doblete.
- La verdad es que teníamos un equipazo. ¡Es que aquellos metían goles como 'sarama'! Artetxe, Markaida, Arieta, Uribe, Gainza... En los partidos grandes, Arieta era el mejor. Para mí ha sido el mejor delantero que he conocido. Le faltaba la regularidad de Zarra porque era propenso a engordar, pero lo demás lo tenía todo.
Grandes recuerdos
- Tuvo la suerte de coincidir con dos equipos históricos, el que venía de los años cuarenta y el de los 11 aldeanos. Todo un privilegio.
- Y tanto. Eran dos equipos diferentes. El primero era más señorito. Jugaba muy bien en San Mamés y en los buenos campos, donde había mucha gente, en el Bernabéu, el Camp Nou, el Metropolitano, el del Valencia... En los demás campos ganaba Zarra, que no fallaba nunca. Yo creo que el segundo equipo era más completo. El centro del campo y la defensa eran mejores. Siempre he pensado que aquel equipo nuestro podía haber ganado más títulos de los que ganó. Nos faltó un entrenador que nos hiciera trabajar más.
- ¿No les exigía lo suficiente Daucik?
- Daucik era el mejor técnicamente y veía el fútbol de maravilla; pero de entrenar, poco. El grandísimo nivel de aquel equipo se vio en la Copa de Europa contra el Oporto, contra el Honved de Puskas, Czibor y Kocsis, y en la eliminatoria contra el Manchester...
- La del famoso partido de la nieve.
- ¡Qué mala suerte tuvimos! Aquí íbamos 5-2 y Whelan nos marcó el 5-3 a cinco minutos del final. Mira, con Whelan coincidí en Estados Unidos y jugamos juntos. Fue uno de los que se salvó del accidente de avión. Pero lo peor fue en el partido de vuelta. El delantero centro aquel, no recuerdo cómo se llamaba...
- Taylor.
- Ese. En una pelota que me dio tarde Garay, me pegó una patada que me rompió el hueso. Y entonces no había cambios. Piru quiso ponerse de portero, pero al final me vendaron con una astilla y me quedé yo. Nos marcaron 3-0 al final. De haber estado bien, la hubiese parado.
- Tuvo que ser duro.
-Yo lloraba. No sabía lo que hacer y me pasaba el rato leyendo novelas de rodeo. Tenía la sensación de que había sido culpa mía. Fue una oportunidad tremenda de ser campeones de Europa. Nos lo hubiésemos jugado contra el Madrid en las semifinales.
- Para buen recuerdo, la final del 58.
- La verdad es que le teníamos comida la moral al Madrid. Hicimos un partido bárbaro, sobre todo los cuatro de atrás. Ellos estaban locos. Recuerdo que Di Stéfano se me acercaba en los córners y me decía: 'No jugáis ni potorro'. Y yo le decía que sí, que no jugábamos ni potorro pero que les íbamos a ganar. Y así fue.
- Para entonces Daucik ya no estaba en el Athletic. Se cuenta que su despido se precipitó el día en que le alineó a usted de delantero en un amistoso.
- Bueno, yo creo que ya lo tenía hecho con el Atlético. Lo que pasó aquel día es que hubo varios lesionados y, antes de jugar con uno menos, me dijo que me vistiera y saliese al campo. Menuda bronca se armó.
- Volviendo al Real Madrid. Dice que le tenían comida la moral, pero después de la final del 58 se tomaron cumplida venganza en los años posteriores. No habrá olvidado usted el 8-1 que les metieron en la Copa.
- ¡Cómo voy a olvidarme! Aquello fue un fallo total del entrenador, de Martim Francisco, el brasileiro. Después de haber ganado en casa 3-0 no se le ocurre otra cosa que salir al ataque en el Bernabéu. Ante el equipo que más corría del mundo, ¡nos pone con la defensa adelantada! En la segunda parte nos volvieron locos. Al acabar el partido fui donde él y le dije: 'Usted tiene la culpa'.
- De la misma manera que usted le arrebató el puesto a Lezama, Iribar se lo quitó a usted. ¿Ya se dio cuenta de que el Chopo venía tan bueno?
- Desde el principio pensé que tenía la gloria en su mano. Cuando llegó estaba un poco verde, pero me estudiaba, veía cómo entrenaba... En un año dio un vuelco bárbaro. Tenía unas condiciones extraordinarias.
- ¿Le costó dejar el Athletic?
- Muchísimo. Yo amaba el Athletic. Lo tenía dentro. La verdad es que la directiva no tuvo mucha mano derecha conmigo cuando dejé el club.
- Aquello era bastante habitual. Con Canito, por ejemplo, todavía tuvieron menos.
- Es verdad. Una carta y fuera. ¡Con lo que había sido Canito!
-¿Sigue yendo a San Mamés?
- Sí. Soy socio de honor, ja, ja, pero no me meto donde está la 'creme'. Voy a mi sitio, en la tribuna Gol Sur, la primera fila detrás de la portería.
- ¿Y cómo vive los partidos?
- Lo paso mal cuando pierden y juegan mal, claro, pero lo que me tiene negro es que no salgan jugadores vizcaínos. ¿Tienen que ser todos de Navarra?
Fin de carrera en los Baltimore Bays
- Tras su salida del Athletic fichó por el Español. ¿Cómo fue el cambio?
- Al principio se me hizo muy duro. Y eso que iba a ganar más de lo que había ganado nunca en el Athletic. Pero en Barcelona me recibieron de maravilla. Yo allí era un ídolo. La verdad es que le tengo mucho aprecio al Español. Hice muchísimos amigos. Después del Athletic es mi segundo equipo. El tercero es el Zaragoza. Por Andoni, claro.
- Aquel Español, además, era un buen equipo, con Kubala de entrenador y Di Stéfano de estrella.
- Es verdad. Teníamos un gran equipo. Aparte de Alfredo, estaban Amas, Rial, Re, Marcial, José María, Rodilla... Al Athletic le ganamos 1-3 en San Mamés con tres goles de Marcial.
- Por cierto, ¿cómo vivió su regreso a San Mamés?
- Muy emocionante. Me aplaudieron una barbaridad. La verdad es que la gente a mí me quería mucho. Yo lloraba. Siempre digo que, hasta que nos has jugado, no sabes lo que son el Athletic y 'La Catedral'.
- De ahí que no le haga a usted mucha ilusión el nuevo campo.
- Me da mucha pena que tiren San Mamés. Mucha. San Mamés tiene una leyenda bárbara que no va a tener el otro campo. ¡Cuántas veces les he preguntado a Kubala, a Puskas o a Di Stéfano qué campo les gustaba más y todos me decían que San Mamés! Yo creo que podían haberlo remodelado o ampliado, pero hay otros intereses...
- Uno de sus peores recuerdos en el Español fueron los cuatro goles que le marcó su amigo Koldo Aguirre.
- Bah. Les íbamos ganando 3-0 y se nos lesionó un defensa. ¡Pero si les pegamos un meneo!
- Háblenos de Di Stéfano.
- Ha sido el mejor futbolista que ha habido. Con diferencia. Lo hacía todo y abarcaba todo el campo. No habrá otro como él. Ni Messi, ni Ronaldo, ni nadie. Podía jugar de lo que quería. Hasta de central le he visto jugar de maravilla. Driblaba como el mejor, chutaba con las dos piernas, cabeceaba de miedo y no paraba durante la hora y media. Tenía una velocidad tremenda. Con 40 años todavía ganaba a todos corriendo, pero sólo si había apuesta de por medio, claro. Estuve tres años con él en el Español. Somos muy buenos amigos. Como persona era buenísima. Eso sí, en el campo de fútbol era horroroso. Su problema era que quería que todos jugasen como él, y eso no era posible. Durante los partidos lo mejor era ponerse guaté en las orejas para no oírle.
- ¿Y qué decía?
- Me venía y me decía: 'Aquí estoy, debajo de un puente. No me llega una pelota. ¡La concha que les parió!'. La verdad es que me reía mucho con él. «¿Pero tú qué esperas, que te la den al pie como en el Madrid? Esto es otra cosa», le decía.
- Terminó usted su carrera en Estados Unidos, algo poco habitual en aquellos años. ¿Cómo fue su experiencia en los Baltimore Bays?
- Muy buena. El Español me quería renovar, pero el presidente, Vila Reyes, me dijo que tenía una oferta muy buena de Estados Unidos. Y decidí probar en los Baltimore Bays. Lo único malo es que los chavales estaban en el colegio, pero al final decidimos ir porque en ocho meses iba a ganar lo que en tres años en el Español.
- ¿Y cómo fue a nivel deportivo?
- Teníamos un equipo muy bueno, con futbolistas de todo el mundo. También estaba Santisteban, el que ha sido seleccionador. Lo peor es que tenías que andar todo el día en avión de un lado para otro y que no entendía ni gorda.
El padre de Andoni Cedrún
- Tras colgar las botas en el Baltimore Bays se hizo entrenador. ¿Tenía claro que quería seguir ligado al fútbol?
- Es que el veneno del fútbol no se te va así como así. Cuando me retiré solo me faltaba un examen para sacar el título nacional y lo saqué enseguida. Empecé en La Cultural para pasar el rato y estar en forma, y luego me llamaron del Barakaldo, que estaba fatal. Terminamos terceros y al año siguiente ascendimos a Segunda. De ahí fui a la Leonesa, con el que también ascendimos, y luego al Logroñés, del que mejor no hablar...
- No diga eso. Hablemos.
- Tenía un buen equipo, pero el comportamiento de los jugadores no era bueno. El problema fue que el presidente era el peor de todos. Se llevaba a los jugadores de juerga por ahí. Me tuve que largar porque no aguantaba.
- De Logroño se fue a Murcia, donde logró su primer ascenso a Primera.
- Sí, pero ahí hubo un tema político que no fue normal. En Irún mataron a unos guardas civiles que eran murcianos y, de repente, se creo un mal ambiente contra mí por ser vasco. De ídolo pasé a villano. Y me largué. Fui al Celta, con el que ascendí y estuvimos dos temporadas en Primera.
- Acabó su carrera en la Balompédica Linense.
-El mejor sitio en el que he estado. Me iba al Peñón, me tomaba mi whiskito y mi huevo duro, y a entrenar, ja, ja. Tuvimos un equipo muy bueno, pero no les interesaba mucho subir.
- ¿Qué sistema de juego le gustaba más como entrenador?
- El 4-3-3. Pero lo que más me gustaba era tener muy bien preparado físicamente al equipo.
-¿El Athletic no intentó nunca ficharlo?
- Cuando entrenaba al Barakaldo se acercaron Panizo y Venancio para ofrecerme ser segundo de Pavic, pero no me gustó la idea.
- Su hijo Andoni siguió sus pasos. ¿Influyó mucho en él?
- Hombre, supongo que algo influiría. Desde niño, cuando salía del colegio, le gustaba venir a entrenar con los equipos en los que yo estaba. Cuando estuvimos en Murcia mejoró mucho, y estando ya en Vigo, todavía más. Garate vino a buscarlo entonces para el Bilbao Athletic.
- Le haría mucha ilusión que su hijo acabase defiendo la portería del Athletic.
- Claro. Pero sabía que en el Athletic tendría problemas porque le iban a comparar conmigo. Hizo un año fenomenal con Iñaki Sáez, pero luego llegó el otro y le quitó.
- Menudo disgusto.
- Pues sí. Me dio mucha pena. Pensaba que iba a poder seguir unos años porque aquella primera temporada estuvo fenomenal. Demostró que era un porterazo. Y mejor por abajo que por arriba, a pesar de su estatura. Era muy valiente y tenía mucha velocidad.
- ¿Le ha quedado esa espina?
- No, espina no, porque Andoni estuvo luego un montón de años en el Zaragoza y fue muy feliz allí. Y mirad, llegó a ser lo que nunca fui yo: campeón de Europa.
viernes, 4 de noviembre de 2011
jueves, 3 de noviembre de 2011
Participaciones del Athletic Club en Europa (1966 - 67)
COPA DE FERIAS
Estrella Roja 5- Athletic 0
Ronda 1/32 Partido de ida
21 de septiembre de 1966
Alineaciones:
Estrella Roja: Racic, Stojanovic, Markovic, Jevtic, Melic, Bekic, Aleksic, Ostojic, Acimovic, Mihailovic, Dzajic
Athletic: Iribar, Orue, Etxeberria, Aranguren, Zorriketa, Larrauri, Arroyo, Koldo Agirre, Arieta II, Argoitia, Estéfano
GOLES: 1-0 (30') Mihailovic; 2-0 (45') Dzajic; 3-0 (58') Dzajic, de penalti; 4-0 (75') Ostojic; 5-0 (87') Melic
Así lo contó 'El Correo': "La tarde triste de Belgrado. El Atlético de Bilbao ha sido derrotado por el Estrella Roja de Belgrado en el primer partido de la Copa de Ferias por el abultado tanteo de cinco goles a cero. La primera salida internacional del equipo bilbaíno en esta temporada no se puede calificar de excesivamente brillante".
Ver portada El Correo
Athletic 2- Estrella Roja 0
Ronda: 1/32 Partido de vuelta
28 de septiembre 1964
Alineaciones:
Athletic:Iribar, Cenitagoya, Etxeberria, Aranguren, Urra, Larrauri, Arroyo, Koldo Agirre, Arieta II, Estéfano, Lavín
Estrella Roja: Dujovic, Stojanovic, Markovic, Jeftic, Melic, Bekic, Kiekonski, Ostosic, Acimovic, Mihailovic, Dzajic
GOLES: 1-0 (55') Estéfano; 2-0 (88') Estéfano
Así lo contó 'El Correo': "Se ganó la batalla pero se perdió la guerra. Ni los más empedernidos románticos fueron capaces de concebir el ilusorio sueño de que el Atlético superara en San Mamés el cinco a cero adverso que se trajo de Belgrado en las alforjas. Y si esa era la psicosis en los prolegómenos de la contienda, ¡figúrense nuestros lectores cuál sería cuando, transcurrido un cuarto de hora, comprobamos los espectadores la clase del equipo visitante! La clase técnica y también la preparación física. Todo eso, unido a su ventaja, era como para enfriar al más optimista."
Ver portada El Correo
Estrella Roja 5- Athletic 0
Ronda 1/32 Partido de ida
21 de septiembre de 1966
Alineaciones:
Estrella Roja: Racic, Stojanovic, Markovic, Jevtic, Melic, Bekic, Aleksic, Ostojic, Acimovic, Mihailovic, Dzajic
Athletic: Iribar, Orue, Etxeberria, Aranguren, Zorriketa, Larrauri, Arroyo, Koldo Agirre, Arieta II, Argoitia, Estéfano
GOLES: 1-0 (30') Mihailovic; 2-0 (45') Dzajic; 3-0 (58') Dzajic, de penalti; 4-0 (75') Ostojic; 5-0 (87') Melic
Así lo contó 'El Correo': "La tarde triste de Belgrado. El Atlético de Bilbao ha sido derrotado por el Estrella Roja de Belgrado en el primer partido de la Copa de Ferias por el abultado tanteo de cinco goles a cero. La primera salida internacional del equipo bilbaíno en esta temporada no se puede calificar de excesivamente brillante".
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Athletic 2- Estrella Roja 0
Ronda: 1/32 Partido de vuelta
28 de septiembre 1964
Alineaciones:
Athletic:Iribar, Cenitagoya, Etxeberria, Aranguren, Urra, Larrauri, Arroyo, Koldo Agirre, Arieta II, Estéfano, Lavín
Estrella Roja: Dujovic, Stojanovic, Markovic, Jeftic, Melic, Bekic, Kiekonski, Ostosic, Acimovic, Mihailovic, Dzajic
GOLES: 1-0 (55') Estéfano; 2-0 (88') Estéfano
Así lo contó 'El Correo': "Se ganó la batalla pero se perdió la guerra. Ni los más empedernidos románticos fueron capaces de concebir el ilusorio sueño de que el Atlético superara en San Mamés el cinco a cero adverso que se trajo de Belgrado en las alforjas. Y si esa era la psicosis en los prolegómenos de la contienda, ¡figúrense nuestros lectores cuál sería cuando, transcurrido un cuarto de hora, comprobamos los espectadores la clase del equipo visitante! La clase técnica y también la preparación física. Todo eso, unido a su ventaja, era como para enfriar al más optimista."
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miércoles, 2 de noviembre de 2011
Los Inolvidables: Uribe
Los periodistas Jon Agiriano y Miguel González San Martín han reunido bajo el titulo 'Los Inolvidables' un conjunto de entrevistas a jugadores historicos del Athletic Club.
«Yo tenía un defecto: me gustaba regatear»
«Me moriré con la espina clavada de no haber podido jugar el partido de Manchester»
13 de marzo de 2011
JON AGIRIANO MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Ignacio Uribe se cree más tímido de lo que es. Tiene la voz algo cascada, el hablar despacioso pero enérgico y la mirada escrutadora e inteligente. En cuanto se siente a gusto, tras comprobar que algunos silencios inevitables en el comienzo de la conversación se llenan con naturalidad con bromas y anécdotas, de antes y ahora, va cogiendo confianza y sus frases se vuelven más largas. Nunca demasiado, seguramente por esa buena educación de las personas en absoluto poseídas de sí mismas, a quienes se les hacen enseguida abusivos los propios discursos y buscan un atajo para decir lo sustancial, sin adornos, con palabras sencillas.
Uribe fue un interior fino y driblador, de los que disfrutaban conduciendo el balón mientras sorteaban rivales. Soltarlo siempre le dio un poco de pena. Ello le costó muchas heridas de guerra, una retirada prematura a los 29 años y dos prótesis en las rodillas que, felizmente, le han hecho olvidar las viejas cojeras. Llegó a jugar con Zarra y otros de aquel once mítico, pero su equipo fue, sobre todo, el de los once aldeanos que le ganaron al Madrid, al Barcelona, al Oporto, al Honved, al Manchester en San Mamés, en el mítico partido de la nieve, el equipo que ganó una Liga y tres Copas, que hizo doblete en el 56 y levantó su último trofeo ganando en el Bernabéu al Real Madrid de Di Stéfano y Puskas.
'Aldeano' de la Gran Vía de Bilbao, Ignacio Uribe terminó su carrera universitaria en La Comercial de Deusto. No era tan frecuente entonces, y mucho menos lo es ahora. Un futbolista de su época debía prepararse para la retirada. Era impensable que se jubilase millonario, como ahora. Unos ponían un negocio, una tienda, un bar, otros se ocupaban de vagos asuntos comerciales. Ignacio tenía su carrera. Trabajó en navieras y no se jubiló a la edad en la que lo hacen ahora las figuras del fútbol, como lo fue él, sino a los 63. Pese a todo, se siente muy afortunado. Su padre, Luis 'Volea' Uribe, ganó 2 Ligas y 3 Copas con el Athletic de Mister Pentland. Él no llegó a superarle en el palmarés, pero fue un futbolista superior que tuvo mucho más protagonismo en el equipo y, aparte de marcar 69 goles en 211 partidos, supo afrontar con éxito un reto histórico: ocupar el lugar de Panizo.
- Ignacio, háblenos de su padre. El suyo es uno de los pocos casos, en realidad el único junto al de los Cedrún, en que padre e hijo son campeones con el Athletic.
- Es verdad. A mi padre le gustaba mucho el fútbol y, cuando fue a estudiar a Madrid, comenzó a jugar en la Gimnástica, que venía a ser como el segundo equipo del Real Madrid, el Castilla de entonces. Luego le subieron al primer equipo y estuvo dos temporadas. Jugó con Santiago Bernabéu. Al volver a Bilbao le fichó el Athletic.
- Un Athletic espectacular.
- Sí. Mi padre tuvo la suerte, como la tuve yo, de coincidir con unos jugadores extraordinarios: Gorostiza, Cilaurren, Iraragorri, Chirri, Lafuente... Él jugaba de medio izquierda o de interior. Era un poco el comodín del equipo cuando faltaba alguno de los titulares.
El míster inglés
- ¿Le hablaba de Mister Pentland?
- Se llevaba muy bien con él, contaba que era un tío maravilloso, que se hizo enseguida al ambiente de Bilbao. Estaba encantado aquí. Volvió una vez, años más tarde, cuando yo jugaba. Tengo una foto en la que estamos mi padre, él y yo.
- ¿Usted dónde empezó a jugar?
- En el colegio y en Lekeitio, los veranos. Luego, en el equipo de la Universidad de Deusto, en Regional, y en el Indautxu. Pero enseguida me fichó el Athletic.
- Seguro que su padre le llevaba de niño a San Mamés.
- Sí, me acuerdo de aquellos equipos argentinos que vinieron, el San Lorenzo de Almagro, el Racing de Avellaneda... Qué buenos eran. El fútbol nuestro era más de tipo inglés. Técnica también teníamos, claro que teníamos, lo que pasa es que destacábamos más por la velocidad y la fuerza.
- Fue un buen estudiante.
- Sí, fui buen estudiante, y tuve la suerte de empezar la carrera con 16 años. Así que para cuando debuté con el Athletic ya estaba en cuarto. Me quedaba poco y terminé como pude.
- ¿Cómo fue el fichaje por el Athletic?
- Estaba en el Indautxu. Los ojeadores nos habían estado siguiendo a un grupo de jugadores toda la temporada y prácticamente sabíamos que nos iban a fichar. Y así fue. Entramos Eneko Arieta, Mauri, Maguregui, Marcaida un poco antes
- ¿Qué le dijo su padre?
- Le pareció bien, pero me lo dejó claro. 'Si quieres jugar al fútbol, los estudios primero'.
- ¿Cómo recuerda el debut?
- Fue contra el Madrid, aquí. Debutamos Mauri y yo. Bueno, Mauri ya había jugado un partido fuera, pero debutaba en casa. En el primer tiempo jugué bien, y en el segundo, ya bajé. Pudo ser de los nervios. Perdimos 2-3.
- En aquel Athletic todavía jugaba Zarra.
- Sí. Recuerdo a Zarra como a un hombre maravilloso en todos los aspectos. A los jóvenes nos animaba mucho.
- Se reconoce tímido. Sin embargo, entró en un equipo que era una leyenda y lo hizo con toda naturalidad.
- Es que éramos buenos futbolistas. Teníamos mucha confianza. No teníamos miedo a fracasar.
- Usted retiró a otro de los grandes: Panizo.
- No, no. Él ya se iba a retirar. Coincidimos en la plantilla, pero cuando yo empecé a jugar de titular él ya no estaba.
- Panizo era un jugador de muchísima clase, pero tenía también sus detractores.
- Bueno, algunos decían que entraba poco al área.
- Pues marcó 179 goles, así que algo ya entró. Las críticas venían más porque Panizo era el único que, a veces, hacía la pausa.
- También, también.
- ¿Usted heredó esa división de opiniones?
- No, a mí la gente siempre me trató muy bien. Y ahora más. Parece que fuimos campeones del mundo, ja, ja. De todas formas, a mí me gustaba casi más jugar fuera de casa que en San Mamés. No es que el público se metiera conmigo, al contrario, era muy respetuoso, pero fuera no sentía esa responsabilidad delante de la gente. Me hubiera encantado verme por televisión al menos un partido. Igual entonces diría que no jugaba ni huevo. O que era bastante bueno. Lo que está claro es que entonces se jugaba de otro modo. Los medios e interiores corríamos el doble que los demás, los extremos estaban muy abiertos y el delantero centro no bajaba&hellip Mauri, Maguregui, Marcaida y yo recorríamos kilómetros y kilómetros, arriba y abajo, arriba y abajo.
- ¿Cuál fue la diferencia entre el equipo de los Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza, y el de ustedes, el de Carmelo, Orue, Garay, Canito...?
- Yo creo que la velocidad. Pero es difícil comparar.
- Carmelo nos dijo que el equipo anterior jugaba mejor en los partidos importantes, no tanto en campos secundarios.
- Puede ser. Puede que nosotros fuéramos un equipo más compensado. En el anterior, la delantera era apreciablemente superior al resto. El Athletic nuestro era más igual.
- Usted guarda una gran lealtad a Fernando Daucik. ¿Cómo recuerda su llegada al Athletic?
- Era cuñado de Kubala. Vino con el Hungaria. Le recuerdo con mucho cariño. Además, me ponía siempre. Llegué a jugar un partido, el año en que ganamos la Liga, en el que el martes no podía tocar una pelota de goma. 'Tienes que jugar', me dijo Daucik. Y jugué el domingo. Aquel año sólo perdimos cuatro partidos.
Una volea histórica
- Háblenos de la final del 55 contra el Sevilla. Su gran día.
- Metí el gol. Tuve suerte, lo pudo meter cualquiera. Tiré desde lejos, medio de volea y entró.
- De volea, una suerte que le gustaba mucho a su padre.
- Sí. A él le llamaban Luis 'Volea'. Fue casualidad. El partido estuvo muy igualado y el ambiente, fenomenal. Como siempre, vino todo Bilbao a la final. No estaba muy nervioso, pero algo siempre hay que estar. No hay que relajarse demasiado. Lo bueno que tiene el fútbol es que como juegan once, aunque seas tímido como yo, pues no se nota.
- ¿Cómo fue la celebración?
- Recuerdo que por la noche a Urizar y a mí se nos ocurrió ir a la Puerta del Sol. Qué fue aquello. En cuanto me vieron, me cogieron entre cuatro y me dieron una vuelta por toda la plaza. ¡Qué vergüenza! Uno me llevaba a hombros, como a los toreros. Casualidad, muchos años después, mi hijo, trabajando, se encontró con ese señor: '¿Tú eres el hijo de Uribe?', le preguntó. 'Pues yo le llevé a tu padre a hombros por la Puerta del Sol'.
- Y Daucik prometió el doblete para el año siguiente. ¿Lo creían posible? Porque la Liga llevaban 13 años sin ganarla.
- Empezamos mal. De cuatro partidos perdimos dos, con el Celta y el Madrid. Pero, a partir de ahí, sólo perdimos otros dos, con el Valencia y el Murcia. Ganamos la Liga con un punto sobre el Barcelona, con una media de 2,4 goles por partido.
- ¿Cree que el Athletic hubiera podido ganar aquella Copa de Europa?
- Aquí al Manchester le ganamos 5-3. Fue el partido de la nieve. Yo jugué de delantero centro, no sé por qué. Estaría Eneko lesionado. Luego tuve la mala suerte de lesionarme antes del partido de vuelta. El entrenador me llevó por llevar, como premio. Me moriré con la espina de no haber podido jugar el partido de Manchester. Salió Etura de delantero centro, claro, para jugar más atrás, en medio campo. Nos ganaron 3-0. 'Magu' estuvo a punto de meter un gol. Carmelo jugó mucho rato lesionado, porque entonces no había cambios. Os voy a decir una cosa, y no quiero que suene a fanfarronada. Yo creo que sin toda esa mala suerte, hubiéramos eliminado al Manchester.
- Por cierto, ¿cómo vivieron el accidente de avión del Manchester y la muerte de tantos de aquellos futbolistas?
- Nos impactó muchísimo. Lo pasamos muy mal. Habíamos jugado dos partidos contra ellos y, aparte de grandes futbolistas, vimos que eran unos grandes chavales, muy sanos, muy majos. Buena gente. Me dio muchísima pena.
- Daucik perdió la simpatía de la afición por algunas genialidades, como poner a Carmelo de delantero.
- Me quitó a mí. Estaría jugando mal. Pero yo me quedo con las cosas buenas. Por ejemplo, que fuimos el primer equipo que le ganó a un equipo inglés en las islas, el West Bronwich Albion, que iba líder de la Liga inglesa.
- Tras la final del 58 les llaman los 'once aldeanos'. ¿Les pareció bien el nombre?
- De maravilla. Yo era de la Gran Vía...
- Un señorito.
- No, no. Señorito no he sido nunca. Yo estaba encantado de que me llamaran aldeano. Nosotros éramos aldeanos y amigos.
- Tras Daucik y Albéniz, llegó el brasileño Martim Francisco, un personaje especial.
- Era un poco nervioso y se tomaba un montón de cafés al día, pero era buen entrenador. De hecho, tuvimos con él una racha extraordinaria. Metimos 33 goles en cuatro partidos. Merodio diez, y yo, que no solía meter muchos goles, nueve.
- Bueno, eso de que no metía muchos goles hay que matizarlo. Hizo 69 en 211 partidos. En fin, que ahora sería usted un centrocampista de 13 goles por temporada. Casi nada.
- Visto así no está mal.
- Al Real Madrid le hizo un 'hat-trick' en San Mamés.
- Sí. Jugué de delantero centro y tuve suerte.
- Quizá podría haber sido usted un buen '9'. Las veces que jugó allí, contra el Manchester o contra el Madrid, lo hizo muy bien.
- Eso nunca se sabe. Coincidió. De todos modos, Eneko era mucho mejor delantero centro que yo.
- Volvamos a Martim Francisco, a sus peculiaridades.
- El problema que tenía es que estaba obsesionado con la alimentación. En las concentraciones sentaba a la misma mesa a quienes nos bautizó como 'El club de los gordos': Eneko Arieta, Mauri, Koldo Aguirre, yo y alguno más que no recuerdo. Nos medía hasta el agua. Una vez sacaron fruta en un bol de agua con hielo y Mauri se la bebió, ja, ja. Con Daucik, en cambio, cuatro horas antes del partido, comían merluza, solomillo y un vaso de vino.
- No jugó usted muchos años, diez tan sólo.
- Tuve muchas lesiones, ligamentos, menisco&hellip Ahora estoy bien, pero hubo un tiempo en el que no podía ni andar.
- ¿Cómo fueron las lesiones?
- Yo tenía un defecto: me gustaba mucho regatear. Y dejaba la pierna. La primera lesión fue una rotura de ligamentos. Me lesioné el mismo domingo que Rial. Salté, pero dejé el pie. Tac. Se me iba la pierna de la rodilla para abajo, se movía para cualquier parte. Daucik me puso de extremo izquierdo. 'Haz lo que puedas', me dijo. ¿Os acordáis de aquello del gol del cojo?
- Un disparate.
- Sí, ahora que lo piensas&hellip Te quedabas para estorbar. No había cambios... Antes había tenido otras lesiones por mi culpa, primero del tobillo, por regatear. 43 días con la escayola. Luego, rotura de ligamentos, tres meses parado. Después, la de menisco que me impidió jugar en Manchester... Al final tenía hasta artrosis. Lo pasé muy mal.
- Supo que iba a retirarse pronto.
- Ya con 27 años no era el mismo. Y no vas a salir al campo sabiendo que no puedes. Me retiré con 29.
- Y con el dinero ganado como futbolista no se podía vivir el resto de la vida.
- No me habléis de dinero. No es que no se pueda comparar con el que ganan ahora, ni siquiera con lo que ganaban los jugadores del Madrid o el Barcelona, es que mis compañeros que se retiraron en el Huelva, en Segunda, ganaron entonces más que en el Athletic.
- ¿Y eso por qué?
- Bueno, por un lado estaba el derecho de retención. Y eso que entonces no había Lezama ni nada y no podían decir que te hubieran formado. San Mamés era uno de los campos más baratos. Cuando me fui a examinar a Valladolid, que tenía el equipo en Segunda, las entradas de general costaban 25 pesetas, y las del Athletic, 15. La administración se llevaba bien, pero los jugadores ganábamos poco. Lo que no puedes compararte es con los de ahora. Es un disparate que un jugador gane seis millones de euros al año. Pero lo que no tenía sentido es que, en mi época, ganara más cualquiera del Español, del Zaragoza o del Sevilla, cualquiera, que uno del Athletic. Mi mujer me suele decir que hubiera protestado entonces, no ahora, y tiene razón.
«A mí el que me gustaba era Luis Suárez»
- Usted tenía claro que las lesiones le iban a retirar del fútbol antes de tiempo, pero la forma en que le comunicaron que no seguían contando con sus servicios no fue muy caballerosa que se diga.
- Es verdad. A Canito, a Merodio y a mí nos mandaron una carta, sin más. Canito agarró un cabreo muy grande, con razón, y yo también. Por lo menos podían habernos llamado el presidente o un directivo... Pero no. Nos mandaron una carta, como Franco mandaba al motorista.
- Es una constante en los entrevistados para esta serie. A todos se les hizo duro retirarse, y eso se puede entender, con razón o sin ella. Pero lo que no parece admisible es que el club no cuidara las formas.
- Ya os digo que Canito agarró un gran cabreo y Merodio también estaba muy enfadado. Yo ya sabía que no estaba para jugar, pero tampoco me gustó el modo en que se hizo. El Real Madrid, por ejemplo, con mi padre siempre se portó muy bien, le seguía escribiendo, invitando a actos...
- La mujer de Rafa Iriondo nos contó en su día que el Betis siempre se había portado con ellos mucho mejor que el Athletic, ni comparación.
- Pues es una pena. Ahora tenemos la asociación de veteranos y una comida cada año. De vez en cuando nos llaman para ir al palco.
- ¿Una vez que dejó el fútbol no se planteó seguir entrenando?
-No. Me puse a trabajar en la Naviera Bilbaína y en la Vascongada. Estuve bien. Pero luego, a los 59 años, vino la reconversión.
- Y se jubiló.
- ¡Leches! Estuve trabajando de comercial hasta los 63.
- ¿Ser Ignacio Uribe le abría puertas?
- No iban a comprar por eso, pero si ibas con una cosa buena igual te hacían más caso que a otro. Yo vendía patentes y marcas, que a algunos podía parecerles humo.
- ¿Y no tuvo la tentación de ser entrenador?
- No, para eso hay que tener un carácter que yo no tengo. Hay que valer. A mí la pena que me quedó fue la de no haber podido jugar más, hasta los 33 o 34 años. Con esa pena sí me quedé.
Los nervios
- ¿Va a San Mamés?
- Muy poco, la verdad. Me pongo nervioso. Debería ir porque, total, cuando juega el Athletic estoy todo el tiempo pendiente del partido. Veo un rato la tele, me voy a dar una vuelta, vuelvo al de cinco minutos, me voy otra vez. No puedo. Veo más tranquilo el fútbol internacional. A mí el fútbol me encanta, pero con el Athletic me pongo demasiado nervioso como para disfrutarlo.
- ¿En qué ha cambiado el fútbol?
- Sobre todo, en las tácticas. Desde que empezaron los ingleses con los laterales avanzados todo cambió porque los extremos tuvieron que jugar también por dentro, para dejar sitio. Las tácticas han cambiado mucho el tipo de fútbol que se hace ahora.
- ¿Ha visto un juego mejor que el del Barcelona de ahora?
- No es fácil comparar unas épocas y otras. El Barcelona de ahora es tremendo. ¿Cómo es posible que metan tantos goles entrando por el centro, con lo difícil que es entrar por el centro? Siempre me hago esa pregunta. La facilidad con que mueven la pelota, adelante y atrás, lo que convenga, es increíble. Antes, si le hacías una cesión a Carmelo, en San Mamés se armaba una buena. El fútbol era diferente. Pero siempre ha habido muy buenos jugadores: Puskas, Kocsis, Di Stéfano, Gento... Eso sí, a mí el que me gustaba era Luis Suárez. ¡Qué gran jugador!
Los viejos compañeros
Dice que no le gustan esas cosas, como si él no fuese nadie para sentar doctrina, pero finalmente accede a describir a sus viejos compañeros de equipo. Por supuesto, sólo tiene buenas palabras para unos amigos con los que compartió algunos de los mejores años de la historia del Athletic.
- Carmelo.
- Era muy buen portero. Tenía mucho carácter y era muy seguro en todos los aspectos.
- No dice nada de sus salidas.
- Bueno, bueno. Él iba a lo suyo, con todo. Había que tener mucho cuidado porque era fortísimo.
- Orue y Canito.
- Con ellos no pasaba nadie. Eran rápidos, flexibles, muy ágiles. No iban hacia delante. Eran defensas puros, pero marcaban fenomenal. Canito era buena persona, pero Orue era un santo. Y, sin embargo, no se arrugaban nunca. Eran bravos, pero con limpieza.
- Garay.
- Tenía mucha clase y era un jugador muy fuerte. Uno de los defensas con más calidad de aquella época.
- Mauri.
- La gente tenía la idea de que era luchador y poco técnico, pero era de los más técnicos del equipo. En cuanto me desmarcaba me pasaba la pelota al pie. Era más listo que el hambre.
- Maguregui.
- Era un fenómeno, un futbolista extraordinario. Tenía una clase tremenda.
- Artetxe.
- Otro muy buen jugador, con un un gran regate, mucha clase. Y un gran goleador.
- Marcaida.
- Tenía un remate de cabeza fantástico y muy buen tiro con las dos piernas. Él y yo corríamos el campo cuarenta veces. En aquella época, los interiores teníamos que hacer un trabajo tremendo yendo y viniendo.
- Merodio.
- Metía muchos goles y tenía una zurda tremenda.
- Eneko Arieta.
- Era el terror de los defensas. Dominaba muy bien la pelota, chutaba como un cañón con los dos pies, era rápido... Además, en los grandes partidos nunca fallaba.
- Koldo Aguirre.
- Era más joven. Tenía mucha clase, pasaba bien la pelota, chutaba fuerte y colocado... Un gran futbolista.
- Etura.
-Era muy fuerte. Podía estar de defensa o de medio, porque defendía muy bien y sabía jugar la pelota.
- Gainza.
- Piru era un fenómeno, uno de los grandes de la historia del Athletic. Una institución. Sólo hay que ver el tiempo que estuvo en el Athletic.
- Queda Uribe.
- Yo era bueno, sin más. Lo que pasa es que estaba bien rodeado. Como os he dicho antes, me hubiera encantado verme por televisión para saber cómo jugaba.
(Ignacio Uribe metió 69 goles en 211 partidos con el Athletic, uno cada tres partidos. En el fútbol de hoy, por tanto, sería un interior de 13 goles por temporada).
«Yo tenía un defecto: me gustaba regatear»
«Me moriré con la espina clavada de no haber podido jugar el partido de Manchester»
13 de marzo de 2011
JON AGIRIANO MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Ignacio Uribe se cree más tímido de lo que es. Tiene la voz algo cascada, el hablar despacioso pero enérgico y la mirada escrutadora e inteligente. En cuanto se siente a gusto, tras comprobar que algunos silencios inevitables en el comienzo de la conversación se llenan con naturalidad con bromas y anécdotas, de antes y ahora, va cogiendo confianza y sus frases se vuelven más largas. Nunca demasiado, seguramente por esa buena educación de las personas en absoluto poseídas de sí mismas, a quienes se les hacen enseguida abusivos los propios discursos y buscan un atajo para decir lo sustancial, sin adornos, con palabras sencillas.
Uribe fue un interior fino y driblador, de los que disfrutaban conduciendo el balón mientras sorteaban rivales. Soltarlo siempre le dio un poco de pena. Ello le costó muchas heridas de guerra, una retirada prematura a los 29 años y dos prótesis en las rodillas que, felizmente, le han hecho olvidar las viejas cojeras. Llegó a jugar con Zarra y otros de aquel once mítico, pero su equipo fue, sobre todo, el de los once aldeanos que le ganaron al Madrid, al Barcelona, al Oporto, al Honved, al Manchester en San Mamés, en el mítico partido de la nieve, el equipo que ganó una Liga y tres Copas, que hizo doblete en el 56 y levantó su último trofeo ganando en el Bernabéu al Real Madrid de Di Stéfano y Puskas.
'Aldeano' de la Gran Vía de Bilbao, Ignacio Uribe terminó su carrera universitaria en La Comercial de Deusto. No era tan frecuente entonces, y mucho menos lo es ahora. Un futbolista de su época debía prepararse para la retirada. Era impensable que se jubilase millonario, como ahora. Unos ponían un negocio, una tienda, un bar, otros se ocupaban de vagos asuntos comerciales. Ignacio tenía su carrera. Trabajó en navieras y no se jubiló a la edad en la que lo hacen ahora las figuras del fútbol, como lo fue él, sino a los 63. Pese a todo, se siente muy afortunado. Su padre, Luis 'Volea' Uribe, ganó 2 Ligas y 3 Copas con el Athletic de Mister Pentland. Él no llegó a superarle en el palmarés, pero fue un futbolista superior que tuvo mucho más protagonismo en el equipo y, aparte de marcar 69 goles en 211 partidos, supo afrontar con éxito un reto histórico: ocupar el lugar de Panizo.
- Ignacio, háblenos de su padre. El suyo es uno de los pocos casos, en realidad el único junto al de los Cedrún, en que padre e hijo son campeones con el Athletic.
- Es verdad. A mi padre le gustaba mucho el fútbol y, cuando fue a estudiar a Madrid, comenzó a jugar en la Gimnástica, que venía a ser como el segundo equipo del Real Madrid, el Castilla de entonces. Luego le subieron al primer equipo y estuvo dos temporadas. Jugó con Santiago Bernabéu. Al volver a Bilbao le fichó el Athletic.
- Un Athletic espectacular.
- Sí. Mi padre tuvo la suerte, como la tuve yo, de coincidir con unos jugadores extraordinarios: Gorostiza, Cilaurren, Iraragorri, Chirri, Lafuente... Él jugaba de medio izquierda o de interior. Era un poco el comodín del equipo cuando faltaba alguno de los titulares.
El míster inglés
- ¿Le hablaba de Mister Pentland?
- Se llevaba muy bien con él, contaba que era un tío maravilloso, que se hizo enseguida al ambiente de Bilbao. Estaba encantado aquí. Volvió una vez, años más tarde, cuando yo jugaba. Tengo una foto en la que estamos mi padre, él y yo.
- ¿Usted dónde empezó a jugar?
- En el colegio y en Lekeitio, los veranos. Luego, en el equipo de la Universidad de Deusto, en Regional, y en el Indautxu. Pero enseguida me fichó el Athletic.
- Seguro que su padre le llevaba de niño a San Mamés.
- Sí, me acuerdo de aquellos equipos argentinos que vinieron, el San Lorenzo de Almagro, el Racing de Avellaneda... Qué buenos eran. El fútbol nuestro era más de tipo inglés. Técnica también teníamos, claro que teníamos, lo que pasa es que destacábamos más por la velocidad y la fuerza.
- Fue un buen estudiante.
- Sí, fui buen estudiante, y tuve la suerte de empezar la carrera con 16 años. Así que para cuando debuté con el Athletic ya estaba en cuarto. Me quedaba poco y terminé como pude.
- ¿Cómo fue el fichaje por el Athletic?
- Estaba en el Indautxu. Los ojeadores nos habían estado siguiendo a un grupo de jugadores toda la temporada y prácticamente sabíamos que nos iban a fichar. Y así fue. Entramos Eneko Arieta, Mauri, Maguregui, Marcaida un poco antes
- ¿Qué le dijo su padre?
- Le pareció bien, pero me lo dejó claro. 'Si quieres jugar al fútbol, los estudios primero'.
- ¿Cómo recuerda el debut?
- Fue contra el Madrid, aquí. Debutamos Mauri y yo. Bueno, Mauri ya había jugado un partido fuera, pero debutaba en casa. En el primer tiempo jugué bien, y en el segundo, ya bajé. Pudo ser de los nervios. Perdimos 2-3.
- En aquel Athletic todavía jugaba Zarra.
- Sí. Recuerdo a Zarra como a un hombre maravilloso en todos los aspectos. A los jóvenes nos animaba mucho.
- Se reconoce tímido. Sin embargo, entró en un equipo que era una leyenda y lo hizo con toda naturalidad.
- Es que éramos buenos futbolistas. Teníamos mucha confianza. No teníamos miedo a fracasar.
- Usted retiró a otro de los grandes: Panizo.
- No, no. Él ya se iba a retirar. Coincidimos en la plantilla, pero cuando yo empecé a jugar de titular él ya no estaba.
- Panizo era un jugador de muchísima clase, pero tenía también sus detractores.
- Bueno, algunos decían que entraba poco al área.
- Pues marcó 179 goles, así que algo ya entró. Las críticas venían más porque Panizo era el único que, a veces, hacía la pausa.
- También, también.
- ¿Usted heredó esa división de opiniones?
- No, a mí la gente siempre me trató muy bien. Y ahora más. Parece que fuimos campeones del mundo, ja, ja. De todas formas, a mí me gustaba casi más jugar fuera de casa que en San Mamés. No es que el público se metiera conmigo, al contrario, era muy respetuoso, pero fuera no sentía esa responsabilidad delante de la gente. Me hubiera encantado verme por televisión al menos un partido. Igual entonces diría que no jugaba ni huevo. O que era bastante bueno. Lo que está claro es que entonces se jugaba de otro modo. Los medios e interiores corríamos el doble que los demás, los extremos estaban muy abiertos y el delantero centro no bajaba&hellip Mauri, Maguregui, Marcaida y yo recorríamos kilómetros y kilómetros, arriba y abajo, arriba y abajo.
- ¿Cuál fue la diferencia entre el equipo de los Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza, y el de ustedes, el de Carmelo, Orue, Garay, Canito...?
- Yo creo que la velocidad. Pero es difícil comparar.
- Carmelo nos dijo que el equipo anterior jugaba mejor en los partidos importantes, no tanto en campos secundarios.
- Puede ser. Puede que nosotros fuéramos un equipo más compensado. En el anterior, la delantera era apreciablemente superior al resto. El Athletic nuestro era más igual.
- Usted guarda una gran lealtad a Fernando Daucik. ¿Cómo recuerda su llegada al Athletic?
- Era cuñado de Kubala. Vino con el Hungaria. Le recuerdo con mucho cariño. Además, me ponía siempre. Llegué a jugar un partido, el año en que ganamos la Liga, en el que el martes no podía tocar una pelota de goma. 'Tienes que jugar', me dijo Daucik. Y jugué el domingo. Aquel año sólo perdimos cuatro partidos.
Una volea histórica
- Háblenos de la final del 55 contra el Sevilla. Su gran día.
- Metí el gol. Tuve suerte, lo pudo meter cualquiera. Tiré desde lejos, medio de volea y entró.
- De volea, una suerte que le gustaba mucho a su padre.
- Sí. A él le llamaban Luis 'Volea'. Fue casualidad. El partido estuvo muy igualado y el ambiente, fenomenal. Como siempre, vino todo Bilbao a la final. No estaba muy nervioso, pero algo siempre hay que estar. No hay que relajarse demasiado. Lo bueno que tiene el fútbol es que como juegan once, aunque seas tímido como yo, pues no se nota.
- ¿Cómo fue la celebración?
- Recuerdo que por la noche a Urizar y a mí se nos ocurrió ir a la Puerta del Sol. Qué fue aquello. En cuanto me vieron, me cogieron entre cuatro y me dieron una vuelta por toda la plaza. ¡Qué vergüenza! Uno me llevaba a hombros, como a los toreros. Casualidad, muchos años después, mi hijo, trabajando, se encontró con ese señor: '¿Tú eres el hijo de Uribe?', le preguntó. 'Pues yo le llevé a tu padre a hombros por la Puerta del Sol'.
- Y Daucik prometió el doblete para el año siguiente. ¿Lo creían posible? Porque la Liga llevaban 13 años sin ganarla.
- Empezamos mal. De cuatro partidos perdimos dos, con el Celta y el Madrid. Pero, a partir de ahí, sólo perdimos otros dos, con el Valencia y el Murcia. Ganamos la Liga con un punto sobre el Barcelona, con una media de 2,4 goles por partido.
- ¿Cree que el Athletic hubiera podido ganar aquella Copa de Europa?
- Aquí al Manchester le ganamos 5-3. Fue el partido de la nieve. Yo jugué de delantero centro, no sé por qué. Estaría Eneko lesionado. Luego tuve la mala suerte de lesionarme antes del partido de vuelta. El entrenador me llevó por llevar, como premio. Me moriré con la espina de no haber podido jugar el partido de Manchester. Salió Etura de delantero centro, claro, para jugar más atrás, en medio campo. Nos ganaron 3-0. 'Magu' estuvo a punto de meter un gol. Carmelo jugó mucho rato lesionado, porque entonces no había cambios. Os voy a decir una cosa, y no quiero que suene a fanfarronada. Yo creo que sin toda esa mala suerte, hubiéramos eliminado al Manchester.
- Por cierto, ¿cómo vivieron el accidente de avión del Manchester y la muerte de tantos de aquellos futbolistas?
- Nos impactó muchísimo. Lo pasamos muy mal. Habíamos jugado dos partidos contra ellos y, aparte de grandes futbolistas, vimos que eran unos grandes chavales, muy sanos, muy majos. Buena gente. Me dio muchísima pena.
- Daucik perdió la simpatía de la afición por algunas genialidades, como poner a Carmelo de delantero.
- Me quitó a mí. Estaría jugando mal. Pero yo me quedo con las cosas buenas. Por ejemplo, que fuimos el primer equipo que le ganó a un equipo inglés en las islas, el West Bronwich Albion, que iba líder de la Liga inglesa.
- Tras la final del 58 les llaman los 'once aldeanos'. ¿Les pareció bien el nombre?
- De maravilla. Yo era de la Gran Vía...
- Un señorito.
- No, no. Señorito no he sido nunca. Yo estaba encantado de que me llamaran aldeano. Nosotros éramos aldeanos y amigos.
- Tras Daucik y Albéniz, llegó el brasileño Martim Francisco, un personaje especial.
- Era un poco nervioso y se tomaba un montón de cafés al día, pero era buen entrenador. De hecho, tuvimos con él una racha extraordinaria. Metimos 33 goles en cuatro partidos. Merodio diez, y yo, que no solía meter muchos goles, nueve.
- Bueno, eso de que no metía muchos goles hay que matizarlo. Hizo 69 en 211 partidos. En fin, que ahora sería usted un centrocampista de 13 goles por temporada. Casi nada.
- Visto así no está mal.
- Al Real Madrid le hizo un 'hat-trick' en San Mamés.
- Sí. Jugué de delantero centro y tuve suerte.
- Quizá podría haber sido usted un buen '9'. Las veces que jugó allí, contra el Manchester o contra el Madrid, lo hizo muy bien.
- Eso nunca se sabe. Coincidió. De todos modos, Eneko era mucho mejor delantero centro que yo.
- Volvamos a Martim Francisco, a sus peculiaridades.
- El problema que tenía es que estaba obsesionado con la alimentación. En las concentraciones sentaba a la misma mesa a quienes nos bautizó como 'El club de los gordos': Eneko Arieta, Mauri, Koldo Aguirre, yo y alguno más que no recuerdo. Nos medía hasta el agua. Una vez sacaron fruta en un bol de agua con hielo y Mauri se la bebió, ja, ja. Con Daucik, en cambio, cuatro horas antes del partido, comían merluza, solomillo y un vaso de vino.
- No jugó usted muchos años, diez tan sólo.
- Tuve muchas lesiones, ligamentos, menisco&hellip Ahora estoy bien, pero hubo un tiempo en el que no podía ni andar.
- ¿Cómo fueron las lesiones?
- Yo tenía un defecto: me gustaba mucho regatear. Y dejaba la pierna. La primera lesión fue una rotura de ligamentos. Me lesioné el mismo domingo que Rial. Salté, pero dejé el pie. Tac. Se me iba la pierna de la rodilla para abajo, se movía para cualquier parte. Daucik me puso de extremo izquierdo. 'Haz lo que puedas', me dijo. ¿Os acordáis de aquello del gol del cojo?
- Un disparate.
- Sí, ahora que lo piensas&hellip Te quedabas para estorbar. No había cambios... Antes había tenido otras lesiones por mi culpa, primero del tobillo, por regatear. 43 días con la escayola. Luego, rotura de ligamentos, tres meses parado. Después, la de menisco que me impidió jugar en Manchester... Al final tenía hasta artrosis. Lo pasé muy mal.
- Supo que iba a retirarse pronto.
- Ya con 27 años no era el mismo. Y no vas a salir al campo sabiendo que no puedes. Me retiré con 29.
- Y con el dinero ganado como futbolista no se podía vivir el resto de la vida.
- No me habléis de dinero. No es que no se pueda comparar con el que ganan ahora, ni siquiera con lo que ganaban los jugadores del Madrid o el Barcelona, es que mis compañeros que se retiraron en el Huelva, en Segunda, ganaron entonces más que en el Athletic.
- ¿Y eso por qué?
- Bueno, por un lado estaba el derecho de retención. Y eso que entonces no había Lezama ni nada y no podían decir que te hubieran formado. San Mamés era uno de los campos más baratos. Cuando me fui a examinar a Valladolid, que tenía el equipo en Segunda, las entradas de general costaban 25 pesetas, y las del Athletic, 15. La administración se llevaba bien, pero los jugadores ganábamos poco. Lo que no puedes compararte es con los de ahora. Es un disparate que un jugador gane seis millones de euros al año. Pero lo que no tenía sentido es que, en mi época, ganara más cualquiera del Español, del Zaragoza o del Sevilla, cualquiera, que uno del Athletic. Mi mujer me suele decir que hubiera protestado entonces, no ahora, y tiene razón.
«A mí el que me gustaba era Luis Suárez»
- Usted tenía claro que las lesiones le iban a retirar del fútbol antes de tiempo, pero la forma en que le comunicaron que no seguían contando con sus servicios no fue muy caballerosa que se diga.
- Es verdad. A Canito, a Merodio y a mí nos mandaron una carta, sin más. Canito agarró un cabreo muy grande, con razón, y yo también. Por lo menos podían habernos llamado el presidente o un directivo... Pero no. Nos mandaron una carta, como Franco mandaba al motorista.
- Es una constante en los entrevistados para esta serie. A todos se les hizo duro retirarse, y eso se puede entender, con razón o sin ella. Pero lo que no parece admisible es que el club no cuidara las formas.
- Ya os digo que Canito agarró un gran cabreo y Merodio también estaba muy enfadado. Yo ya sabía que no estaba para jugar, pero tampoco me gustó el modo en que se hizo. El Real Madrid, por ejemplo, con mi padre siempre se portó muy bien, le seguía escribiendo, invitando a actos...
- La mujer de Rafa Iriondo nos contó en su día que el Betis siempre se había portado con ellos mucho mejor que el Athletic, ni comparación.
- Pues es una pena. Ahora tenemos la asociación de veteranos y una comida cada año. De vez en cuando nos llaman para ir al palco.
- ¿Una vez que dejó el fútbol no se planteó seguir entrenando?
-No. Me puse a trabajar en la Naviera Bilbaína y en la Vascongada. Estuve bien. Pero luego, a los 59 años, vino la reconversión.
- Y se jubiló.
- ¡Leches! Estuve trabajando de comercial hasta los 63.
- ¿Ser Ignacio Uribe le abría puertas?
- No iban a comprar por eso, pero si ibas con una cosa buena igual te hacían más caso que a otro. Yo vendía patentes y marcas, que a algunos podía parecerles humo.
- ¿Y no tuvo la tentación de ser entrenador?
- No, para eso hay que tener un carácter que yo no tengo. Hay que valer. A mí la pena que me quedó fue la de no haber podido jugar más, hasta los 33 o 34 años. Con esa pena sí me quedé.
Los nervios
- ¿Va a San Mamés?
- Muy poco, la verdad. Me pongo nervioso. Debería ir porque, total, cuando juega el Athletic estoy todo el tiempo pendiente del partido. Veo un rato la tele, me voy a dar una vuelta, vuelvo al de cinco minutos, me voy otra vez. No puedo. Veo más tranquilo el fútbol internacional. A mí el fútbol me encanta, pero con el Athletic me pongo demasiado nervioso como para disfrutarlo.
- ¿En qué ha cambiado el fútbol?
- Sobre todo, en las tácticas. Desde que empezaron los ingleses con los laterales avanzados todo cambió porque los extremos tuvieron que jugar también por dentro, para dejar sitio. Las tácticas han cambiado mucho el tipo de fútbol que se hace ahora.
- ¿Ha visto un juego mejor que el del Barcelona de ahora?
- No es fácil comparar unas épocas y otras. El Barcelona de ahora es tremendo. ¿Cómo es posible que metan tantos goles entrando por el centro, con lo difícil que es entrar por el centro? Siempre me hago esa pregunta. La facilidad con que mueven la pelota, adelante y atrás, lo que convenga, es increíble. Antes, si le hacías una cesión a Carmelo, en San Mamés se armaba una buena. El fútbol era diferente. Pero siempre ha habido muy buenos jugadores: Puskas, Kocsis, Di Stéfano, Gento... Eso sí, a mí el que me gustaba era Luis Suárez. ¡Qué gran jugador!
Los viejos compañeros
Dice que no le gustan esas cosas, como si él no fuese nadie para sentar doctrina, pero finalmente accede a describir a sus viejos compañeros de equipo. Por supuesto, sólo tiene buenas palabras para unos amigos con los que compartió algunos de los mejores años de la historia del Athletic.
- Carmelo.
- Era muy buen portero. Tenía mucho carácter y era muy seguro en todos los aspectos.
- No dice nada de sus salidas.
- Bueno, bueno. Él iba a lo suyo, con todo. Había que tener mucho cuidado porque era fortísimo.
- Orue y Canito.
- Con ellos no pasaba nadie. Eran rápidos, flexibles, muy ágiles. No iban hacia delante. Eran defensas puros, pero marcaban fenomenal. Canito era buena persona, pero Orue era un santo. Y, sin embargo, no se arrugaban nunca. Eran bravos, pero con limpieza.
- Garay.
- Tenía mucha clase y era un jugador muy fuerte. Uno de los defensas con más calidad de aquella época.
- Mauri.
- La gente tenía la idea de que era luchador y poco técnico, pero era de los más técnicos del equipo. En cuanto me desmarcaba me pasaba la pelota al pie. Era más listo que el hambre.
- Maguregui.
- Era un fenómeno, un futbolista extraordinario. Tenía una clase tremenda.
- Artetxe.
- Otro muy buen jugador, con un un gran regate, mucha clase. Y un gran goleador.
- Marcaida.
- Tenía un remate de cabeza fantástico y muy buen tiro con las dos piernas. Él y yo corríamos el campo cuarenta veces. En aquella época, los interiores teníamos que hacer un trabajo tremendo yendo y viniendo.
- Merodio.
- Metía muchos goles y tenía una zurda tremenda.
- Eneko Arieta.
- Era el terror de los defensas. Dominaba muy bien la pelota, chutaba como un cañón con los dos pies, era rápido... Además, en los grandes partidos nunca fallaba.
- Koldo Aguirre.
- Era más joven. Tenía mucha clase, pasaba bien la pelota, chutaba fuerte y colocado... Un gran futbolista.
- Etura.
-Era muy fuerte. Podía estar de defensa o de medio, porque defendía muy bien y sabía jugar la pelota.
- Gainza.
- Piru era un fenómeno, uno de los grandes de la historia del Athletic. Una institución. Sólo hay que ver el tiempo que estuvo en el Athletic.
- Queda Uribe.
- Yo era bueno, sin más. Lo que pasa es que estaba bien rodeado. Como os he dicho antes, me hubiera encantado verme por televisión para saber cómo jugaba.
(Ignacio Uribe metió 69 goles en 211 partidos con el Athletic, uno cada tres partidos. En el fútbol de hoy, por tanto, sería un interior de 13 goles por temporada).